Padura y Hemingway
Leonardo Padura y Ernest Hemingway son dos personajes de la cultura cubana. El primero, nacido en La Habana en 1955, es periodista y escritor, autor de novelas como El hombre que amaba a los perros y Herejes y uno de los invitados de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, que se desarrollará en septiembre próximo. El segundo también fue escritor y periodista y en 1954 ganó el Premio Nobel de Literatura. Se suicidó en 1961. Aunque nació en Estados Unidos, hizo de la isla su lugar de residencia. Es autor de las novelas El viejo y el mar, inspirada en los pescadores cubanos; Adiós a las armas, Por quién doblan las campanas, entre otros libros.
Finca Vigía se llama la casa donde Hemingway vivió por años. Está ubicada en San Francisco de Paula, a 25 kilómetros al este de La Habana, y hoy es un museo. Un lugar de peregrinaje para miles de turistas del mundo que van tras las huellas del autor. Allí están sus libros, las pinturas que coleccionó y muebles y enseres, como la máquina marca Royal en la que escribía, o sus trofeos de caza, actividad a la que el escritor era especialmente aficionado, junto con la pesca y los toros.
En esa casa museo, que conserva mucho del espíritu del escritor estadounidense, Padura centra una de sus novelas, Adiós, Hemingway, que se publicó originalmente en 2001 y que se ha reeditado varias veces. Es una narrativa que desacraliza a Hemingway. Que lo saca del terreno del mito y lo humaniza. Esta ficción permite verlo o imaginarlo viejo, enfermo y con delirio de persecución; también en su generosidad con sus empleados y amigos pescadores, en sus escarceos amorosos con sus invitadas de lujo, como Ava Gardner, e incluso en la tarea embarazosa de esconder un muerto.
Padura hace uso en esta novela de su célebre personaje, el detective Mario Conde, que está ya retirado de su oficio, pero al que un caso que le parece altamente interesante, lo hace volver a las investigaciones: el descubrimiento en el jardín de Finca Vigía de una osamenta que quizá llevaba años enterrada allí. A lo mejor desde finales de la década del 50, cuando Hemingway todavía vivía en esa casa. Conde, aspirante a escritor y admirador del autor estadounidense, se autoimpone la tarea de descubrir a quién pertenecen esos huesos. Quiere esclarecer si hubo un asesinato en Finca Vigía y si Hemingway tuvo algo que ver con ello.
El detective recorre la casa. Se fija en detalles. Va a bibliotecas, lee biografías, noticias y todo lo referente a Hemingway. Coteja fechas, busca a personas que conocieron al escritor y poco a poco arma el rompecabezas. Es una novela entretenida, que habla también de la amistad. Al leerla, una se acerca no solo a Hemingway, sino a Cuba, a su gente, a su modo de ser y al propio Padura, uno de los grandes narradores que tiene la isla. Pronto habrá la oportunidad de escuchar su palabra en vivo. Estén atentos. (O)
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