Talento de exportación

25 de Agosto de 2013
Moisés Pinchevsky

En plena crisis económica de España, estos ecuatorianos sobresalen en ese país europeo por generar iniciativas que producen empleo, cultura y orgullo patrio.

Claudia Oñate
Le canta a la vida

Nacida en Chone el 24 de junio de 1977, esta manabita viajó a España a la edad de 21 años contratada para trabajar durante tres meses cantando en un local en Andalucía.

Los primeros meses fueron tristes porque extrañaba a su hijo, de 2 años, y a su madre, a quienes llevó al país ibérico en febrero del 2000, pero su progenitora regresó a nuestro país.

El crecimiento profesional de Claudia comenzó cuando, tras verla interpretando, los directivos de una cadena hotelera la contrataron para cantar jazz, empleo que compartió con otro en una tienda de ropa durante siete años. “De día en las tiendas y de noche en los hoteles, de lunes a domingo”.

La vida la sorprendió gratamente en el 2008 cuando recibió una llamada de TVE (Televisión Española). “Me invitaban para hacer un casting de voz para un programa. Yo, sorprendida, creí que era una broma, pues no. Mi hijo (entonces de 12 años) me había inscrito porque él soñaba verme cantar en televisión”.

Llegó a la final con otros cantantes de Rumania, Cuba y Siria. “Fue una experiencia increíble. De allí salió mi contrato con Sony España y mi primer disco en solitario: Hola, mi amor, producido por Studios Orixe y el productor Carlos Quinteros. Llevo cinco años dedicada únicamente a mi carrera y estoy muy feliz”.

José Zumba y Leticia Corrales
Familia con sabor

La mayor “creación” de este matrimonio ecuatoriano es su hija María José, quien es la razón de existir de esta pareja propietaria del restaurante Salón de Otoño (su segunda mayor creación), negocio que desde hace cinco años promueve la comida ecuatoriana operando en el número 5 de la calle Murcia, en pleno centro de Madrid.

“Una anécdota muy grata fue una noche en que el local se llenó de gente extranjera, en su mayoría canadienses. Degustaron nuestra comida, salieron muy contentos y sorprendidos. Y ellos nos felicitaron en su escaso español diciendo: ‘Comida Ecuador muy rica, restaurante bonito’”, comenta el ambateño José Zumba, de 44 años, quien laboraba en un restaurante cuando vivía en Ecuador, así que al radicarse en España consiguió trabajo similar en un local ecuatoriano hasta que, con su esposa, inició un emprendimiento propio. ¿Piensan regresar al Ecuador? “Sí, hemos planeado regresar, primero porque siempre se extraña la tierra que nos vio nacer. Y además porque hemos creado un restaurante en Pinllo (Ambato), donde fusionaremos la gastronomía ecuatoriana y la española”, dice ella.

Édgar López
Decidió bailar a su ritmo

Aunque aquellos primeros meses en España fueron “desesperantes, tristes y traumáticos”, la perseverancia marcó el rumbo de este artista quiteño desde que llegó a ese país ibérico el 1 de enero del 2000, acompañado de un amigo de las artes.

“Dormía compartiendo un sofá con mi compañero, nos buscamos la vida y pasamos durante un mes solo comiendo pan con leche. Pero nunca nos desanimamos”, señala Édgar López, de 47 años, quien llevó a su esposa y dos hijas cuando su situación comenzó a mejorar. Agradecido dice: “A través del mundo artístico conocí a una persona que confió en mí y estoy retribuyendo su confianza”.

Con tal apoyo, López ha conseguido afianzarse como un importante promotor de la cultura ecuatoriana. Lo hace como director del ballet andino ecuatoriano Quitus, grupo que lleva doce años llevando su talento por diversas ciudades españolas.

Esa actividad le ha merecido una mención de honor de la Asamblea Nacional del Ecuador, entregada en diciembre del 2012.

Édgar López también ha sido invitado a presentar charlas sobre la música y la danza ecuatoriana, que abarcan desde los ritmos ancestrales como la yupaichisca, los yumbos, el danzante capischa, hasta los estilos musicales de las épocas independentista y republicana, como la quiteña, el pasodoble ecuatoriano y el pasillo.

