La amistad y la escritura

Por Clara Medina
16 de Abril de 2017

A primera vista, Pétronille, la novela de la escritora Amélie Nothomb, es una obra sobre la ebriedad. Pero al cerrar el libro se constata que es, en realidad, una reflexión sobre el oficio de escribir, sobre el mundo editorial y sobre la amistad. Todo, aderezado con humor y una ironía a veces lacerante que hacen de esta novela breve (152 páginas) una pieza extrañamente encantadora.

No había leído a esta autora nacida en Japón en 1967, residente en París y descendiente de una familia de Bruselas, y tal vez no habría llegado a ella si no hubiera sido por mi reciente cumpleaños. Ese día, un sábado de marzo, llegó a mi casa mi amiga Cecilia con un obsequio: un ejemplar de Pétronille. La obra fue publicada originalmente en 2014 en francés, y vertida al español el año pasado, por editorial Anagrama. Su autora tiene ya un largo camino literario.

Me bastó abrir el libro para saber que me iba a divertir. “Beber intentando evitar la embriaguez resulta tan deshonroso como escuchar música sacra protegiéndose contra el sentimiento de lo sublime”, dice en las primeras páginas la protagonista de la novela, Amélie Nothomb. El personaje se llama igual que la autora del libro y es, como ella, una escritora reconocida. En la novela, esta mujer es aficionada al licor y anda en busca de una compañera de borrachera. La encuentra en Pétronille Fanto, una joven mujer que parece un chico barriobajero, pero es experta en los contemporáneos de Shakespeare, a quienes estudia y, además, se ha iniciado en la escritura de novelas. Proviene de una familia proletaria.

A más de la complicidad del licor, surge entre ambas una admiración intelectual. Hay, a veces, un duelo de ideas y un desafío permanente. No son iguales. Son distintas y, sin embargo, complementarias. Es una amistad no edulcorada. El peligro siempre ronda. Y también la ironía. Y el desparpajo. Quizá esos detalles son los que vuelven interesante esta historia, que muestra la amistad en sus complejidades y que desde el humor plantea los entretelones del mundo editorial, del oficio de escribir y, de algún modo, la banalidad del mundo contemporáneo. Pétronille trabaja en varios oficios, porque de ser escritora no puede subsistir. Prueba medicamentos antes de que los laboratorios los lancen al mercado; hace un espectáculo de ruleta rusa, y más.

La novela, que se sustenta en diálogos punzantes, echa mano de referencias literarias, de películas y del universo de la moda. Encontramos, por ejemplo, a una envanecida Vivienne Westwood. El libro, por el narrador que utiliza, me provoca una remota reminiscencia de Memorias póstumas de Bras Cubas, del brasileño Joaquim Machado de Assis. Y una vez leído, me hace constatar que entre la literatura y la vida siempre hay ciertas coincidencias. En la novela, la escritora Amélie Nothomb va en busca de su amiga Pétronille para brindar con ella en el día de su cumpleaños. En la vida real, en mi cumpleaños, esta novela llega a mí gracias a una amiga entrañable. (O)

claramedina5@gmail.com
Twitter: @claramedinar

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