De maduros y algo más: Ajustes positivos

Por Epicuro
26 de Julio de 2015

“Puerto Moro tiene muchos aciertos, pero debe seriamente revisar su manera de tratar la carne importada”.

Lo primero que deseo destacar es la notable trayectoria de Puerto Moro, un sitio que empezó siendo solamente una minúscula cafetería llamada Sucos, ubicada en Urdesa. Solo expendían jugos, sándwiches, uno que otro piqueo. Poco a poco añadieron a la carta lomito, pollo con moros, diversas salsas y ensaladas. Siguieron con seco de gallina, churrasco, caldo de bolas.

Aquello habla del tesón y de la voluntad de llegar a la fama de sus propietarios, hombres creativos, lo que los gringos llaman self

made man (un hombre que se hizo por sí solo). Así nació Puerto Moro, luego el restaurante se multiplicó de un modo espectacular con locales en Urdesa, Los Ceibos, Samborondón, centro de Guayaquil y la galería del Hotel Sonesta.

Para Epicuro, Puerto Moro tiene sus aciertos: probé hace años sus moros y me agradaron. El maduro con queso es el mejor que he comido hasta la fecha, sabemos que es un plato de hechura muy sencilla, pero aquí el aliño es perfecto, así como el debido uso de varios quesos entre los cuales aparece con cierta discreción un blue –probablemente de Mondel–. La idea de juntar el maduro con chicharrones resulta acertada por las diferencias de textura, lo blando y lo crocante.

El piqueo que llega con cinco tipos de embutidos, chorizos y morcilla es lo que uno espera pues tampoco aquí hay ciencia, pero constituye una excelente entrada. La jarra de sangría ($ 16,39) es muy sabrosa.

Donde perdí el entusiasmo fue cuando llegaron los bifes importados de Uruguay. Aquella carne merecía un mejor trato; me permitiré dar al chef unos pocos consejos: se debe retirar de cada lomo el exceso de gordura, no debe el cliente quedarse con la mitad de su plato lleno de grasa ni tampoco pagar por ella. En segundo lugar un bife ancho merece ser asado y no cocido de esta forma. Recibí un steak que nadaba en burbujas de aceite hirviendo, lo que le daba un aspecto lustroso indeseable, un olor insistente no compatible con un buen asado. La carne debe oler a carne y no a fritura.

El precio fue de $ 27,86, lo que debe ser justificado por la calidad del plato. A pesar de haber insistido en que deseaba que la carne tuviese un grado corto de cocción (un cuarto) me la trajeron recocinada. Puré de papas y papitas con su piel excelentes.

Siendo un día miércoles, escaseaba la clientela. El servicio fue lento, pero nunca me molesta aquello, pues llego a los restaurantes para compartir una buena tertulia con mi acompañante, me gusta que en la cocina se den el tiempo requerido para la preparación. El local de Urdesa (Circunvalación y Diagonal) es muy amplio, hay facilidades de estacionamiento. Los camareros son atentos, el servicio bueno. El ambiente sonoro es el adecuado.

Comprendo que teniendo tantos locales los dueños no puedan hacerse presentes en todos, pero para eso están los administradores. El monto de su planilla dependerá de los platos escogidos. Una guatita está en $ 10,99, un churrasco montado en $ 12,99. Por favor, eviten estos 99 centavos que pretenden engañar el valor real, pongan $ 11 y $ 13, respectivamente.

En resumen: Puerto Moro tiene muchos aciertos, pero debe seriamente revisar su manera de tratar la carne importada. (O)

epicuro44@gmail.com

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