Pedro Gil, narrador
Desde 1989, cuando publicó Paren la guerra que yo no juego, el escritor manabita Pedro Gil nos ha entregado sus poemas. En este 2014, veinticinco años después de su andar por la poesía, publica un libro de narrativa, al que ha titulado El príncipe de los canallas. Lo editó Mar Abierto, de Manta, editorial que dirigió, hasta su muerte, Ubaldo Gil, el hermano de Pedro. Periodista, catedrático, escritor y editor, Ubaldo falleció de un infarto el pasado diciembre. Tenía 48 años.
Pedro, manteño nacido en 1971, entrega en El príncipe de los canallas nueve historias, que hablan de seres que caminan en una endeble frontera entre la vida y la muerte. Entre la luz y la oscuridad. Los personajes habitan entre las drogas. En bares o burdeles. En la calle. O en hogares rotos. Sin dinero. Al filo de la supervivencia. Reciben o propician violencia de todo tipo. Conviven con ella.
Estas narraciones tienen la fuerza de la desnudez, la contundencia de la palabra que no se traviste, sino que enuncia sin remordimientos ni pudores. Pedro Gil sabe lo que cuenta. El autor conoce los mundos que describe. Quizá los conoce mejor que cualquier otro escritor ecuatoriano. Los ha habitado desde siempre.
En las historias, a más de sus cercanías literarias, aparece el cine, esa luz que ha alimentado los imaginarios de miles de seres humanos. Muchos de los personajes tienen nombres de figuras del celuloide. Están John Travolta, Charles Bronson, Marlon Brando. Y no faltan las chicas. Ellas se llaman Judie Foster y Angelina Cholie. Todos están allí, con sus azarosas y atropelladas vidas. El propio Gil es un personaje.
La obra trae un prólogo de Ramiro Oviedo, quien en una parte del texto sostiene: “Más cercano de la crónica que del cuento, este libro nos conduce a una zona memorial del autor en la que la experiencia personal, que a veces nos corta el aliento, rebasa las fronteras de la ficción. El narrador es inocente de todo lo vivido, y nos parecería culpable si optara por el silencio. Pero no pudiendo ponerse al margen de las historias, incapaz de mentir hasta por omisión, Gil ‘se mancha’ de aquello que cuenta, perpetrando una autoficción sin tapujos”.
Cuenta con un epílogo de la autoría de Juan Fernando Andrade. Pero eso no es todo. El príncipe de los canallas no termina allí. En la segunda parte del volumen se incluye el poemario Crónico, que lleva el subtítulo Poemas del psiquiátrico Sagrado Corazón. Se insertan, además, tres textos que analizan la obra de Gil. Los escribieron Marco Antonio Rodríguez, Ramiro Oviedo y Rut Román. Próximamente este libro de Mar Abierto será presentado en Guayaquil.