Intersecciones de Ishiguro

Por Hernán Pérez Loose
22 de Octubre de 2017

Luego de sorprender al mundo en 2015 otorgando el premio Nobel de Literatura a una periodista, y en 2016 a un compositor de música y cantante –ambos premios muy merecidos, por cierto–, la Academia sueca optó este año por regresar al cauce tradicional de la literatura como es el mundo de la novela. El premio se lo llevó este año el escritor Kazuo Ishiguro, autor de estupendas novelas y maestro de una narrativa excepcional. Pero no dejó de causar cierto desconcierto la Academia, pues Ishiguro no constaba este año entre los favoritos, aunque su nombre ya se lo había mencionado anteriormente.

Nacido en Nagasaki, Japón, en 1954, Ishiguro se radicó en Inglaterra a la corta de edad de cinco años. Allí realizó todos sus estudios –maestría en Inglés y Filosofía– y allí se nacionalizó luego. Aunque difícilmente podría considerárselo por este hecho un escritor japonés, lo cierto es que él lleva una impronta cultural japonesa importante. Su padre, un investigador oceanográfico, fue invitado a realizar ciertos trabajos en Inglaterra, y como siempre creyó que la estadía de él y su familia en ese país era temporal, educó a sus hijos en los valores y costumbres japonesas. De hecho, las dos primeras novelas de Ishiguro son ambientadas en el Japón, a pesar de que no visitó esa nación sino luego de mucho tiempo.

Años atrás en una entrevista en el Financial Times,  Ishiguro admitió su “mixtura homogénea” entre sus raíces japonesas y su cultura inglesa. Advirtió, además, que con el pasar del tiempo estas situaciones se harán más comunes. De la influencia literaria japonesa Ishiguro menciona algunos autores de ese país, pero más enfatiza el papel que jugaron los filmes de directores cinematográficos como Naruse y Ozu. El débil hilo argumental que sostiene muchas de sus novelas, los escasos personajes, la trama de silencio, de angustia, de mundos inacabados en que se mueven sus argumentos, dejan entrever el peso oriental de su estilo. En sus obras el lector puede sentir, como el propio Ishiguro lo admite, la presencia de Dostoievski y Proust.

De su producción literaria destacan dos novelas que recomiendo leerlas. La una es Los restos del día (Anagrama, 1992), que obtuvo popularidad por su versión cinematográfica. En ella el leal mayordomo de un noble inglés narra melancólicamente su vida mientras viaja a reencontrarse con una excolega suya.  La otra novela que me parece extraordinaria es Nunca me abandones (Anagrama, 2007). En ella Ishiguro logra una combinación asombrosa, y hasta cierto punto aterradora, de realismo y ciencia ficción. El autor desglamoriza aquí los avances tecnológicos, el sistema educativo inglés, y hasta nuestra propia libertad. (O)
hernanperezloose@gmail.com

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