Heroína traicionada

Por Clara Medina
17 de Mayo de 2015

Miguel Riofrío S. (1822 - 1879), escritor ecuatoriano, autor de La emancipada.La emancipada, del escritor Miguel Riofrío, considerada hasta ahora como la primera novela escrita en el Ecuador, tiene como protagonista a una joven mujer: Rosaura Mendoza.

Esta obra es de 1863. Se publicó antes de Cumandá, de Juan León Mera. Rosaura, por tanto, es el primer personaje femenino de ficción de nuestra narrativa y la primera que muere luego de una existencia corta y azarosa que intenta vivir sin la tutela de nadie. Rosaura se emancipa brevemente, pero paga por ello un alto precio: con su propia vida. Se suicida.

Leyendo esta novela, escrita hace más de ciento cincuenta años, me queda una especie de desazón.  Siento que la primera protagonista femenina de la literatura ecuatoriana sufre una traición de parte del narrador (un estudiante), que da cuenta de su historia, y  también del autor, que responde a la subjetividad de una época. Me pregunto ¿cómo una mujer del talante de Rosaura puede dar un vuelco tan radical? ¿Cómo puede extraviar sus ideales y traicionarse a sí misma? La explicación que encuentro es que la traición no se opera en ella, sino en quienes se encargan de narrar su vida.

Rosaura es una joven de 18 años, hija de una mujer culta y de un rico hacendado venido a menos, que recibió la educación de su madre, aunque esta muere tempranamente y la joven queda al cuidado del padre. Este la casa con un hombre mayor y adinerado, pese a que ella ama a un joven. La muchacha se ve abocada a aceptar los designios del padre, aunque luego de la boda, huye. El papá, indignado, y el sacerdote buscan modos de que regrese, pero ella resuelta, pistola en mano, y ante un grupo de gente, dice: “Señor cura, aquí hay dos balas que irán veloces hasta el tuétano del atrevido que me insulte: quiero descubrir lo que puede hacer el brazo de una hembra, como yo, resuelta a arrostrar por todo”. Se emancipa así de la autoridad de la iglesia, del yugo paterno y también del flamante esposo, y toma las riendas de su vida.  La ficción se desarrolla en 1841. Los sucesos de la novela transcurren en nueve meses.

Luego Rosaura aparece en Loja, montando a caballo, participando en unas lidias de gallo, donde tiene una actitud de defensa a los indígenas.  Vive sola. Es independiente. Hay en ella una gran promesa de personaje. Nos hace pensar en una verdadera heroína. Pero pronto nos enteramos de que ha optado por la prostitución,  que participa en orgías y que sucumbe a toda clase de excesos. ¿Lo hace por  elección propia, porque es dueña de su cuerpo?

La decidida, la emancipada, la mujer independiente y fiel a sí misma, es calificada de inexperta  y, por tanto, el narrador asume que sin la tutela del padre y del esposo es fácil  que se extravíe. Luego, casi al final de la novela, Rosaura entrecruza cartas con su antiguo enamorado, quien en vez de buscarla se ha refugiado en la religión.  Se ha convertido en sacerdote. Este, piadoso y moralista, le pide que vuelva a su vida de decencia. En una de las misivas, ella le confiesa: “Tengo vergüenza de mí misma, me aborrezco de muerte y no sé cómo he de vengarme. Antes de nueve meses he recorrido un siglo de perdición”.

En un corto tiempo Rosaura se ha degradado. Avergonzada y enferma, se suicida. Termina así la vida de esta mujer que trató de salirse de los esquemas que la sociedad del siglo XIX le imponía. (O)

claramedina5@gmail.com

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