Detectores de mentiras

01 de Junio de 2014
Matt Richtel | The New York Times

¿Un solicitante de empleo está mintiendo? ¿Qué tal su jefe o un emprendedor que esté prometiendo duplicar su inversión? ¿Se puede detectar?

La mayoría de nosotros somos malos para detectar una mentira. Al menos conscientemente. Una nueva investigación, publicada el mes pasado en Psychological Science, sugiere que tenemos buenos instintos para juzgar a los mentirosos, pero que están tan profundamente sepultados que no podemos acceder a ellos.

Esta conclusión es obra de Leanne ten Brinke, una psicóloga forense –estudió a padres que mataron a sus hijos y mintieron al respecto– que ha volcado su atención en el mundo empresarial. “Quizá nuestros propios cuerpos lo saben mejor que nuestra mente consciente quién está mintiendo”, explicó Ten Brinke, ahora en la Escuela Haas de Negocios en la Universidad de California en Berkeley.

Es bien aceptado que la mayoría de nosotros no somos mejor que una moneda al aire al ver una mentira. Un experimento clásico involucra mostrar a los sujetos de estudio una videograbación de personas, algunas de las cuales están mintiendo, quienes dicen que no robaron 100 dólares; los sujetos identifican correctamente a los mentirosos la mitad del tiempo.

Ten Brinke y sus colaboradores en Haas se basaron en ese experimento, con una modificación: Después de que los sujetos vieron el video e hicieron sus evaluaciones conscientes de quién estaba mintiendo, los investigadores trataron de medir las reacciones inconscientes de los sujetos.

Para hacerlo, los investigadores mostraron rápidamente imágenes de alguien ya visto en la videograbación; pero esta vez en milisegundos, indiscernibles conscientemente. Los sujetos luego completaron una tarea de palabras que involucraba colocar palabras de “verdad” (como confiable, honesto, válido) y palabras de “mentira” (deshonesto, inválido, engañoso) en sus categorías adecuadas.

Cuando a los sujetos del estudio se les mostró rápidamente una imagen de un mentiroso, eran significativamente más lentos para agrupar palabras como confiable u honesto en la categoría de “verdad” pero más rápidos en agrupar palabras como engañoso en la categoría de “mentira”. Lo opuesto aplicó cuando los sujetos vieron a una persona confiable. Así que, en general, las mismas personas parecieron mejores para detectar mentiras inconscientemente que conscientemente. Según mediciones científicas, el tamaño del efecto fue decididamente poco trivial pero no abrumador.

Indicios débiles
Hay muchas teorías sobre por qué la capacidad para seleccionar a los mentirosos se pierde en la traducción a la conciencia. Ten Brinke especuló que nos decimos unos a otros pequeñas mentiras todo el tiempo –por supervivencia, estrategia reproductiva– y que parte de llevarse bien socialmente es ser capaces de permitir que esas mentiras inofensivas pasen inadvertidas.

¿Es posible aprovechar la capacidad inconsciente? “Es la pregunta del millón de dólares”, dijo. El estudio encaja en una rica historia de investigación sobre la detección de mentiras, con algunos investigadores que dicen que pueden interpretar las mentiras en las expresiones faciales y otros que argumentan que los mentirosos simplemente no dejan escapar suficientes signos claros para permitir la detección.

“Los indicios son demasiado débiles”, dijo Bella DePaulo, una profesora visitante de psicología en la Universidad de California en Santa Bárbara, y experta en detección de mentiras. Dijo que había cierta evidencia, que incluye su propia investigación, que apoyaba la idea de la detección inconsciente o indirecta de las mentiras, pero dudó de que fuera a convertirse alguna vez en un sistema verdaderamente efectivo.

Ten Brinke ha iniciado un nuevo experimento, uno que espera ofrezca tácticas concretas para ayudarnos a identificar a los mentirosos. Conlleva medir los síntomas fisiológicos como el flujo sanguíneo y la transpiración en los sujetos de estudio que están escuchando a un mentiroso. Eso, también, es una modificación.

La tradicional prueba de detección de mentiras hace mediciones similares de una persona sospechosa de estar mintiendo. Quizá el mejor detector será la persona que escucha, al menos si la mente consciente puede ser excluida.

Quizá nuestros propios cuerpos lo saben mejor que nuestra mente consciente quién está mintiendo”.
Ten Brinke
Escuela Haas de Negocios en la Universidad de California en Berkeley

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