Día del Periodista: Celebración en Argentina
“La noche anterior, obreros de la Intendencia pintaron de blanco el busto de Moreno: los brochazos de cada año engordan al prócer y borran sus rasgos. La placa que recuerda su nombre a los transeúntes casi no se lee por la pintura que se acumula entre sus letras”.
En la Argentina se celebra el Día del Periodista al cumplirse el aniversario de La Gaceta, de Buenos Aires, el periódico fundado por Mariano Moreno el 7 de junio de 1810, días después de la Revolución de Mayo que derrocó al virrey Cisneros. Moreno era un jacobino roussoniano, un poco resentido, que estudió Leyes en Chuquisaca. Murió el 4 de marzo de 1811 en la goleta inglesa Fame cuando viajaba a Londres a buscar apoyo para la Revolución.
Su hermano Manuel, que viajaba con él, siempre sospechó que el capitán del barco le dio arsénico en lugar de un vomitivo. Su cuerpo terminó en el fondo del mar envuelto en la Union Jack.
En Posadas se hizo tradición entre los periodistas celebrar a don Mariano Moreno enfrente de un busto que lo recuerda en la avenida Mitre. Pero en estos tiempos jorobados para la libertad, aquel sencillo acto fue copado por el sindicato de los “trabajadores de prensa” de Misiones, dominado por amigos del Gobierno.
El día anterior llegó al diario un fax con la invitación a un extenso programa en el que figuraba el himno nacional, interpretado por la banda de la Policía de la provincia que espía nuestros teléfonos, asistencia de colegios para que haya público, oración de un cura con apellido polaco. Todo regado con discursos del secretario general del sindicato, del intendente de la ciudad y del presidente de la legislatura provincial. Colocarían, además, ofrendas florares a los pies del prócer. Nos invitaban para que fuéramos solo de público a oír sus peroratas interminables.
En el diario decidimos anticiparnos y nos complotamos para madrugarles el acto. Nos reunimos a las ocho de la mañana, con unas flores y sin más preámbulos ni música que nuestra presencia. Con el fotógrafo sumamos nueve personas. Muertos de frío y divertidos por los chistes de dos de nosotros –humoristas gráficos– nos hicimos la foto delante del monumento a Mariano Moreno.
Antes limpiamos un poco el lugar con una escoba vieja que encontramos allí mismo. Mientras esto hacíamos llegó un camión con empleados municipales a instalar los equipos de audio que retumbarían las palabras de los funcionarios una hora después: ellos fueron nuestro público.
La noche anterior, obreros de la Intendencia pintaron de blanco el busto de Moreno: los brochazos de cada año engordan al prócer y borran sus rasgos. La placa que recuerda su nombre a los transeúntes casi no se lee por la pintura que se acumula entre sus letras.
Nos divertimos todo el día imaginando el acto de los funcionarios. Cuando llegaron, descansaba a los pies de Mariano Moreno un ramo de flores del diario El Territorio. Después habrán hablado, como siempre, de ellos mismos a un público obligado de niños de colegio y policías de uniforme. Mientras, nosotros nos calentábamos en un bar cercano con chocolate y medialunas.