La cara oculta de la guerra

06 de Mayo de 2018

Las guardianas muestra el impacto que la Gran Guerra y reivindica la figura de la mujer como pilar básico en tiempos bélicos.

Las actrices Iris Bry y Nathalie Baye en Las guardianas.

Durante la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial, 1914-1918), mientras los hombres luchaban en el campo de batalla, las mujeres unieron fuerzas para ayudar a su país y para sobrevivir.

El filme Las guardianas (Les Gardiennes) es la adaptación de la novela de Ernest Pérochon publicada en 1924, ambientada en la Francia de 1915 durante el enfrentamiento bélico. Está dirigida y escrita por el también actor Xavier Beauvois, quien retrata a Hortense (Nathalie Baye), una mujer luchadora que se hará cargo de su granja, tiene a sus dos hijos en el frente, y mantiene la granja familiar en una pequeña localidad rural, recibe ayuda de su anciano padre y de su hija Solange (Laura Smet). La matriarca necesita más apoyo por lo que contrata a Francine (Iris Bry), una joven huérfana que cree haber encontrado por fin una familia y el amor, ya que el menor de los hijos, durante unos días de permiso, se enamorará de ella.

Recordemos que al principio de la Gran Guerra, las tropas regulares se reforzaron con miles de voluntarios, pero al aumentar las bajas, los gobiernos tuvieron que recurrir al reclutamiento obligatorio para mantener la fuerza de sus ejércitos. Y a las mujeres se les pidió realizar trabajos que habrían tenido que desempeñar los hombres que combatían en el frente. En toda Europa, las mujeres trabajaron en fábricas y oficinas, condujeron autobuses y tranvías, araron campos e incluso ingresaron en la Policía (algunas como espías). De allí que las mujeres francesas constituyeron más del 40 por ciento de la fuerza laboral de su país durante esa guerra y más de dos millones fueron reclutadas para puestos en la industria pesada. La Francia esencialmente agraria se esforzó por organizarse y fueron las mujeres, niños y niñas –junto con las personas mayores– quienes se movilizaron para seguir viviendo mientras esperaban el regreso de los esposos, hijos, hermanos.

Beauvois se dio a conocer con Nord (1991), y ha ganado reputación con filmes como No olvides que vas a morir (1995), Según Matthieu (2000), El pequeño teniente (2005), De dioses y hombres (2010) y El precio de la fama (2014).

En Las guardianas, primera película de época del cineasta, se ven los rigores del invierno, de la ruda vida rural, pesan los horrores de la guerra. “Vivo desde hace doce años en el campo, rodeado de granjas, vacas... Además, mi abuelo era campesino, así que tengo una relación especial con el campo. La época de la película me interesaba mucho, con esas mujeres que hacen todas las tareas de los hombres, como conducir a los bueyes, la labranza, el rastrillado... ¡Para ellas era muy duro! Cuando uno se pone a hacer una película, tiene que tratar sobre algo que te apasione; hay que tener tiempo para leer, especializarse, buscarse unos buenos ‘profesores’. A mí me ayudó mucho un historiador durante toda la preparación de la película; me aconsejó para que muchísimos detalles se correspondieran con la práctica de aquella época, por ejemplo, la poda de los árboles que lindan con las granjas. También hay cosas que tienes que saber, aunque no aparezcan en la película”, dijo el cineasta de 51 años para cineuropa.org.

Beauvois ha comentado la influencia que tuvo para hacer la película. “Me marcó Los paraguas de Cherburgo (1964). Trata de la guerra de Argelia, y vemos qué pasa entre bambalinas, esas mujeres que pierden a sus prometidos, que están embarazadas, que se casan, el hombre vuelve alcohólico, pierde su trabajo, los atentados con granadas... Se aprenden cosas. Me di cuenta de que era apasionante hablar sobre la guerra, pero no el frente, y Las guardianas me daba la oportunidad de hacerlo. También es la primera vez que adapto una novela, y me motivó mucho hacer mío un libro. Se usan personajes, se inventan otros, se cambia de región y así se convierte en nuestro guion; luego, todo eso uno lo critica en el rodaje, que después critica a su vez en el montaje, y al final la película no tiene mucho que ver con la novela, aunque esté completamente relacionada con ella. La mayor diferencia con el libro es que he quitado muchos personajes infantiles, porque tienen que crecer, y eso es complicado de rodar en una película que comienza en 1914 y acaba en 1918”. (A. C. J.). (E)

Fuentes: agencias e internet.

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