La historia de su vida: Muy fácil de contar

12 de Mayo de 2013
The New York Times

Esto sucede en EE.UU. y hoy es un fenómeno global: la tecnología actual facilita a las personas dejar un registro de sus experiencias, gustos y pensamientos para las futuras generaciones.

Nadie confunde a los retirados típicos de hoy con el emperador Augusto, quien construyó un enorme mausoleo para celebrar su vida para la eternidad. Y, sin embargo, pertenecen a la primera generación de personas mayores con fácil acceso a algo anteriormente raro y valioso que relativamente pocos personajes históricos podían disfrutar hasta ahora: la inmortalidad virtual.

Mientras que sus abuelos quizá dejaron algunas fotos granulosas, los retirados de hoy tienen la capacidad para dejar un registro de la cuna a la tumba de sus vidas. Sus descendientes podrán atestiguar nacimientos y primeros pasos, juegos de fútbol americano juveniles y graduaciones de bachillerato, ceremonias de boda y primeras casas, vacaciones y reuniones familiares. También podrán leer sus opiniones sobre política y religión, conocer que les gustaba la música de Junior Kimbrough, las cintas de Billy Wilder, los yanquis de Nueva York y el helado de menta con chispas de chocolate.

Los ancestros del pasado distante son, cuando mucho, nombres en la Biblia familiar. Dentro de 50, 100 e incluso 500 años, la gente podrá ver cómo sus antepasados lucían y se movía, escucharlos hablar, aprender sobre sus aspiraciones y logros y ese viaje para esquiar en Vermont.

Ron W. Henriksen, un retirado de 66 años, originario de Houston, dijo que el nacimiento de sus sobrinos lo llevó a contratar a una compañía para hacer una película sobre su madre de 98 años que combina fotografías antiguas, recortes de periódicos y documentos familiares con entrevistas en vivo. “Me di cuenta de que habría generaciones de nuestra familia que nunca llegarían a conocer a esta mujer notable”, dijo, “y que solo en los últimos años ese proyecto repentinamente se volvió realizable”.

¿Inmortalidad?

Dos fuerzas importantes impulsan a la inmortalidad virtual. La primera y más obvia son las tecnologías relativamente nuevas ahora tan comunes que la mayoría de la gente las da por sentadas: videocámaras poco costosas y programas de edición, computadoras personales y sitios de medios sociales. Permiten a la gente tomar miles de fotografías y cientos de horas de video y registrar fácilmente cada idea que se le meta en la cabeza.

Durante siglos, la gente registró su vida en diarios. Pero este era un “impulso extraño al que se entregaba solo un fragmento de la población”, según Thomas Mallon, cuya obra incluye A Book of One’s Own: People and Their Diaries (Un libro sobre uno mismo: La gente y sus diarios). Llevar un diario era trabajo difícil: requería tiempo, esfuerzo e intención.

La gente siempre ha querido conectarse con otras personas y ver que han tenido influencia en otros y marcado una diferencia. Lo que ha cambiado es que ahora tenemos las herramientas para registrar y compartir su legado, para siempre”, Stefani Twyford.

Hoy, muchas personas están creando diarios virtuales todo el tiempo que se conectan a internet o toman una foto en su teléfono. Estas tecnologías acompañan a un giro cultural mayor que reconoce la importancia de las vidas cotidianas. Mientras que Plutarco ayudó a establecer un estándar para las biografías históricas narrando las vidas de griegos y romanos nobles, escritores más recientes como Robert Coles y Studs Terkel han mostrado el valor de celebrar las vidas de los no célebres.

El cambio está ayudando a redefinir el concepto de la historia, conforme la gente repentinamente tiene las herramientas y el deseo de registrar la vida de casi todos. El problema antiguo que acosó a los historiadores –la falta de información– ha sido superado. Desafortunadamente, ha sido conquistado con creces.

El problema de demasiada información es dolorosamente familiar para los historiadores profesionales. H.W. Brands, profesor de la Universidad de Texas en Austin, leyó los 35 volúmenes de los escritos de Benjamin Franklin para su biografía del padre fundador estadounidense, The First American (El primer estadounidense, 2000). El personaje de su próximo libro, el presidente Ronald Reagan, dejó detrás más de 60 millones de documentos. “El reto en el futuro se enfocará menos en encontrar material que en identificar el material que importa”, dijo.

