Famosa discoteca parisina reabre como hotel
En París, el centro nocturno Les Bains Douches, que había finalizado sus días de gloria, renace como hotel gracias al entusiasmo de un grupo de empresarios.
Quizá solo en París se sacaría del abandono a un centro nocturno cuya época de gloria ya pasó. Sin embargo, para los parisinos de cierta edad, Les Bains Douches (Los Baños de Lluvia) no era solo un viejo boite de nuit. “Oh, no había otro centro nocturno”, dijo André Saraiva, de 43 años, artista del grafiti y empresario detrás de los clubes Le Baron en París, y por todo el mundo. “Era una especie de sitio de libertad. Un templo para la cultura nocturna. Y era genial”.
Había otros clubes en la época dorada de la vida nocturna en París, pero quizá ninguno definió tanto un momento. Inaugurado en 1978, donde hubo unos baños en el siglo XIX, en el Tercer Distrito, Les Bains Douches hizo estrellas a su diseñador (Philippe Starck) y disyóquey de planta (David Guetta), desconocidos en aquel tiempo. Joy Division grabó un álbum en vivo, en el sótano, donde Prince interpretó una improvisación y Depeche Mode tocó años antes de llenar estadios.
Y también estaba el público. Jean Michel Basquiat, Yves Saint Laurent, Mick Jagger, Johnny Depp y Kate Moss estuvieron ahí, en efecto. En realidad, se trataba de la diversidad de cluberos y creativos, intelectuales y populacheros, glamurosos y de la cultura alterna, grandes nombres y donnadies, todos interactuando junto a la alberca de mosaicos.
Otras celebridades que visitaban Les Bains Duches eran Jack Nicholson, Carla Bruni, la modelo Imán, David Bowie, Jean Paul Gaultier y John Galliano.
“Solíamos llegar con el maquillaje de la pasarela y cualquier cosa hermosa de alta costura que conseguíamos”, contó Dianne Brill, exmodelo e it girl de los 80 en Nueva York (Andy Warhol la llamaba “Reina de la noche”), quien ahora tiene su propia línea de cosméticos. “Era muy, pero muy glamuroso, pero no era elegante”.
Lo es hoy. Todavía se encuentra el rostro de Baco esculpido en la fachada haussmanniana. Todavía están los frescos originales y el reloj de doble carátula de David Rocheline en el vestíbulo. Y el grafiti Futura, más o menos de 1983, creado durante la gira de Clash, es adorno en un patio junto al restaurante, donde se restauró completamente el piso a cuadros negros y blancos de la pista de baile.
Sin embargo, el nuevo Les Bains (se le quitó el Douches), que se inauguró discretamente en junio, tras haber estado cerrado cinco años, es ahora un hotel de 39 habitaciones, con un club más pequeño en el sótano (la alberca, una réplica, se encuentra detrás de una división de vidrio que se desliza por la noche) y un restaurante que, literalmente, brilla: las paredes, el techo ondulado y los pilares que parecen estalactitas están envueltos en una laca color vino tinto.
El restaurante fue un dramático telón de fondo para una fiesta llena de estrellas que ofreció Dior después de su desfile en la Semana de la Moda en París, en marzo, la primera de varias actividades ostentosas antes de la inauguración. (Tommy Hilfiger y Givenchy también hicieron fiestas). Y, con planes para más fiestas en las próximas semanas, durante los desfiles de modas para caballeros y alta costura, Les Bains ya está entre los sitios más de moda en la ciudad.
Arriba, el diseñador de interiores Tristan Auer (quien está restaurando el Hotel de Crillon) ha amueblado las habitaciones con sofás de terciopelo color rojo óxido, inspirados en el de la Fábrica de Andy Warhol, y las suites tienen duchas exteriores y “hamams” privados.
¡Qué siga la fiesta!
“Es una experiencia más completa de la que solía ser porque antes solo era un restaurante y centro nocturno”, notó Jean Pierre Marois, de 51 años, un cineasta cuya familia ha sido dueña del edificio desde 1960. Tras haber pasado sus años formativos subiendo las atestadas escaleras de la entrada principal al centro nocturno para que lo evaluara la formidable portera Marie Line, ahora él es el dueño y el hombre detrás de la reinvención de Les Bains como hotel y marca de un estilo de vida.
Cuando se abrió Les Bains Douches, “fue después de la pastilla anticonceptiva para las masas y antes del sida”, dijo. “Así es que era una especie de ventana única. La gente podía ser muy promiscua y descuidada. Nuestra vida está mucho más controlada ahora”.
Y, en el pasado, si estabas tan inspirado (o ebrio) para desvestirte y quedar en ropa interior y zambullirte en la alberca, no había ningún riesgo de que terminaras en Instagram. “No sé cómo le hacen los jóvenes de hoy”, comentó Elisabeth Raether, una editora en Zeit Magazin, basada en Berlín, la cual organizó una fiesta en el centro nocturno, en abril. “Hay iPhones por todas partes, así es que ¿cómo puedes realmente olvidarte de ti mismo y bailar toda la noche?”.
No obstante, las parrandas han retornado con desenfreno. Ayudan las bocinas Funktion-One y la música toca hasta las 5 de la mañana la mayoría de los días. En las semanas pasadas, se presentaron prometedores espectáculos en vivo, como el naciente dúo del electro pop, My Dear, y DJ sets de artistas como Nancy Whang de Juan MacLean. Otra noche, espontáneamente, el productor francés Breakbot se hizo cargo de las mezcladoras usando cualquier USB que trajera en el bolsillo. (Marois dijo que los integrantes anónimos de Daft Punk también estaban entre el público, sin casco).
Algo más que farra
Y con viejos parroquianos como Roman Polanski y Jean Charles de Castelbajac de regreso, Les Bains ha logrado retener su diversidad a la moda. “Mi mayor objetivo es que, de verdad, Les Bains atraiga a gran parte del mismo grupo que antes, que es gente de todos los estratos sociales, que es creativa, está inspirada y es inspiradora”, señaló Marois. “Creo que hay lugar para celebrar la nueva colección de Raf Simon y en el otro extremo del espectro, también quiero tener, sabe, una especie de cenas y fiestas de la cultura alterna para artistas o músicos desconocidos. Pasar de LVMH a un estudiante de arte y darles la misma exposición”.
Marois reunió un equipo notable de “curadores” que lo ayudan en la tarea, incluido el galerista local Jérome Pauchant (para organizar residencias de arte) y el director musical Lars Krueger (para asesorar en las listas de reproducciones y los disyoqueis). La portera Marie Line, ahora con sesentaitantos años, todavía rubia y vestida de negro, salió del retiro para “curar al público”.
Y Thomas Erber, conocido por su itinerante Cabinet de Curiosités, ha empleado marcas francesas, grandes y pequeñas, para crear artículos excepcionales que “definen la esencia del lugar”. Entre ellos: un vestido de gala Thierry Mugler, un batín de Melindagloss y una camisa de cuello blanco de Pierre Mahéo de Officine Generale (quien diseñó trajes y corbatas tejidas en seda Gainsbourguescos para los empleados).
Se van a vender al otro lado de la calle, en La Boutique des Bains, una tienda tipo galería, junto con audífonos Aedle y tenis Pierre Hardy, con el rostro de Baco estampado en relieve. (E)