¿Hollywood ayudó a los nazis?

04 de Agosto de 2013
Jennifer Schuessler - The New York Times

Al menos así lo plantea Ben Urwand, un joven historiador australiano, quien asegura en su libro que las mayores productoras cinematográficas colaboraron con Hitler.

La lista de instituciones y sectores a los que se ha acusado de encubrir sus vínculos con el Tercer Reich es larga e incluye a varios gobiernos, al Vaticano, bancos suizos y corporaciones estadounidenses, como IBM, General Motors y DuPont. Ahora, un historiador quiere agregar un nombre más glamoroso a esa nómina: Hollywood.

En The Collaboration: Hollywood’s pact with Hitler, Ben Urwand recurre a una riqueza de documentos no citados anteriormente para argumentar que los estudios de Hollywood, en un esfuerzo por proteger al mercado alemán para sus películas, no solo consintieron en la censura nazi, sino también cooperaron activa y entusiastamente con el esfuerzo propagandístico mundial de ese régimen.

En 1930, “Hollywood no solo colabora con la Alemania nazi”, dijo Urwand por teléfono desde Cambridge, Massachusetts, donde actualmente está en la prestigiosa Society of Fellows de Harvard. “También colaboró con Adolfo Hitler, la persona y el ser humano”.

Han sido pocos los eruditos que han visto el libro de Urwand, que publicará Harvard University Press en octubre. Sin embargo, su investigación, resumida en junio en la revista en internet, Tablet, ya está creando conmoción. “Creo que lo que este tipo encontró podría ser un gran éxito”, señaló Deborah Lipstadt, una historiadora del Holocausto en la Universidad Emory. “Estoy muy ansiosa por ver este libro. Encontré impresionante la audacia de la historia que al parecer trata de contar”.

Otros académicos familiarizados con el periodo, no obstante, cuestionan tanto las aseveraciones de originalidad como su inclinación insistentemente oscura, empezando por el título. “La palabra ‘colaboración’ en este contexto es una calumnia”, expuso Thomas P. Doherty, un historiador en la Universidad de Brandeis y autor del libro Hollywood and Hitler: 1933-1939, que cubre parte de las mismas bases. “Usas esa palabra para describir al gobierno de Vichy. Louis B. Mayer era un avaro, pero no es el equivalente moral de Vidkun Quisling”.

Implicados...

Los historiadores de cine han sabido de tiempo atrás que el gobierno alemán se entrometía en la industria cinematográfica durante la época de oro de Hollywood, y la prensa estadounidense de ese entonces hizo la crónica de esa actividad. (“El largo brazo de Hitler se extiende hasta los estudios de Hollywood”, anunciaba Newsweek en 1937).

Urwand, de 35 años, ofrece la posición más aguda de todas, recurriendo a materiales en archivos alemanes y estadounidenses para argumentar que la relación entre Hollywood y el Tercer Reich era mucho más profunda –y duró mucho más– de lo que ningún académico ha indicado hasta ahora.

Página tras página, muestra a los jefes de los estudios, muchos de ellos inmigrantes judíos, editando escena por escena a conveniencia de los funcionarios nazis; produciendo material que podría reutilizarse sin dificultades para filmes de propaganda nazi, y, según un documento, financiando la manufactura de armamento alemán.

Hasta Jack Warner, a quien elogiara Groucho Marx por dirigir “el único estudio con agallas” después de haberle dado luz verde a la película Confessions of a Nazi Spy (Confesiones de un espía nazi) en 1939, es objeto de un golpe revisionista.

Fue Warner quien personalmente ordenó que se quitara la palabra “judío” de todos los diálogos en la cinta de 1937, The life of Emile Zola, escribe Urwand, y su estudio fue el primero en invitar a funcionarios nazis a Los Ángeles para que vieran las cintas y sugirieran cortes. “Existe un mito en cuanto a que en Warner Brothers se hizo una cruzada contra el fascismo, pero fueron los primeros en tratar de apaciguar a los nazis en 1933”, dijo.

Urwand, un académico nacido en Australia, cuyos abuelos maternos eran judíos húngaros y pasaron los años de la guerra escondidos, dijo que su proyecto comenzó en el 2004, cuando estudiaba la licenciatura en la Universidad de California, Berkeley. Se topó con una entrevista con el guionista Budd Schulbert en la que menciona vagamente que Louis B. Mayer solía reunirse con un cónsul alemán en Los Ángeles para discutir los cortes a las cintas de su estudio.

En los archivos estatales en Berlín, Urwand encontró una carta de enero de 1938 de la rama alemana de la 20th Century Fox, en la que se pregunta si Hitler compartiría sus opiniones sobre los filmes estadounidenses, firmada: Heil Hitler!.

Pruebas

Siguieron otros descubrimientos, incluidas notas de asistentes de Hitler en las que están registradas sus reacciones a cintas que veía cada noche (le encantaban Laurel y Hardy, pero odiaba Tarzán) y un álbum de recortes en el que Jack Warner documentó un crucero por el Rin que realizaron otros ejecutivos de estudios y él con una escolta aliada en julio de 1945, en el que fuera el yate de Hitler, como parte de un viaje para explorar oportunidades de negocios en la posguerra. “Esa fue la única vez que realmente grité en un archivo”, recordó Urwand.

También descubrió registros detallados de las visitas regulares a los estudios que hicieron funcionarios alemanes, incluido Georg Gyssling, el cónsul especial asignado para monitorear a Hollywood, quien veía las películas, dictaba solicitudes de cortes escena por escena y participaba en extraños debates. Y Urwand encontró registros de una red mundial de monitores que se aseguraban de que se hicieran los cortes en todos los países, incluyendo los Estados Unidos.

A veces, se suprimían películas completas. Historiadores anteriores escribieron sobre la batalla por The Mad Dog of Europe, una cinta antinazi, planeada en 1933, a la que se opusieron algunos organismos judíos porque avivaría el antisemitismo. Sin embargo, Urwand, quien descubrió el único guion conocido, argumenta que a los estudios solo les preocupaba proteger su negocio con Alemania. “Tenemos ingresos increíbles en Alemania y, hasta donde yo sé”, se cita a Louis B. Mayer en una causa jurídica, “nunca se hará esta película”.

“La colaboración” de Hollywood, argumenta Urwand, empezó en 1930, cuando Carl Laemmle, Jr., de los estudios Universal estuvo de acuerdo en hacer cortes significativos a All Quiet on the Western Front (Sin novedades al frente) después de los disturbios provocados por el partido nazi, que estaba en ascenso en Alemania en ese momento. (Laemmle, reconoce Urwand, ayudaría después a cientos de refugiados judíos a asegurar visas para Estados Unidos). Según su versión, duró hasta finales de noviembre de 1938, cuando la Kristallnacht se convirtió en noticia en todo el mundo.

Algunos académicos, como Doherty de Brandeis, señalan que muchas películas de la época contenían golpes antinazis velados que habría reconocido cualquier espectador. Y, en privado, era frecuente que los jefes de los estudios fueran más lejos.

En 1930 Hollywood no solo colabora con la Alemania nazi. También colaboró con Adolfo Hitler”, Ben Urwand

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