Los retirados enfrentan un problema similar. Deben hacer la pregunta difícil: ¿cuánto tiempo sus descendientes –o incluso sus parientes vivos– querrán realmente pasar reviviendo sus vidas? ¿Es más probable que sean 20 horas o dos? “No se está haciendo un favor al futuro dejando detrás 4.000 fotografías borrosas de un partido de fútbol”, señaló Sarah E. White, presidenta de la Asociación de Historiadores Personales. “Necesitamos determinar cómo presentar nuestras vidas, seleccionar entre todo el material que estamos generando para que cuente una historia sobre nosotros mismos que tenga significado para otros después de que nos hayamos ido”.

Algunas opciones

En respuesta ha surgido un creciente número de empresas y organizaciones durante las últimas dos décadas para ayudar a la gente a preservar y dar forma a su legado. White, que dirige First Person Productions en Madison, Wisconsin, indicó que su asociación fue fundada en 1995 para que profesionales ayudaran a otros a escribir biografías. Inicialmente, las computadoras personales eran la maravilla moderna que simplificaba el proceso. “Luego, cuando se pusieron a disposición programas de edición de video como iMovie y Final Cut Pro, la gente también pudo empezar a contar sus historias a través de video y audio”.

Necesitamos determinar cómo presentar nuestras vidas. Seleccionar entre todo el material que generamos para que cuente una historia sobre nosotros, que tenga significado para otros después de que nos hayamos ido”, Sarah E. White.

Cathi Nelson, una mujer de West Hartford, Connecticut, que primero se especializó en ayudar a la gente a recopilar álbumes decorados tradicionales, expresó que adoptó la tecnología hace una década cuando se dio cuenta de que los clientes se sentían “abrumados por una vida de fotos impresas, fotos digitales, medios y recuerdos”.

En el 2009 fundó la Asociación de Organizadores de Fotos Personales, cuyos miembros de paga han llegado a 650 en el último año.

Nelson dijo que la mayoría de los clientes de sus miembros eran retirados que finalmente tenían el tiempo de reflexionar sobre su vida. Muchos necesitan ayuda para digitalizar el pasado, escanear fotografías arrugadas y certificados de nacimiento maltratados, así como transferir material desde formatos de almacenamiento obsoletos como casetes y cintas VHS. Añadió que tampoco se puede confiar en la permanencia de los formatos actuales –discos duros, DVD, e incluso el almacenamiento en la nube–, así que es esencial tener un plan para mantener los archivos actualizados conforme evolucionen las tecnologías. Dijo que el libro impreso, paradójicamente, sigue siendo uno de los formatos más perdurables.

Conforme sus clientes trabajan organizando montañas de material, Nelson les ayuda a distinguir entre el pequeño número de fotos que vale la pena incluir en un álbum y las muchas imágenes que pertenecen a la basura. Acomodan las fotos y los fragmentos de video, escriben pies de foto y graban mensajes, de manera que cuenten una historia.

“Trato de ayudar a la gente a determinar el objetivo”, dijo Nelson. “¿Cuál es la historia principal a la cual quiere apegarse? ¿Cuáles son los temas de su vida? Por ejemplo, ¿fue de vacaciones cada verano al Cabo? ¿Cuál es la historia detrás de las vacaciones de verano? Reunamos todo lo que tenga de eso para contar una historia”.

Stefani Twyford, que crea biografías en video a través de su compañía, Legacy Multimedia en Houston, manifestó que muchos de sus clientes eran recién jubilados que querían registrar la vida de sus padres. “Hay una verdadera sensación de que finalmente podemos asentar estas historias y quieren actuar antes de que sea demasiado tarde”.

Una de las hijas de John Butterfield contrató a Twyford para hacer un DVD sobre su vida para su cumpleaños número 80. “Me videograbaron y hablaron con familiares y amigos”, recordó Butterfield, que ahora tiene 87 años y vive en Sarasota, Florida. “Ahora, todos a los que grabaron están muertos, excepto mi hermano. Esto me dijo que me diera prisa”.

Nuevos dispositivos y tecnologías seguramente impulsarán a esta revolución de la inmortalidad; los futuristas ya están imaginando el día en que la gente pueda tener una conversación virtual con hologramas de sus ancestros. “La gente siempre ha querido conectarse con otras personas y ver que han tenido influencia en otros y marcado una diferencia”, dijo Twyford. “Lo que ha cambiado es que ahora tenemos las herramientas para registrar y compartir su legado, para siempre”.

 

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