Claudia Piñeiro: La dama del suspenso

09 de Agosto de 2015
  • Claudia Piñeiro nació el 10 de abril de 1960 en Burzaco, provincia de Buenos Aires (Argentina).
  • Las viudas de los jueves (2005). Se convirtió en película.
  • Tuya (2008) narra la historia de infidelidades y un asesinato.
  • Betibú (2011) reafirmó su éxito en lo policial. También es filme.
  • Una suerte pequeña es la más reciente novela de Claudia Piñeiro.
  • Esta escritora gusta de tener contacto con sus lectores. Aquí en una firma de su último libro, Una suerte pequeña.
Moisés Pinchevsky

La novelista argentina Claudia Piñeiro llegará a Guayaquil con su voz cargada de oscuridad, misterio, emociones y casos policiales. Ella viene para la Feria Internacional del Libro, que comienza este miércoles y dura hasta el sábado.

Los crímenes más leídos en Argentina son ficción... Y nacen de la imaginación de Claudia Piñeiro, quien este año cumple una década como best seller gracias a la novela que ha puesto su rostro en las portadas de varias de las principales revistas de América Latina (y hoy de la nuestra): Las viudas de los jueves.

Este drama policial, que se detona tras encontrar tres cadáveres flotando en la piscina de un barrio de clase alta, le valió el Premio Clarín de novela en 2005, además de fama como la gran escritora del género policial argentino. Sus siguientes obras, como Betibú, Tuya y Las grietas de Jara, han validado sus méritos en el mundo del suspenso. También le han valido el salto al séptimo arte, ya que esos cuatro títulos tienen su versión cinematográfica (Las grietas de Jara está en etapa de producción).

Ahora Claudia anuncia su llegada a Guayaquil con su nuevo libro bajo el brazo, Una suerte pequeña, que se aparta del policial para entregar un drama familiar cargado de emociones, según explica la propia Claudia en una entrevista que le hicimos vía e-mail.

El suspenso me interesa mucho como recurso literario. Contar una historia con suspenso me parece una forma de seducir al lector (...) El crimen, en cambio, me toma generalmente de camino...”, Claudia Piñeiro

¿Cómo fue su inicio con la escritura literaria?

Siempre escribí, desde que sé escribir. Pero no me pude pensar o imaginar como escritora hasta muchos años después. En la universidad seguí una carrera que nada tenía que ver con las letras (Ciencias Económicas, en 1978 la dictadura militar había cerrado casi todas las carreras humanísticas y quedaba poco que elegir). A los treinta años decidí que además de escribir en cada rato que podía robarle a mis obligaciones, quería trabajar en algo que me acercara más a la escritura. Dejé mi trabajo como contadora y empecé a trabajar en una editorial de revistas. Y además estudié escritura de guiones, y pronto pude trabajar como guionista. Mientras tanto, siempre seguía estudiando con maestros como Guillermo Saccomanno o Mauricio Kartun, y escribiendo novelas o cuentos u obras de teatro. Incluso llegué a publicar algunas. Pero fue el Premio Clarín Alfaguara lo que me dio visibilidad y me permitió llegar a una gran cantidad de lectores que hasta entonces no me conocían.

¿Se esperaba el éxito de Las viudas de los jueves?

No, para nada. Había escrito una novela que no sabía ni siquiera si iba a ser publicada. Cuando gané el premio me di cuenta de que ganarlo sería una gran oportunidad que yo podía tomar o dejar pasar. Y tomar esa oportunidad significaba seguir escribiendo y tratar de hacerlo cada vez mejor. Pero lo que ocurrió con Las viudas de los jueves era inimaginable. Se vendieron casi medio millón de ejemplares en estos diez años. Se siguen vendiendo. Se lee en los colegios. Se hizo una película basada en la novela. Se tradujo a muchísimos idiomas. Pero lo más difícil fue pasar del anonimato a caminar por la calle y que la gente te reconozca. Esto no es muy común ni siquiera para escritores con mucho recorrido. Hay escritores que admiro y que no estoy segura si podría reconocerlos por la calle. Y en general somos un poco fóbicos, o retraídos. Eso fue lo más difícil, que de un día para otro la gente que estaba a mi alrededor sabía quién yo era, y me pare para hablarme de la novela.

¿Cuál es su proceso para alimentar una historia?

