Premio mundial: A restaurante guayaquileño

Por Epicuro
21 de Julio de 2013

Luigi Passano recorrió sin prisa el camino que lo llevó paulatinamente donde se halla ahora. Lo difícil no es durar sino perdurar. Los restaurantes que logran desafiar el tiempo no son muchos, ni aquí ni en otros países”.

Me enteré de aquello cuando me encontraba en Europa. En Roma, la Unioncamere Italiana y el Istituto Nazionale Ricerche Tiristiche con el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio para los Bienes, el Ministerio de Turismo y otras entidades afines habían otorgado una placa con distinción de Ospitalità Italiana Ristoranti nel Mondo, clasificando Riviera (Urdesa central) al primer puesto de América Latina y al segundo puesto exaequo en el Mundo.

Es un galardón de importancia pues certifica que las instalaciones turísticas, el negocio y el restaurante tienen todos los requisitos cualitativos requeridos para pretender a estas distinciones. La premiación fue imponente. Se llevó a cabo en los Jardines de Sallutios, según estoy leyendo. Quiero pensar que aquel nombre tiene relación con el historiador romano Gaius Salustius Crespus quien tuvo algo que ver en la Conjuración de Catilina, pero escribió aquella frase que bien cabe aquí: “La fortuna sigue a los mejores”.

Para América Latina participaron Argentina, Chile, Colombia, Brasil, México, Costa Rica, Perú, Venezuela, República Dominicana. En cambio en otras zonas geográficas se hallaban restaurantes de Asia, África, Oceanía, Europa del Este, Europa del Oeste, Norteamérica. El hecho para Riviera de ganar no solamente la distinción como establecimiento sudamericano sino el segundo puesto mundialmente puede llenar de orgullo a sus dueños: Luigi Passano y Ángela, esposa y colaboradora.

Sabemos que un premio de esta importancia multiplica la responsabilidad de quienes lo merecieron porque la calidad del servicio debe seguir siempre en ascenso. El negocio de la restauración no es nada fácil pues depende de las condiciones económicas de la población, de la frescura de los productos. Las importaciones necesarias para defender la gastronomía italiana, china, japonesa, francesa o española son sujetas a controles estrictos y a veces a lamentables restricciones. En el estado actual, Ecuador no puede producir muchos ingredientes o manjares indispensables. Un restaurante debe poder ofrecer, tanto a los ecuatorianos como a los turistas, la calidad excelsa.

Luigi y Ángela publicaron un libro valioso lleno de hermosas fotografías con recetas que integraban productos ecuatorianos a la clásica cocina italiana. Se trata siempre de ofrecer lo más sutil como pueden serlo, entre mis preferencias, unos fetuccini con mantequilla de trufa, sabor que no se logra con el aceite del mismo producto. Los vinos Barolo de Mauro Veglio de los más diversos años, conquistaron mi paladar. La carta de vinos italianos de Riviera es la mejor de la ciudad.

En aquellos Jardines Sallutios donde se honró a Ecuador a través de un caballero italiano, sabemos que durmió Vespasiano, aquel que dejó la famosa frase “Pecunia non olet” (el dinero no huele) y también exclamó. “Un emperador debe morir de pie”. Si bien es cierto que el dinero no tiene olor (grave equivocación si se nos ocurre husmear un billete) al menos sirve para edificar la fama de un restaurante sin pretender convertirlo en imperio.

Luigi Passano recorrió sin prisa el camino que lo llevó paulatinamente donde se halla ahora. Lo difícil no es durar sino perdurar. Los restaurantes que logran desafiar el tiempo no son muchos, ni aquí ni en otro país. Debemos rendir homenaje a quienes contribuyeron a la fama de Riviera, desde quien pela papas, barre el piso, atiende en caja, hasta los chefs, cocineros y camareros que saben conservar el nivel de calidad. Y desde luego la presencia valiosa de Eduardo Espinoza (administrador) y Jacinto Morales (supervisor), ambos para la buena marcha del restaurante.

epicuro44@gmail.com

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