Libros sin fronteras

30 de Octubre de 2016

El libro no puede tener trabas. De ningún tipo: ni arancelarias, ni aduaneras, ni fiscales, ni administrativas. Y eso, además del trasunto comercial que conlleva, es la mejor manera para garantizar la libre circulación de ideas y la libertad de expresión. Esa es la filosofía de la ya bautizada como Declaración de Barcelona, que la semana pasada lanzó el Grupo Iberoamericano de Editores (GIE), que agrupa a todas las cámaras del libro y asociaciones de editores de 21 países (incluidos Portugal y Brasil).

El español como “idioma sintáctico y gramaticalmente homogéneo” que es y la constatación que casi mil millones de personas son las que hablan español o portugués son los pilares del documento para solicitar a los gobiernos medidas que pasen por “planes permanentes de fomento de la lectura y del libro” con el fin de “convertir a la región en una región de lectores”. Inseparable de ello es “diseñar planes de acción contra la piratería”, así como la “protección y fomento de la Propiedad Intelectual”. Para todo ello, el GIE propone tque no se sobrepasen los dos años para aplicar la eliminación de las trabas arancelarias y fiscales, pero también, de las que no son solo económicas o administrativas, como lanza sutilmente un comunicado que no tenía precedentes desde 1958.

“No se trata de regular contenidos, pero tampoco de mantener los límites a la libertad de expresión; quizá ya no hay censura oficial en el continente, pero está claro que en países como Venezuela o Cuba se mantiene cierta vigilancia sobre los libros”, fija Daniel Fernández, vocal de la GIE como presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, gran impulsora de la iniciativa. A Cuba, esa declaración la afecta de lleno: mantiene aún un notable control ideológico sobre los libros pero, además, se ha saltado sistemáticamente la legislación de los derechos de autor.

El acuerdo también dinamizaría económicamente el sector, ahora castigado por políticas como la de Argentina, que blindó su aduana a la entrada de libros de importación, decisión que, por ejemplo, fue contestada por Uruguay con una medida bilateral pareja. (I)

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