Trabajo con imágenes disparadoras que aparecen sin buscarlas y sin saber cómo. Algo así como pasa con los sueños: uno no sabe bien por qué soñó determinada cosa, aunque pueda atar algunos cabos sin estar seguro de las conclusiones. Esas imágenes las dejo macerar en la cabeza un tiempo. Puede ser meses. Como si fueran semillas a germinar. No anoto nada todavía. Si se quedan, si no desaparecen, si los personajes de esa imagen empiezan a caminar, a moverse, a hablar, si les reconozco un tono, conflictos posibles, etc., entonces es porque probablemente hay una historia que vale la pena ser contada. Y entonces sí me siento a escribir, a tirar de la lana para desarmar el ovillo y entender qué hay allí escondido.

¿Por qué considera que se ha inclinado literariamente al suspenso y a los crímenes?

El suspenso me interesa mucho como recurso literario. Contar una historia con suspenso me parece una forma de seducir al lector a la manera en que lo menciona Barthes en El placer del texto. El crimen, en cambio, me toma generalmente de camino, en medio de la escritura. Excepto en Betibú, no me senté nunca pensando que lo que escribiría sería una novela policial. El policial me tomó de camino, cuando yo estaba escribiendo simplemente una novela.

¿Qué hay en ese mundo policial (quizás algo oscuro) que atrae tanto al ser humano?

Yo creo que hay varios puntos que lo hacen un género popular. El primero es que cuenta la sociedad donde vivimos. Es el género más pegado a la realidad, a lo que está pasando. Una sociedad se cuenta también por los crímenes que se cometen en ella. Y para entender un crimen hay que contar en qué tipo de sociedad se cometió. Un crimen xenófobo, que sería posible en algunos países europeos, por ejemplo, sería bastante más extraño en la Argentina, por ejemplo. En cambio, en la Argentina desaparecieron miles de personas durante la dictadura y los dictadores se apropiaron de sus bebés, y estos otros crímenes en varios de aquellos países europeos serían impensables.

¿Cuál será su mensaje en la charla que dictará en la Feria del Libro de Guayaquil?

No traigo un mensaje. Vengo a hablar de libros y literatura. Yo creo que la literatura no tiene que transmitir un mensaje al modo de las moralejas del siglo XIX. Lo que traigo son mis novelas y con ellas las historias que cuento, los personajes que las habitan, el lenguaje que elijo. Me hace mucha ilusión estar en esta feria del libro. Vengo a Guayaquil este 2015 (no lo pude hacer antes) porque hace años que me invitan con muchísimo entusiasmo; tengo montones de mensajes de lectores de esta ciudad, y lo agradezco profundamente. Es muy tentador participar en la feria de una ciudad donde uno ya ha sido leído y de alguna manera es esperado. Venir es una manera de reconocerles a esos lectores su fidelidad y su cariño, estando presente en su casa, charlando con ellos, firmando sus libros. Estaré en dos eventos. Conversando con la crítica Pilar Calderón acerca de mis novelas en general, pero en particular de Una suerte pequeña, mi novela más reciente. Y charlando con el escritor Óscar Vela y la crítica Patricia Varas acerca de Personajes que matan.

¿Cómo ha aprovechado las redes sociales como escritora?

Soy muy activa en las redes. Sobre todo Twitter y Facebook. El intercambio que tengo con los lectores es muy fluido. Para la presentación de Una suerte pequeña en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires hice una convocatoria en Facebook y antes de que saliera editada mi novela se la entregué a 20 de los muchas personas que se anotaron. Esos lectores hicieron una crítica o devolución de esa lectura y luego en la presentación de la feria pusimos en una pantalla esas devoluciones y leímos algunas de ellas. Por otra parte, con esta novela es con la que más mensajes he recibido; todos los días cuando me levanto me encuentro con comentarios de gente que la leyó o la está leyendo. Es muy gratificante. Otra cosa que me gusta mucho es cuando los amigos de Facebook o Twitter me mandan fotos de distintos lugares del mundo donde encuentran mis libros; si no me las mandaran nunca me enteraría de que mis novelas están allí.

¿Cuál es el elemento distintivo o único de Una suerte pequeña?

No tiene nada de policial, ni en primer plano, ni como historia secundaria. Tiene mucho suspenso, eso sí. Pero nada de novela negra. Y es la novela más emotiva de todas las que escribí, la que no se guarda las palabras necesarias para contar determinados sentimientos.

¿Qué siente al ver sus novelas convertidas en película?

