El reto de administrarlos: Hospitales más sensibles

19 de Mayo de 2013
  • Sala del hospital Luis Vernaza, complejo de salud que cuenta con un área pública y otra de atención privada, tipo clínica.
  • Las áreas de Emergencia lucen copadas a ciertas horas en hospitales como el del Seguro Social, que hace poco amplió tales espacios.
  • El hospital Guayaquil ha remodelado y readecuado diversas áreas, y ha sumado especialistas, como parte de su proceso de mejoramiento.

Con un sistema de salud abarrotado por la  demanda, cuatro gerentes médicos narran cómo enfrentan tal realidad.

Los hospitales suelen tener ciertas características: en su mayoría son centros de salud con un mínimo de cien camas (estándar internacional), que brindan varias especialidades médicas, quirófanos y equipos; son manejados por el Estado o por entidades de asistencia social que renuncian al lucro, y apuntan a atender al grueso de la población.

Sin embargo, una clínica particular puede “ascender” a la categoría de “hospital clínica” al crecer de tal manera que genera una amplia  infraestructura de servicios  y diversidad de especialidades médicas. Pero, por haber nacido como privada, mantiene sus fines de lucro.

Por ello, la realidad hospitalaria local se siente de manera más profunda en entidades como los hospitales de servicio público Luis Vernaza, Solca, Guayaquil y del Seguro Social,  cuyas infraestructuras acogen a la mayoría de un conglomerado que necesita servicios de salud,  aspirando a que tales tratamientos no impacten en su economía familiar.

Mundos paralelos

Los hospitales son generadores de esperanza. Tienen la capacidad de reponer la salud del paciente y la tranquilidad de sus familiares. Cuando ellos triunfan, triunfa la vida. Pero una victoria tan grande solo puede venir acompañada de la posibilidad de una derrota así de mayúscula, sobre todo cuando la sociedad observa grietas en esas estructuras hospitalarias que deberían ser modelo de eficacia, eficiencia e, incluso, imagen pública.

Todo aquello pareció descalabrarse en abril del año anterior, cuando la opinión ciudadana quedó impactada por el caso de Roberto Quimí Huacón, joven de 23 años que, tras haber sufrido un accidente en motocicleta en la parroquia rural Los Lojas, del cantón Daule, falleció por presuntamente habérsele negado atención médica de emergencia en nueve hospitales y clínicas de Daule y Guayaquil.

La excusa del director de uno de esos centros apuntó,  según la prensa: “Yo no puedo sacar a un paciente de cuidados (intensivos), pararle el respirador y ponerle a otro”.
Otro caso: la Dirección de Salud del Guayas anunció el mes anterior la clausura por 60 días  de un hospital clínica de Samborondón por la presunta falta de atención  de emergencia a Miguel Ángel Mendoza Yépez, el 15 de febrero del 2012.

Mendoza, de 27 años, había sido arrojado de un automóvil por secuestradores express, a unos 200 m de esa casa de salud, dejándolo con una herida de bala en el tórax.

Los policías solicitaron asistencia médica a la clínica, pero esta aparentemente la negó indicando que solo atendía a los afiliados. La investigación determinó que la casa de salud había incumplido el art. 186 de la Ley Orgánica de Salud del Ecuador, que obliga a los centros hospitalarios a atender a los pacientes que lleguen con  urgencia, sin solicitarles pago previo. Esa casa asistencial está apelando la orden de clausura, que aún no se ejecuta.

Realidad compleja

El doctor Joseph McDermott, director técnico del hospital Luis Vernaza, entidad de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, considera que aquellos casos son aislados, pero resultan el síntoma de que solo en la ciudad de Guayaquil al parecer existe el  déficit de unas 15 mil camas, para lo cual cita un estudio realizado por la prensa local.

Esa deficiencia genera en los hospitales un congestionamiento de personas que reclaman su genuino derecho a ser atendidas, agrega McDermott, lo cual se agrava, entre otras razones, por una falta de cultura ciudadana para cumplir con un proceso lógico al solicitar la atención médica; “las personas acuden a los hospitales para atenderse por una faringitis, una otitis o una fiebre, cuadros simples que deberían ser observados por dispensarios de atención primaria”, dice.

