Barberos "urbanos"

13 de Mayo de 2012
Texto y fotos: Jorge Martillo Monserrate

Una visita a dos peluquerías de Guayaquil para averiguar por qué se han vuelto tan populares entre la gente más joven.

Esa tarde iba tras las peluquerías urbanas. Últimamente sembradas por todo el mapa de Guayaquil y otras ciudades. Frecuentadas por los más jóvenes.

Ahí, inspirados barberos, valiéndose de máquinas eléctricas, navajas y tijeras, realizan cortes y diseños que convierten la cabeza de su clientela en un lienzo artístico. 

Ese viernes no pude evitar que me asaltaran los recuerdos de esas tradicionales peluquerías olorosas a colonia y brillantina. Con paredes cubiertas de espejos y el piso de pelo de toda calaña. Cómo olvidar esos sillones giratorios  y la correa de cuero en la que el barbero asentaba la navaja antes de afeitar. O las banquetas ubicadas en el portal para que los clientes y vecinos leyeran diarios, revistas o simplemente conversaran.

El barbero loco

“Te voy a llevar donde uno de mis dos asesores de imagen”, me dijo Germán Simisterra hecho el adonis y enrumbó su automóvil del año 96 hacia la Alborada. Según Simisterra, los más solicitados peluqueros urbanos de Guayaquil son Aurelio Bohórquez –hacia donde nos dirigíamos y Marco Caicedo en la 25 y la E, pero como  él también es cantante, andaba de gira.

Mi Alborada –Alborada 7ª etapa, manzana 735, villa 4– fusiona la peluquería tradicional con la urbana. “Los mejores cortes y estilos para niños, damas y caballeros en un solo lugar” es el eslogan de esa peluquería que abrió sus puertas en 1992.

Afuera, los vecinos conversan al sol. Adentro, el aire acondicionado elimina al  calor infernal, suena música variada y los clientes se multiplican en los espejos. Las paredes lucen afiches con cortes clásicos y los urbanos conocidos como fey, block, sisa, mohicano, español, boricua, entre otros. Hay fotos de basquetbolistas, reggaetoneros, raperos y futbolistas como David Beckham, Cristiano Ronaldo, Neymar y otros. Todos especialistas en marcar tendencias con sus cortes y diseños que medio mundo desea en sus cabelleras.

Aurelio Bohórquez, guayaquileño de 50 años, es uno de los pioneros de esta manera creativa de peluquear que aprendió en los años noventa. “Llegaban clientes del extranjero con esos cortes que yo captaba y después les enseñé a casi toda la nueva generación que ahora tiene sus peluquerías urbanas”, cuenta El Barbero Loco, apodado “por los diseños rayados que he inventado”.

Aurelio aprendió  a los 15 años el oficio, en la peluquería del maestro Gustavo Pazmiño, ubicada en 9 de Octubre y Boyacá. “Éramos artesanos clásicos, trabajamos con la máquina manual y nosotros mismo afilábamos nuestras tijeras y navajas”, evoca mientras corta el cabello a Roberto Rodríguez quien afirma: “Desde pequeño me hago estos cortes porque me gusta verme bien”.

El Barbero Loco cuenta que algunos clientes llevan dibujos o fotos de lo que desean que les diseñen en sus cabezas: el escudo de Barcelona, Emelec, el rostro de  la madre, novia o hijos, u otros. “Aquí se lo hacemos, nuestro éxito es ser creativos”.

Los viernes y sábados es cuando más fanáticos de la peluquería urbana acuden. Desde niños hasta adultos de 30 años más o menos. El corte normal cuesta 4 dólares y con diseños de 8 a 10 dólares. Atiende de lunes a sábado de 09:00 a 21:00 y los domingos hasta las 19:00.

Bohórquez me pide que no olvide de nombrar a sus colaboradores: Vicky Anchundia, Magdalena Espinosa, el maestro Winston Avilés y la promesa de las tijeras Orlando Yupa. Y también lanza un mensaje: “No porque un muchacho use estos cortes es pandillero, esto es simplemente una moda”.

“Aquí viene la gente que le gustar lucir, que les encanta estar bien  y son de todas las edades”, Jimmy Melgar, peluquero.

Al son del hip hop

Por fuera y por dentro, la Barber Shop Black Jimmy está grafiteada como toda peluquería que se precie de urbana. Hace cuatro años abrió sus puertas en la esquina de Riobamba y Alejo Lascano.

Al sitio acuden amantes del reggaetón, el merengue, la salsa, el rock, el fútbol y las más diversas tendencias, pero en esta barbería reina el hip hop. Esa es la cultura de Jimmy Melgar, barbero guayaquileño de 34 años más conocido como Black Jimmy, diestro y creativo con la cortadora eléctrica y la navaja en las manos.

Hace 18 años aprendió el oficio. En la 11 y Portete abrió su primera peluquería con Marco Stylus, que ahora tiene su barbería en La Chala. Según  Black, ellos fueron los primeros en Guayaquil en decorar la peluquería con grafitis.

“Aquí viene la gente que le gustar lucir, que les encanta estar bien y son de todas las edades”, dice,  mientras le corta el cabello a un niño de tan solo un año que está en brazos de su padre. Black derrocha talento y buen humor. Sus compañeros  son Junior y Yoki Mina, que atiende al público femenino que llega tras extensiones, trenzas, estirarse o plancharse el cabello y otras sutilezas.

¿Pero cuál es el posible origen de esos cortes y peinados ahora tan de moda? Los jóvenes peluqueros ni sus clientes lo saben a ciencia cierta. Según la socióloga colombiana Nelly Mendivelso, autora del libro Mapa de fuga y otros secretos afro, en estos cortes y dibujos contemporáneos hay ecos de la lucha negra contra la esclavitud.

Mendivelso narra que en esos tiempos, las mujeres negras gracias a su observación del monte, diseñaban en las cabezas de sus niñas un mapa con caminitos y vías de escape. Peinados en los que sus hombres descifraban qué ruta tomar en el momento de fugar hacia la libertad.

Libertad creativa es una de las cualidades que debe tener un peluquero urbano.

Esa tarde, para que le hagan diseños tribales en su cabellera, llegó Big-L, cantante del hip hop Big-L: “Si uno viene con la cabeza redonda, aquí Black Jimmy nos la pone cuadrada a punta de máquina eléctrica y tijera”, dijo desde el sillón del peluquero de esa barber shop que atiende de lunes a sábado, desde las 10:00 hasta las 22:00. La tarifa, de 3 a 5 dólares, está al alcance de toda la tribu urbana.

Cuando la tarde cae, le pregunto por qué es peluquero urbano: “Por mi cultura que es el hip hop –manifiesta Black Jimmy–, así yo me comunico y me gusta que mi gente se vea bien”.

El barbero me mira la cabellera y con su máquina eléctrica ronroneando como un gato me dice: “Yo le voy a hacer un diseño a usted, ¿por qué no?”.

“No porque un muchacho use estos cortes es pandillero,  esto es simplemente una moda”, Aurelio Bohórquez, peluquero.

 

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