Cada vez que se hace una película con una novela mía (llevo tres y una cuarta en camino) lo tomo siempre como un nuevo hecho artístico. Hay un texto de mi autoría que es el inicio de un proceso de representación. Pero con ese texto luego el director y los actores hacen otro hecho artístico. Creo que hay que tomárselo con desprendimiento, si no, no se puede vender una novela para que se lleve al cine. Es imposible que en otro formato se respete el texto original a rajatablas; si así fuera seguramente el resultante sería una mala película. Tuya, como también Betibú y Las viudas de los jueves, me gustaron mucho.

¿Qué consejo práctico puede brindar a los escritores que aún no se deciden a escribir su primera novela?

Leer muchísimo; nadie que no lee mucho puede escribir bien. Los secretos están todos allí, en los caminos que tomaron otros escritores, en cómo resolvieron determinados problemas de la escritura, en cómo compusieron sus personajes. Leer mucho, el secreto está allí, estoy convencida. (I)

 

No se pierda estos encuentros

La feria nos abrirá los oídos

Cecilia Ansaldo
Si bien Gutenberg nos puso el libro impreso entre las manos, muchos –debería decir la mayoría– provenimos del enganche auditivo con las historias. Eso hacíamos ante la voz de los juglares, de los rapsodas, de los aravicos del pasado remoto. Ante las lecturas de padres, abuelos y tíos, en el pasado cercano.

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guayaquil 2015 va a rescatar la experiencia de oír –aunque su invitación fundamental sea a leer– la lectura en voz alta de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, II parte.

Los 400 años de aniversario de publicación justifican que nuestra ciudad incorpore esta tradición anualmente celebrada en Madrid y otras ciudades españolas. El oído vuelve al esfuerzo de apropiación de un relato gigantesco, perfectamente dividido en capítulos, con la precisa dosificación de los hechos que un buen escritor sabe hacer. Marina Salvarezza de García y un equipo de actores se turnarán para leer los contenidos, recreando un acontecer que el mismo Cervantes introdujo en la I parte: allí es el cura Pero Pérez, quien lee a todos los asistentes a la venta esa novelita intercalada que es El curioso impertinente.

Escuchar el estilo de Cervantes, a pesar de su carga de arcaísmos, de giros castizos, de referencias antiguas, será una experiencia única, cuyo valor sonoro y conceptual dependerá –en mucho– de la pausa de concentración que haga el público, en sus recorridos por los pasillos de la feria.

También en las calles
No solo en el recinto ferial, también en dos sitios estratégicos de Guayaquil, el martes 11 de agosto, se leerán textos de algunos de los autores invitados. En el parque Lineal y el ágora de la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, aquel que transite escuchará párrafos de Claudia Piñeiros, Jorge Franco, Leila Guerriero y otros. ¿Acaso unas líneas no pueden decir mucho? ¿No será que el poder sugerente de unas palabras se ligue con ese rincón absorbente del corazón de cada uno?

Otras voces
Los booktubers son un fenómeno reciente. Jóvenes y adolescentes testimonian sus lecturas por las redes sociales, en un muestreo que puede ser creativo y audaz. Una auténtica expresión del “me gusta” o “no me gusta”, derecho del lector habitual, aunque la crítica exija de argumentos. No importa. La cosa es hablar de libros, de convertirlos en materia de mirada y de discusión. Dos de estos grupos tendrán escenario en la FIL, el sábado 15 a las 16:00, en el salón José de la Cuadra. Ese mismo día, a la misma hora, el taller de lectura literaria Café Urgente ofrecerá ante el público una sesión de su habitual trabajo, con El libro de las pruebas, de John Banville (salón Joaquín y Luis Orrantia). A la hora de poner los esfuerzos lectores en común, muchos tienen la palabra.

Horarios: Lecturas de El Quijote en la feria, miércoles 12, de 13:30 a 19:00, y de jueves 13 a sábado15 , de 10:00 a 20:00. Lecturas de autores en el parque Lineal, martes 11, de 10:00 a 12.00, y en la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, de 16:00 a 19:00. A cargo del Teatro Experimental Guayaquil, dirigido por Marina Salvarezza. Encuentro con los booktubers, sábado 15, 16:00, salón José de la Cuadra.

Horarios: Claudia Piñeiro participará en la Feria en un conversatorio sobre su obra (miércoles 12, 19:00) y en la mesa ‘Personajes que matan’ (viernes 14, 18:00), junto a Óscar Vela y Patricia Varas. Ambos eventos serán en el salón Clemente Yerovi. La Feria Internacional del Libro es organizada por la Alcaldía de Guayaquil, a través de la Empresa Pública Municipal de Turismo, y Expoplaza.
Informes: www.libroguayaquil.com

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