Este profesional aplaude la intención del Estado de intentar asegurar atención de salud a todas las personas, pero considera que la actual maquinaria médica de la ciudad y el país aún no está preparada para cumplir con tal propósito.

“Aquí existe una mística y una política de no rechazar a nadie”, indica McDermott, “tengo 111 respiradores y llega el paciente 112… entonces allí observa a doctores dando ambu (resucitador manual), a pesar de que es antitécnico, pero es la manera en que podemos ayudar al paciente para que no pierda la vida… Créame que es durísimo”, explica el directivo, quien lamenta que fuera de las puertas de un hospital no se entienda que un centro de salud tiene una capacidad limitada para recibir a pacientes, tal como un restaurante tiene cierta cantidad de mesas para sus comensales o un bus cuenta con un número de asientos para los pasajeros.

Aproximarse, siempre

El doctor Gonzalo Puga, gerente hospitalario de la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (Solca), considera que la mística social de los hospitales resulta realmente urgente al hablar de enfermedades como el cáncer, debido al alto costo que supone. “Una persona de clase media puede tener $ 3.000 para tratamientos un mes, pero ya no los tendrá para el siguiente”.

Dato

1.600 camas quiere sumar el Gobierno con cuatro nuevos
hospitales públicos

Puga es el encargado de ejecutar las políticas que provienen del directorio de Solca, presidido por el doctor Juan Tanca Campozano, las cuales ayudan a conformar una planificación estratégica que, entre otros propósitos, apunta a reducir los tiempos de atención al paciente y brindarle comodidades. “Ya contamos con una sala de espera para 400 personas; antes los pacientes pasaban en los corredores”, indica.

Un punto trascendental en la labor de Solca, según Puga, es promover la detección de diagnósticos tempranos. Para ello cuentan con unidades de atención oncológica en ciudades como Milagro, Babahoyo y Guaranda, a las que pronto se sumarán la que se construye en Quevedo y la que se edificará en Galápagos.

Esos locales buscan masificar los controles para detectar cánceres como los de cuello uterino y de mama, los más comunes en las mujeres, y de próstata, en varones, a los cuales se suman los de piel.

“Para ello manejamos campañas de prevención y casas abiertas. La próxima será en junio para alertar sobre el cáncer en el tubo digestivo”, señala Puga, quien considera obligatorio que el hospital se acerque a la comunidad.

Por ello atienden a toda persona que llega a su sala de Emergencias (unas 200 diariamente), aunque su propósito original apuntaba exclusivamente a los casos relacionados con cáncer. “Los estabilizamos y los derivamos a otro centro asistencial”, indica el experto, quien afirma conmoverse especialmente con los casos de niños.
“La sensibilidad es vital en esta actividad; nadie acepta la muerte; nadie está preparado para que le digan ‘su hijo tiene cáncer’. A veces los problemas no tienen solución, pero tratamos de hacerle sentir al paciente que estamos con él”.

El renacer del Guayaquil

La proximidad con el ciudadano conlleva a escucharlo. Cuando aquello ocurrió con el médico español Jonás Gonseth, gerente hospitalario del hospital Abel Gilbert Pontón, “lo que escuché fue un grito de ‘ya no más’. Me encontré con un hospital donde no había medicamentos, faltaban especialistas, había un trato poco humano, no se respetaba la intimidad del paciente. La situación era crítica”, comenta este profesional, quien ocupa ese cargo desde hace once meses.

Gonseth fue escogido para liderar el cambio de rumbo que requería ese gran centro  hospitalario, cuya imagen pública venía deteriorada por una pésima atención al usuario.
Este especialista, con experiencia en Europa, Estados Unidos y América Latina, observó que primero debía atender el stock de medicinas. “Se compraba lo superfluo, no para salvar vidas. Había multivitamínicos, pero no encontraba  antibióticos para pacientes de intensiva. Por ejemplo, faltaba oxitocina, que es medicamento para evitar el sangrado de la mujer en parto. Puede evitar una muerte. Pero en cambio le daban vitamina C”, comenta el galeno, quien es conocido como Jonás, el quinto, por ser el quinto gerente en poco tiempo.

La lucha por conquistar la confianza de los pacientes ha sido intensa, indica, promoviendo desde la contratación de médicos especialistas (30 de ellos vienen del exterior, la mayoría ecuatorianos que regresan al país), hasta la imposición de medidas que resultan lógicas, como la de coordinar internamente el tránsito interno de medicinas; “antes los familiares debían retirarlas en la farmacia para llevarlas al paciente, era ilógico”.

