El sano placer de escribir

Por Clara Medina
29 de Julio de 2012

Es una mujer algo tímida, que prefiere pasar inadvertida. Su rostro y su cabello denotan la acumulación de la vida, la cuenta de los años.

Y su nombre es sinónimo de creación y perseverancia. Es Alicia Yánez Cossío, la mayor narradora ecuatoriana en todo sentido: por el tiempo que tiene escribiendo y por el volumen y la calidad de su obra.

Nació en Quito en 1928 y es autora de más de una decena de novelas. Ha escrito también cuento, teatro, poesía y libros para niños.

La narrativa de Alicia, sobre todo la de su primera época, es audaz, propositiva, mordaz. Indaga en los complejos, en los estereotipos y prejuicios de la sociedad. Dos de las novelas de esta autora que más disfruté son Bruna, soroche y los tíos, que data de la década del 70, y La casa del sano placer, de finales de los años 80.

De esta última habrá la oportunidad de conversar este martes, en la reunión mensual del Club del Libro de la Fundación El Universo. Será una oportunidad para volver a la obra de esta prolífica autora ecuatoriana, que señaló rutas para muchas otras mujeres creadoras. Demostró que en este país, pese a todos los obstáculos, es posible dedicar una vida a escribir. A la palabra. Al arte.

O será, para algunas personas, una oportunidad para descubrir a esta escritora, que tiene una amplia gama de intereses temáticos en su literatura. Ha escrito, por ejemplo, Y amarle pude, un acercamiento desde la ficción al mundo privado de la poeta Dolores Veintimilla de Galindo; o Sé que vienen a matarme, sobre el expresidente ecuatoriano Gabriel García Moreno; o Yo vendo unos negros. Hace unos cuantos años Ecuavisa hizo una telenovela basada en esta pieza.

La casa del sano placer cuenta la historia de una mujer que decide instalar un prostíbulo, en el que las mujeres trabajen no por necesidad, sino por el gusto de ejercer la prostitución. Y ese hecho conmociona a un pueblo. Con esta novela indaga en la moral que rige a la sociedad y en la idiosincrasia de una población. Alicia lo hace desde el humor, y logra, de este modo, construir una de las grandes obras de la narrativa ecuatoriana.

Tímida en la vida diaria, esta mujer en su narrativa es provocadora. Hay en ella una honda mirada crítica, una voz que subvierte. Una palabra que hurga y que es capaz de hacernos mirar a cada uno de nosotros con menos solemnidad y hasta de reírnos de nuestras propias ataduras. Alicia tiene más de 80 años, pero su palabra es siempre joven.

claramedina5@gmail.com

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