Cien años recordando a Swann

Por Hernán Pérez Loose
24 de Noviembre de 2013

“Puede ser que sea estúpido, pero yo no puedo entender cómo es que un hombre puede tomarse 30 páginas para describir como él se voltea de un lado de la cama al otro...”. Con un comentario como este era rechazado un manuscrito que presentó Marcel Proust a consideración de una de las casas editoriales parisinas a las que visitó.

Se trataba de Por el camino de Swann, el primer tomo de lo que luego sería su obra de épicas dimensiones A la búsqueda del tiempo perdido. El manuscrito fue rechazado con comentarios similares al citado, en 1912, por la venerable Nueva Revista Francesa (NRF), por recomendación de André Gide. La revista declinó su publicación por considerar al manuscrito como superficial.

No fue sino hasta noviembre de 1913 –justo hace cien años– que finalmente la editorial Grasset publicó el libro. Pero temerosa de la poca acogida que iba a tener esta obra, la editorial se negó a asumir los gastos de su publicación e hizo que fuera el propio Proust el que los sufragara. Nunca dejó de arrepentirse Gide de su error al no permitir que la NRF fuera la primera en ponerle un sello editorial a una obra de tanto calibre literario. A pesar de su disgusto con Gide, Proust más adelante permitiría que extractos de El mundo de Germantes –el tercer tomo de la obra– salieran nomás en la NRF.

Lo cierto es que quien comienza a leer a Proust no tendrá problema en entender por qué decenas de páginas, llenas de interminables oraciones, se vuelven necesarias para traer al presente impresiones o situaciones que hemos vivido en el pasado y de las que teníamos ligera memoria a pesar de la importancia que jugaron en su momento, recuerdos que se nos avivan a partir del simple olor de un libro guardado, el sabor de una bizcotela, el escuchar una melodía que se toca a lo lejos, o gracias una simple palabra dejada caer con una entonación particular, eventos que sirven para abrir las compuertas de nuestros recuerdos y dejarlos caer como cascadas en la intimidad de esas horas que preceden nuestro sueño, o siguen a nuestro despertar o nos inundan en la soledad de nuestra casa por las tardes.

Por el camino de Swann es una obra que sigue cautivando hoy como lo hizo hace cien años. En ella, como en toda la obra de Proust, está presente la huella del filósofo Henri

Bergson sobre la sutil pero inevitable presencia del pasado en nuestras vidas. Los eventos que el mundo artístico y literario viene realizando, desde Nueva York y París hasta Buenos Aires, para celebrar en este mes de noviembre su primera edición, han sido de lo más variados. A ellos nos adherimos con el pedido a los lectores de esta columna que no dejen de leer esta magnífica novela.

hernanperezloose@gmail.com

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