El apoyo familiar resulta vital, pero para acompañar al enfermo. “Hemos luchado para ampliar las horas de visita”. Además, promueve entre los doctores y enfermeras la importancia del elemento emocional en el trato con los usuarios. “Una actitud arrogante o distante puede resultar peor que un mal resultado. Cuando alguien quiere hablar con el gerente suele ser para denunciar cómo ha sido tratado, no por el servicio hospitalario en sí”, indica Gonseth, quien aún enfrenta quejas que, dice, busca corregir con “valentía y creatividad”.

Las necesidades del IESS

Un prestador de servicios médicos nunca está satisfecho, ya que siempre queda la sensación de poder hacer más. Así lo percibe el doctor Francisco Cevallos, director del hospital Teodoro Maldonado Carbo, del Seguro Social.

La demanda de servicios de salud supera toda la oferta, “por más esfuerzo que hagamos, no logramos abastecernos. En Emergencia, hace dos años recibíamos a 800 pacientes al día, pero hoy atendemos hasta 1.400 diariamente, con un promedio que no baja de 1.200”, para lo cual tienen un centenar de médicos en ese departamento.

El área de Emergencia resulta una especie de medidor del nivel de atención de los hospitales  y de los problemas que estos centros atraviesan. Por ello, el hospital del Seguro Social abrió una nueva zona para estos casos. “Separamos el área de emergencia real con el área de urgencia. Ahora hay doble atención. La urgencia puede esperar, pero no las emergencias reales, como son el apuñalado, el herido de bala, el infarto, el trauma cerebral”.

Pero aun así, siempre hay asegurados insatisfechos, aproximadamente el 30% de quienes buscan los servicios de salud del IESS, pero que no pueden lograr las citas cuando desean, según estudios del call center de esa entidad.

Joseph Mc Dermott Jonás
Gonseth
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Puga
Francisco
Cevallos

Tal situación se debe a que en el mercado no hay el número adecuado de especialistas. En los últimos meses, en este hospital se han jubilado cuatro oftalmólogos, dos otorrinolaringólogos y un endocrinólogo, entre otros, cuyas plazas no han sido ocupadas, lo cual ha provocado que se saturen los turnos de los médicos o que los pacientes deban ser derivados a hospitales y clínicas privadas.

“Cinco mil de nuestros pacientes (40% niños) fueron derivados a otros centros, aunque siguen siendo del IESS”. A ellos se suman los asegurados que acuden a esos centros privados en emergencias, cuya atención es aprobada por la Subdirección del Seguro de Salud.

Para Cevallos, la ampliación de la infraestructura es parte de la solución, por lo cual el hospital ha presentado como proyectos la construcción de dos torres con 160 camas hospitalarias cada una. Con ello, el hospital sumaría 320 camas a las 430 que cuenta actualmente, las cuales recibieron a 27 mil pacientes el año anterior. Además, fortalecerían la pediatría, donde tienen vacíos porque ese hospital fue construido para atender a adultos.

Esos son sus planes, aunque no serían una solución definitiva que le generen una tranquilidad completa. Esto, porque al brindar salud, nuestros entrevistados coinciden en que nunca, nadie, en ninguna circunstancia, puede darse el lujo de sentirse complemente satisfecho.

 

Cifras y hechos

• El hospital matriz de Solca tiene entre sus planes mejorar el servicio de emergencia, duplicando el área (hoy es de 220 m²), sumando 15 camas para adultos y 5 para niños.

• El hospital Luis Vernaza ocupó el puesto 34 entre los 45 mejores hospitales de América Latina, según un ranking de América Economía de septiembre del 2011.

• El año anterior, el hospital del Seguro Social atendió 300 mil consultas externas, 24 mil cirugías (4 mil más que en el 2011) y 27 mil egresos. Tiene 288 especialistas y 41 médicos generales.

•  El hospital Guayaquil labora hoy con 160 camas, pero sumará  otras 100 al finalizar sus obras de infraestructura. Atiende diariamente a unos 1.000 pacientes en emergencia y a 1.400 en consulta externa.

 

 

 

 

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