Compañeras del embarazo

13 de Mayo de 2018

Ellas son doulas: la palabra griega para ‘esclava’, pues en la antigüedad eran las personas designadas para acompañar el alumbramiento.

Jennifer Bertha, Cenidel, Centro Integral de Embarazo y Lactancia
Crear el ambiente propicio

Jennifer trabaja como educadora de lactancia desde hace doce años, y como doula de partos y educadora perinatal hace diez.

Actualmente es directora, junto con Priscilla Loor, de Cappa Latinoamérica, la Asociación de Profesionales del Parto y el Posparto.

Vive desde hace catorce años en Ecuador, el lugar donde ha ejercido su profesión, y entrena doulas desde Argentina hasta México (el país con mayor cultura de parto, comenta).

En este oficio hay tres principios básicos. El primero: “No soy médico”. Segundo, confidencialidad. “Tercero: No es mi parto”, afirma Jennifer. “Si una mujer quiere una cesárea, vamos a tener la mejor posible. Puedo dar información, no obligar a nada”.

El trabajo de la doula es conocer a la mamá y a su pareja y crear el ambiente propicio para un parto satisfactorio. Pero no tiene el poder de quitar el dolor. “El dolor del parto no es patológico. No es un accidente ni implica enfermedad”. Las doulas son muy versadas en los beneficios del parto natural. Entre ellos, indica Jennifer, facilitar la lactancia de una manera que no ocurre en la cesárea, en la cual la mamá, en situación de dolor, no puede atender al bebé con tranquilidad. Se dificulta si el bebé no pasa con su madre al menos 45 minutos después de nacido. No es obligatorio que lacte en ese tiempo, dice, pero sí que estén juntos. Incluso si no puede amamantar, la madre debe pasar en contacto cercano con el bebé.

“Lo más importante de la lactancia es que obliga a madre e hijo a estar juntos. Es muy fácil que otra persona dé el biberón al bebé. Pero la lactancia no se puede delegar. La nutrición es importante”, concluye, “pero si va a extraer la leche para que otro se la dé, no será lo mismo”.

el acompañamiento

La forma en que un bebé arriba al mundo influye poderosamente en la salud y bienestar de su madre y el suyo. Por eso, desde hace más de diez años los principios del parto humanizado han cobrado relevancia.

El alumbramiento, dice la Organización Mundial de la Salud, debe ser una experiencia positiva, que cumpla las creencias y expectativas personales y socioculturales de la mujer. La idea es que ellas tengan un mayor sentido de control en la toma de decisiones respecto de su embarazo. Esto incluye dar a luz a un bebé sano, en un ambiente seguro (clínico y psicológico) y con apoyo práctico y emocional; es decir, estar acompañada en el nacimiento y ser asistida por personal amable y con competencias técnicas y adecuadas. Al referirse al acompañamiento, la OMS señala que la persona elegida puede ser un familiar o la doula. En cualquier caso, el ente internacional recomienda que las mujeres estén continuamente acompañadas durante el parto para mejorar los resultados y su satisfacción.

Stefania Pow, La Vía Láctea
Por un parto respetado

“La carrera en el mundo de la maternidad empezó con la lactancia de mi hijo”, dice Stefania, quien define la experiencia como mala: dolor y falta de ayuda. Investigando, descubrió un grupo en línea de consultoras de lactancia y pudo amamantar mejor.

Así fue como decidió estudiar en la extensión de la Universidad de San Diego y graduarse como consejera de lactancia (ahora estudia para certificarse como consultora). También entrenó como doula en la academia Birth Arts International. Esto la llevó a hacer prácticas en una maternidad pública y allí la impresionó que no existiera un mínimo de respeto para el parto. “Una persona pidiéndole a la mamá que puje y otras cinco hablando de una fiesta. Pensé que tenía que hacer lo correcto, ayudar a que las decisiones de las mamás sean tomadas en cuenta. Por ejemplo, que puedan decir: ‘No quiero cortes, quiero un parto natural sin medicamentos’, y que sus deseos no sean rechazados sin fundamentos”.

¿Qué es para ella un parto respetado? “Uno que espera los tiempos, entre esos, el del bebé. No lo programa. Lo monitorea, no lo fuerza a salir. Toma en cuenta las necesidades de la mamá, si quiere comer, si quiere agua, si quiere cambiarse de ropa”. Se consideran los derechos del bebé. Como pasar con su mamá al menos los primeros 40 minutos, la ‘hora dorada’, en que se crea una impronta entre los dos. Si este momento se posterga, genera estrés en la madre. “Todos los procedimientos médicos al bebé pueden hacerse sobre el pecho de mamá. No debería apurarse a ninguno de los dos”.

