Españoles combaten: ‘bache’ con clandestinidad

08 de Julio de 2012
Raphael Minder - The New York Times

La crisis económica en España ha obligado a profesionales de distintas ramas a trabajar alejados de sus obligaciones fiscales.

Cuando Juan, un español de 37 años, fue despedido de su trabajo de entrega y ensamblado de mobiliario para clientes de Ikea, hace seis meses, se sumó a las huestes de trabajadores españoles sin empleo. Pero, como muchos otros, Juan ha seguido desempeñando más o menos el mismo trabajo.

En vez de permanecer en la nómina de Pantoja, subcontratista de transportación de Ikea, merodea por el estacionamiento de la megatienda, para reclutar clientes por cuenta propia con la oferta de no solo entregarles sus muebles, sino también de hacer “trabajo general”, como pintura y reparaciones, todo por el precio rebajado de aproximadamente $ 50 diarios.

“Haré cualquier cosa menos electricidad y plomería, donde realmente no tengo suficiente experiencia para garantizar un trabajo seguro y aceptable”, explicó Juan, quien no quiso que su nombre completo fuera publicado porque no declara sus ingresos y no quería enfrentar dificultades con las autoridades fiscales.

A medida  que se profundiza la recesión de España, más trabajadores como Juan  encuentran refugio en una creciente economía subterránea que equivale a casi un quinto del producto interno bruto de España, con base en algunos estimados. Eso tiene amplias implicaciones para ese país a medida que intenta salir del estado de abatimiento, volver más competitivo su mercado laboral y cubrir las demandas cada vez más estrictas de prestamistas europeos.

La noticia alegre es que el tamaño de la economía clandestina significa que más españoles  están trabajando de lo que se creería, y que la cifra oficial de desempleo, de 24,4%, la mayor de Europa, pudiera estar sobreestimada por entre 5 a 9 puntos porcentuales, destacan economistas. Eso le ha dado al Gobierno español una importante válvula de seguridad para mantener la estabilidad.

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“Sin la economía informal, probablemente, estaríamos en una situación de violenta conmoción social”, dijo Robert Tornabell, catedrático y exdecano de la Facultad de Negocios Esada, en Barcelona. “Mucha gente ahora se está manteniendo a flote solo gracias a la economía subterránea, así como al apoyo de su red familiar”.

Trabajos informales

Sin embargo, el lado negativo es que los trabajadores en la economía clandestina no  pagan impuestos, y también pudieran estar cobrando simultáneamente prestaciones de desempleo y asistencia social. Tomadas juntas, esas fuerzas  ponen al Gobierno español en una pinza que se va cerrando de ingresos menguantes y desembolsos crecientes. Los ingresos perdidos pudieran ascender a casi $ 60.000 millones, estiman economistas.

La dinámica  acelera la deflación salarial y de precios, al tiempo que los trabajadores desempeñan las mismas tareas por menos, reduciendo los costos de servicios, pero también reduciendo la cantidad de dinero que ganan para inyectarle de nuevo a la economía caída, así como a las arcas del Gobierno.

Muchos de estos trabajadores no declarados también compiten directamente con sus exempleadores, socavando las tarifas oficiales por servicios como la entrega y reparación de aparatos electrónicos por casi 50%. Juan, por ejemplo, dijo que ahora gana aproximadamente la mitad del salario de $ 1.000 mensuales que solía percibir.

Muchos de los entrevistados dijeron que no tenían duda alguna con respecto a evitar el seguro social y otros pagos de impuestos, aduciendo que era su única manera de llegar a final de mes.

“Algunas personas pudieran pensar que estoy abusando del sistema, pero realmente me veo como una víctima de un modelo económico completamente defectuoso”, señaló Belén, diseñadora gráfica, de 32 años de edad, cuya empresa con sede en Sevilla cerró el año pasado. Desde entonces  sigue con el diseño de logos para una empresa de ropa deportiva y otros clientes, pero fuera de los libros, y no quiso que se usara su nombre completo por temor a ser perseguida por las autoridades fiscales.

Si alguien se  aprovecha de la crisis, destacó, son “los clientes que saben que pueden conseguir un logo diseñado por una fracción de lo que solía costar, quienes no se muestran particularmente preocupados por la propia situación en la que pudiera estar el diseñador”..

Economía clandestina

En España, muchos trabajadores, particularmente en el sector público,  tienen contratos segurísimos y a largo plazo. Sin embargo, buena parte de la fuerza laboral, más que en otros países europeos,  es empleada bajo contratos temporales con pocas protecciones. Durante tiempos agitados, como estos, ellos han sido el amortiguador de la economía, exacerbando la tasa de desempleo de España, dolorosamente alta.

Desde que asumió el cargo en diciembre pasado, el gobierno conservador del primer ministro, Mariano Rajoy, ha intentado motivar a los empleadores para que cojan trabajadores sin contratos a largo plazo, pero también para facilitar su despido. Si bien el esfuerzo de Rajoy fue más radical que esfuerzos previos del Gobierno para acometer el problema, algunos detractores dicen que los cambios no fueron suficientemente lejos, dejando a muchos demasiado protegidos y  demasiado vulnerables a otros.

En el ínterin, el mercado negro de España crece y pudiera equivaler a una cifra estimada en 19,2% de su producto interno bruto, con base en Friedrich Schneider, catedrático en la Universidad Johannes Kepler, en Linz, Austria, quien acaba de terminar un estudio de 35 países occidentales.

Si bien eso ha cambiado muy poco desde el estimado de Schneider de 19,3% en el 2007, al comienzo de la crisis mundial de finanzas, el mercado negro de España ahora ha absorbido a más jornaleros individuales y pequeños empresarios, dándole un importante impacto sobre salarios no declarados.

La economía clandestina sería incluso mayor, destacan algunos economistas, si no fuera por el severo golpe asestado al sector de construcción de España, donde grandes tratos fueron llevados a cabo fuera de los libros durante los años de auge. Aunado a esto, muchos de los jornaleros que solían laborar en la construcción eran de países extranjeros y trabajaban de manera ilegal, y ahora ya fueron despedidos.

En Andalucía, donde la tasa oficial de desempleo asciende a 33%, el mercado negro prospera. Los muros y postes de luz de su ciudad más grande, Sevilla, están tapizados de anuncios personales, para ofrecer todo tipo de servicios, desde jardinería hasta  reparación de  computadoras.

También están floreciendo los mercados de pulgas. Patricia Aragón Llamas, de 31 años, se presenta cada fin de semana en el mercado Charco de la Pava para ganar aproximadamente $ 64 vendiendo ropa y zapatos de segunda mano.

“Este mercado ha duplicado su tamaño en el transcurso de un año. Tengo un hijo de 3 años  y un marido desempleado, así que realmente estoy más allá de pensar qué es legal o no, siempre y cuando eso genere un poco de dinero”, acota.

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