López planea regresar al Ecuador en un futuro para trabajar en la enseñanza de tales ritmos en los centros de estudio. “Tengo varios proyectos que revolucionarán la educación de nuestros niños y jóvenes dentro del arte y la cultura”.

Patricia Larrea
Su secreto es ahora su vida

Desde su época del colegio, esta escultora dibujaba y pintaba a escondidas; y si algún trozo de barro caía en sus manos, ella intentaba modelar algo pequeño. “Nunca nadie se enteró, siempre hacía dibujos en mis cuadernos. Creo que el gusanillo de la escultura nació en mí cuando de pequeña encontré restos de figuras precolombinas, en concreto de Valdivia”, indica Patricia Larrea, artista guayaquileña de 63 años que reside en España desde 1970.

Viajó a Madrid para estudiar Periodismo. “Pensé que dedicarme a la crítica de arte me permitiría estar cerca de ese ambiente; siempre me interesó Europa”, señala. Sus primeros meses allá fueron para atender la carrera de Arquitectura de Interiores en la Escuela de Artes Aplicadas.

Luego ingresó en la Escuela Nacional de Cerámica Francisco Alcántara. Y siendo su alumna, en 1981, ganó el concurso nacional de cerámica Ruiz de Luna. “Comenzaba a recoger los frutos de mi trabajo, recuerdo que me encontraba exponiendo en París cuando me dieron la noticia”.

Su tercera carrera (escultura y restauración) la lleva a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Larrea ha ganado en total 23 galardones en arte, siendo el principal el primer premio nacional de escultura del Salón de Otoño, entregado por los reyes de España. “Cuando me dieron el premio, recuerdo que el rey Juan Carlos mostró interés en preguntarme dónde había conseguido la madera que había tallado. Le comenté que yo corría todos los días en un sitio que se llama Casa de Campo y que me sorprendió ver cómo talaban los árboles, eran olmos enfermos, y que aproveché trozos sanos del árbol para tallarlos. Él bromeó diciéndome: ‘¡Pues yo voy a ir a correr contigo y encontrar maderas para tallar!’”, recuerda.

Jorge Mejía
Adaptarse para superar la recesión

Este ambateño de 38 años posee una empresa de montaje de infraestructura para eventos, por lo cual maneja a un grupo de empleados (muchos ecuatorianos) que han trabajado en el ensamblaje para festejos como los 100 años de la Gran Vía (avenida principal de Madrid, abril, 2010), la visita del papa Benedicto XVI (agosto, 2011) y la versión madrileña del concierto Rock en Río (junio y julio, 2012), entre otros eventos.

En marzo de 1998, Jorge Mejía abandonaba sus estudios de marketing en Ecuador para viajar a Madrid debido a la recesión en nuestro país.

A la semana de haber llegado, cuenta, conseguí un trabajo como ayudante en una empresa de montaje de ferias, exposiciones y eventos. “Yo no era ni mucho menos un buen obrero, pero tenía don de gente, buen trato, conocía de dirección y administración y eso me sirvió para ser el nexo entre la empresa y el cliente”, por lo que comenzó a organizar la logística cuando realizaban trabajos fuera de Madrid.

En el año 2000 obtuvo sus papeles durante una regularización masiva, tras lo cual montó su propio negocio en esa línea de trabajo. “Mi inquietud me llevó a poner otros negocios alternativos, como locutorios, peluquerías, tiendas de alimentación de productos latinos, discotecas...”.

Pero la recesión en España provocó que en el 2008 su empresa matriz, Eme Montajes, redujera su personal de 150 a 60 operarios. “Debimos realizar ajustes muy duros, despedir a buenos empleados con cargas familiares no es fácil; ahora mismo nuestra plantilla es de 35 personas en todo el grupo, pero la optimización es superior a la del 2008”. Por ello ahora planean extenderse hasta América Latina, incluido Ecuador. “Así que nunca se debe hablar de desánimo, sino de ajustes ante las situaciones difíciles”.

Apoyo informativo desde España: Embajada de Ecuador en Madrid.

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