Bocaditos para picar al paso

29 de Junio de 2014
Texto y fotos: Jorge Martillo M.

Si uno camina por Guayaquil, deliciosos bocaditos criollos están al paso, solo hay que detenerse. Estos negocios también participan en el concurso de huecas organizado por el Municipio de Guayaquil.

Guayaquil le rinde culto a su gastronomía. Entre nosotros es una costumbre picar –consumir un bocadito criollo– entre las comidas. ¡Qué rica costumbre! Así que en cada manzana, calle, esquina o portal hay una picantería, un quiosco o una cafetería invitándonos a saborear un delicioso bocado. La oferta es variada, hoy le metemos el diente a tres: encurtido de pescado, café con humitas y sánwiches de chancho.

 

Picantería La culata
Encurtido levantamuertos

Miriam Herrera.“La gente de mañanita me pide que le dé un encurtido que saca el chuchaqui”, cuenta Miriam Herrera, propietaria junto a su esposo Freddy Girón. Sus dotes culinarios los heredó de su abuela Irene Guadamú, quien en su natal Alejo Lascano, Paján (Manabí), le enseñó a elaborar hornado de chancho, empanadas de yuca y verde que Miriam preparaba y vendía en su barrio Juan Montalvo (kilómetro 8½ de la vía a Daule). “Cuando vine a Guayaquil ya tenía el arte de la cocina, siempre me gustó, aunque es un trabajo laborioso”.

En el 2008 su esposo, frente a la actual picantería, inauguró el bar Guayaquil de la Culata que cerró cuatro años después. En octubre del 2012, ella que siempre había soñado con un negocio de comida, abrió La Culata y empezaron a trabajar juntos. “Teníamos amistades que iban a tomarse una cerveza, ahora teníamos que conquistarlos para que degustaran nuestros platos, ahora todos están muy a gusto con nuestra comida”. Miriam cuenta que cuando iban a abrir, el encurtido de pescado ($ 4,50) no constaba en el menú. Ella sabía hacer encebollado, cebiches y otros platos a base de mariscos y pescados. Un cuñado manaba insistió y le enseñó a prepararlo asegurándole que se vendería como pan caliente.

Miriam comenzó preparándolo con picudo, actualmente utiliza el wajoo, pescado que corta en cuadritos y encurte en jugo de limón y sal, luego lo mezcla con tomate, cebolla, pimiento y yerbita, le echa aceite, ají, sal y pimienta, y al servirlo lo acompaña con sal prieta o aguacate, chifle o patacones. Los más fanáticos del encurtido de pescado son los extranjeros, porque para ellos es más sano que el encebollado. Pregunto qué otras cualidades posee y con cierta picardía responde: “Es levantamuertos, a los clientes les digo: lo va a fortalecer y esta noche va para largo porque es afrodisiaco, por eso le dicen encurtido arrecho”, ríe y su carcajada le pone más sazón a La Culata.

Picantería La Culata: General Córdova 518 entre Mendiburo y Tomás Martínez. Atiende de lunes a sábados, de 08:00 a 24:00. Telf.: 099-230-8348.

El rincón del café
El cafetín de las humitas

José Reinoso O.

La mayoría que visita El Rincón del Café llega tras el sabor energizante del café pasado y una deliciosa humita. Ahora funciona en una casa antigua pero no siempre fue así, cuenta su propietario José Reinoso O., ingeniero comercial azuayo de 53 años. En esa misma esquina, él y su esposa hace 22 años comenzaron con un quiosco que ofrecía café pasado, empanadas de pollo y colas heladas a taxistas lechuceros y pequeños comerciantes que acudían al Mercado Sur a comprar frutas y otras mercaderías. Atendían de cuatro de la tarde a cuatro de la mañana, el sector no era turístico como ahora, sino zona roja. “Yo atendía personalmente, a pesar de mi profesión, no me amilana hacer un trabajo duro que me gusta”, comenta.

Hace quince años empezó con las humitas que primero preparaba con choclo serrano y después con el costeño porque se lo puede conseguir todo el año. Al inicio vendía diez humitas al día, al poco tiempo fueron 50.

En 1997 alquiló en esa casa esquinera un espacio pequeño con tres mesitas. En el 2000 con la regeneración urbana desapareció el quiosco, entonces alquilaron y remodelaron toda la planta baja, ahora El Rincón es una cafetería de 27 mesas y ha ampliado su carta que incluye colada morada, bolones, hayacas, torta de tres leches y platos como pollo a la plancha, pescado frito con arroz y menestra.

“La gente viene a El Rincón del Café por la calidad que ofrecemos, porque el local es lindo y nuestra humita que es única cuesta $ 1,50, la taza de café 70 centavos, que son dos dólares veinte, con eso usted puede desayunar, almorzar y merendar porque la humita es grande”, dice Reinoso.

El Rincón del Café: Eloy Alfaro 615 y Capitán Nájera. Atiende todos los días de 09:00 a 21:00. Telf.: 241-2043.

 

Sánduches  Don Pepe
Rico sandwichito de chancho

José Pérez Mora

Quién no ha comido un sándwich de chancho –$ 2– en este quiosco se ha perdido de algo riquísimo, pienso esa tarde cuando observo cómo un par de golosos le meten diente a uno de esos. Todo ese rollo cuando le hago unas fotos a José Pérez Mora, guayaquileño de 39 años, quien ahora está a cargo de Sánduches Don Pepe, negocio que sus abuelos maternos iniciaron hace más de 60 años en un quiosco plantado en Vélez y Boyacá, quien más lo atendía era su abuela doña Lolita. Asegura que sus abuelos fueron pioneros en vender sándwiches de chancho en Guayaquil.

Cuando se fueron a vivir a los EE.UU. tomaron la posta sus padres, José Pérez y María Luisa Mora, y continuaron en ese quiosco 30 años más hasta que lo reubicaron en la actual dirección y lo atendía su padre, quien falleció hace 28 años y tomó la posta su madre. Siempre el sitio fue conocido como los sándwiches de don Pepe, porque así era llamado su papá. Conversamos en el local que inauguraron hace dos años y donde a más del famoso sándwich ofrecen otros platos relacionados con el chancho. Ahora tienen servicio a domicilio y cubren eventos familiares y empresariales.

“Para que disfrutes un sándwich, el pan tiene que ser un enrollado crocante o una palanqueta”, dice Pepe Pérez. “A la gente le gusta con el cuerito, cebollita, juguito y puro chancho acompañado de buen ají, sin grasa y el chancho sazonado y hornado por nosotros, como siempre”. Cuenta que así como tienen clientes nuevos, hay otros del tiempo de su abuela. Es el caso de Santiago Peré, antiguo propietario de cola Fioravanti, un señor de la tercera edad que va dos o tres veces por semana. O la cantante Patricia González, pero el más célebre y fiel fanático de los sándwiches fue el ingeniero León Febres-Cordero, cliente desde los tiempos de su abuela.

Sánduches Don Pepe (quiosco): Luis Urdaneta y Ximena. También en el local de Ximena y Padre Solano. Lunes a sábado, de 09:00 a 19:00. Telfs.: 099-300-1799 y 230-3023.

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