La primera misión de la doula es informar de todas las opciones que mamá tiene, para que tome decisiones informadas y pueda formular un plan de parto, que no es un cronograma, sino un documento que elabora la pareja con todo lo que quiere que se realice durante el nacimiento: puede ser apego precoz, corte tardío del cordón, no baño, no alimentación con fórmula. Con esto, se puede conversar con el profesional médico y llegar a un acuerdo. Porque el parto no es una enfermedad, insiste, ni un problema del que hay que salir cuanto antes. “Por ideas como esa, generalmente se termina en cesárea”.

LOS 24 PASOS del embarazo

Todas las unidades sanitarias que atienden partos, advierte el Ministerio de Salud Pública, “deben cumplir con los 24 artículos relacionados al parto, puerperio y de lactancia” de la normativa Esamyn (Establecimientos Amigos de la Madre y el Niño).

1. Capacitar y dar a conocer la norma en el establecimiento.

2. Cumplir con las sesiones de educación prenatal.

3. Captar y controlar a embarazadas, y asegurar el tratamiento de mujeres en riesgo.

4. Garantizar la prueba de VIH y sífilis, así como el tratamiento.

5. Articularse con agentes de medicina ancestral para el cuidado antes, durante y después del parto.

6. Permitir el acompañamiento por una persona de elección de la madre antes, durante y después del parto.

7. Garantizar un ambiente acogedor y respeto por prácticas interculturales.

8. Asistir a la madre para que se movilice y asuma la posición de su elección.

9. Proporcionar métodos no farmacológicos para el dolor.

10. Evitar procedimientos invasivos y cesáreas innecesarias.

11. Garantizar pinzamiento oportuno, apego inmediato y lactancia en primera hora.

12. Realizar los procedimientos médicos al bebé frente a mamá.

13. Identificar posibles riesgos y manejar complicaciones que amenacen la vida de madre y bebé.

14. Permitir el contacto con bebés que requieran internación e informar sobre su evolución.

15. Al alta: asesorar y garantizar métodos de planificación familiar, informar sobre signos de alarma y coordinar la primera cita de control.

16. Informar de los beneficios y manejo de la lactancia materna.

17. Ayudar a iniciar la lactancia en la hora siguiente al parto.

18. Mostrar a las madres cómo amamantar y mantener la lactancia incluso en caso de separación del bebé.

19. No dar al recién nacido alimento o líquido que no sea leche materna.

20. Practicar alojamiento conjunto 24/7 de madre y bebé.

21. Fomentar la lactancia a demanda, sin horas ni duración.

22. No dar biberones ni chupones a los recién nacidos.

23. Referir a las madres a grupos de apoyo a la lactancia.

24. No entregar material de propaganda o muestras gratis de fórmula, chupones o biberones.

Priscilla Loor de Umpiérrez
Un servicio para todas las mujeres

Aunque se acaba de retirar como doula de parto, es decir, ya no acompaña a las embarazadas en el alumbramiento, Priscilla Loor continua impulsando este oficio como capacitadora de nuevas doulas, sean enfermeras, auxiliares de enfermería o personas sin una formación médica previa.

“He propuesto en algunos hospitales públicos capacitar a parte de su personal. Mi meta es introducir este servicio para que las mujeres de todas las clases sociales puedan tener una doula que mejore su experiencia. Debería ser un beneficio para todas, no solo para la que pueda pagarlo”, explica. El acompañamiento a la mujer embarazada, antes, durante y después del parto, es una actividad que ha desarrollado por 20 años. En su caso, primero se formó como enfermera profesional. “Cuando estudiaba Enfermería en los 80 y hacía mis prácticas en las salas de parto comprendí los efectos de sostener la mano a una mujer en proceso de dar a luz, está vulnerable y necesita mucho apoyo, alguien de confianza y que al mismo tiempo sepa cómo asistirla”.

Para concretar esa aspiración se certificó en EE.UU. en el centro internacional Doulas of North America; también en Cappa (Child birth and Postpartum Association), con representación en Latinoamérica, donde pueden acceder los ecuatorianos interesados en esta noble labor. Una labor que además se complementa con otras certificaciones igual de necesarias. Por ejemplo, Priscilla actualmente también es educadora perinatal, consultora de lactancia y asesora en el método Creighton de planificación familiar.

La experta recuerda que en sus primeros años de doula despertaba mucha curiosidad cuando entraba a una sala de parto con un balón de gimnasio, algo inédito a finales de los 90s. “Pero hacer sentar en esa pelota a la mujer, en el momento de dolor, la alivia y le ayuda a mejorar la posición del bebé para alumbrar”, agrega. Por eso puntualiza que “hoy cada vez se valora el trabajo de la doula en Ecuador”. (G.Q.)

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