Barrio londinense para exhibir y ser exhibido

27 de Octubre de 2013
The New York Times

Mayfair es conocido por sus selectas boutiques de moda. Las elegantes calles de esta área también han sido sede de las principales galerías de arte británicas de la vieja guardia.

Tiendas como Prada, Burberry, Yves Saint Laurent están establecidas en las calles de Mayfair, pero recientemente, sin embargo, ha habido algunos nuevos vecinos: muchas dinámicas galerías de arte estadounidenses –Gagosian, Pace, Hauser & Wirth, Michael Werner, David Zwirner– que parecen más de Manhattan que de Mayfair.

Varias de ellas han abierto o ampliado sus espacios en este barrio, pagando muchos dólares en rentas comerciales. Y en el mundo de imitación del arte contemporáneo, otras galerías, también mayormente estadounidenses, pronto les seguirán. “Hay arte en la calle a un nivel que nunca se ha visto antes”, dijo David Rosen, un desarrollador inmobiliario londinense, que dice que está más ocupado que nunca en encontrar nuevos espacios para galerías en el área.

En muchas formas, las nuevas galerías son un signo de la acalorada competencia en la cima del mercado. Los comerciantes están compitiendo no solo por los nuevos coleccionistas de lugares como Rusia, China y Medio Oriente, que han comprado casas aquí, sino también por artistas selectos, que cada vez más demandan comerciantes de alcance mundial.

Y Londres quizá se vuelva la ciudad preferida para ese tipo de influencia ampliada, con Mayfair como su epicentro. “Ahí es donde todo está sucediendo”, dijo Rosen. “Están Sotheby’s, Christie’s, Claridges, el Connaught y el Ritz”, señaló, enumerando los nombres de grandes casas de subastas y hoteles famosos mundialmente que están en el barrio. Gobiernos extranjeros y fondos compensatorios, así como veintenas de otras empresas de alto perfil, también tienen oficinas en Mayfair. Y Mercury Group, el dueño ruso de Phillips, la casa de subastas boutique, pagó recientemente unos 160 millones de dólares por un edificio de 4.831 m² en el número 30 de Berkeley Square, donde planea convertir el sótano y los dos primeros pisos en las oficinas centrales londinenses de Phillips.

En otras partes del barrio, también se han abierto galerías más pequeñas con fuertes conexiones con Nueva York, algunas en espacios en pisos superiores, como Per Skarstedt y Eykyn Maclean.

Cada vez más

El más reciente giro centrado en el arte de Mayfair comenzó con Larry Gagosian, que abrió su primera galería londinense hace unos 13 años. Ahora está abriendo su tercera galería aquí –un espacio de 2.044 m² en el 20 de Grosvenor Hill– en octubre. “Me gusta la aventura de abrir galerías en diferentes partes del mundo”, dijo Gagosian, y añadió que muchos coleccionistas europeos compran en Londres, pero no necesariamente acuden a Nueva York.

Sus otras dos galerías están en la cercana Davies Street, también en Mayfair, y otra está más lejos, en Britannia Street, muy cerca de Kings Cross. Pero decidió abrir un espacio más grande en Mayfair después de que un coleccionista en Londres le dijo: “Me encantas, Larry, pero simplemente no tengo tiempo de ir hasta Britannia Street”. La nueva galería será la decimotercera de Gagosian en el mundo.

Marc Glimcher, presidente de Pace Gallery, admitió renuentemente que su compañía abrió la galería de Londres en parte por temor a perder artistas ante Gagosian. “Sí, hay algo de verdad en eso”, dijo Glimcher cuando se le preguntó. “Gagosian hizo un movimiento brillante en el 2000 cuando abrió en Londres”.

Pace ahora opera cuatro espacios en Nueva York, uno en Pekín y dos aquí en Londres: uno pequeño en Soho y una gran galería en Mayfair en parte de lo que alguna vez fue el Museo de la Humanidad. “Todos estamos detrás de los mismos artistas”, dijo Glimcher. “Pero la intensidad del interés en el arte en Londres es duradero. Se pueden recibir diez reseñas en diez periódicos diferentes. Y además de los nuevos coleccionistas y galerías, hay una comunidad museográfica muy vibrante”.

El otoño pasado, David Zwirner, quizá el rival más agresivo de Gagosian, abrió una galería en una casa del siglo XVIII en Grafton Street, en la cual Helena Rubenstein inició una clínica de belleza en 1909; más recientemente era un banco. Contrató a Annabelle Selldorf, la arquitecta neoyorquina, para renovar el edificio de 929 m², que tiene cinco pisos de espacio de galería y de oficinas. “Quería una presencia europea”, dijo Zwirner, “y Londres es la segunda ciudad más importante después de Nueva York”.

Los comerciantes dicen que hacer negocios en Londres es diferente de vender en Nueva York. “Nadie simplemente llega de visita y compra algo, como hacen en Nueva York”, explicó Iwan Wirth, un socio de Hauser & Wirth, que ahora opera dos grandes espacios en Londres. “Trabajamos según el modelo suizo, desarrollando relaciones con los coleccionistas lentamente”.

Aunque Hauser & Wirth empezó en Zúrich, donde aún tiene un galería, junto con dos en Nueva York, Wirth dijo que no fue sino hasta que abrió en Londres que fue considerado un comerciante internacional. Ahora opera dos espacios en Londres.

Ampliaciones

Incluso los cautelosos han descubierto que es momento de incorporarse. La Michael Werner Gallery primero hizo una prueba en el mercado aquí, abriendo espacios “repentinos” temporales en Mansfield Street, en el barrio de Marylebone, en el 2008, y luego en Hoxton Square, en el East End, hace tres años.

La galería acaba de añadir un tercer piso de espacio en una casa antigua en Upper Brook Street, en el corazón de Mayfair. “Los artistas quieren exhibir en lugares donde haya otros artistas”, dijo Gordon VeneKlasen, socio de Werner en la galería. “En el otoño, cuando tuvimos una exhibición de pinturas de Peter Doig, tuvimos unas 200 personas diarias aquí por tres meses”, dijo, refiriéndose al pintor escocés. Ahora, el escenario –grandes habitaciones con madera victoriana intrincadamente tallada, una elaborada chimenea y un invernadero de techo de cristal– es el telón de fondo para dos pinturas monumentales y una escultura de bronce del artista danés Per Kirkeby.

El costo de operar tantas galerías, dicen los comerciantes, es astronómico, y Londres es excepcionalmente caro. Aparte de la renta, señaló Rosen, hay impuestos a los cuales describió como “excesivos”. Eso no incluye las renovaciones o salarios.

La inversión no parece estar ahuyentando a otros comerciantes. Marian Goodman, que tiene sus galerías establecidas en París y en Nueva York, está buscando espacio en el barrio. 

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