Artífices de ‘Blade Runner’
Hace 35 años se estrenó esta icónica película de ciencia ficción. En la nueva revisión del 2017 la propuesta es la misma: la búsqueda del lugar donde reside la humanidad del individuo.
Hace más de 35 años se estrenó Blade Runner e inicialmente fue recibida con reseñas atemperadas y una taquilla baja pese a que su creador, Ridley Scott, estaba seguro de que representaba un paso grande y audaz hacia el futuro de las películas de ciencia ficción. “Sabía que había hecho algo especial”, dijo en una entrevista reciente, “pero nunca me esperé que fuera una cuestión de secuelas”.
Pero henos aquí. El paso del tiempo y una versión de director lanzada en 1992 –que se deshizo de la narración de voz en off y el final feliz– terminó dándole la razón a Scott. Su ‘neonoir’ distópico y visualmente electrizante sobre replicantes androides y el blade runner conflictuado que los cazaba, interpretado por Harrison Ford, ahora es considerado una obra maestra muy influyente en el género.
La secuela Blade Runner: 2049, que se estrena el 6 de octubre a nivel mundial, muestra a Ryan Gosling como K, quien busca a una nueva generación de replicantes y se topa con un misterio de androides asesinos y un nuevo personaje estilo Eldon Tyrell, megalómano con un complejo de Dios (Jared Leto).
Ford está de vuelta como Rick Deckard, al igual que Scott como productor ejecutivo, después de haber desarrollado parte de la nueva historia con Hampton Fancher –uno de los guionistas de la original– y Michael Green.
La dirección corre a cargo de Denis Villeneuve (La llegada y Sicario).
La película es el proyecto de resurrección más reciente para Ford y Scott –quienes ahora son amigos de nuevo después de varios roces durante la grabación de Blade Runner: el actor ha regresado a reinterpretar algunos de sus personajes clásicos como Han Solo e Indiana Jones, mientras que Scott no dirigió 2049 porque estaba ocupado con Alien: Covenant, la más reciente de la saga que él mismo puso en marcha en 1979.
Ford, Scott, Gosling y Villeneuve hablaron sobre el legado de Blade Runner, por qué creen que es momento de retomar la trama de ese futuro distópico y si Deckard es o no un replicante. A continuación, fragmentos editados de las conversaciones.
Cuando estabas trabajando en Blade Runner, ¿pensaste que iba a ser un hito?
HARRISON FORD: Sí, si no moríamos en el intento. Claramente era algo muy ambicioso y era nuevo e inspirado. Pero no era fácil transmitirlo como lo era por escrito.
¿Qué fue lo más complicado?
FORD: Todas las noches. Cincuenta noches de trabajo sin descanso. Y así como el público quizá quedó perplejo o algo confundido por la novedad, supongo que me sucedió lo mismo. Había muchas cosas que no estaba seguro si iban a funcionar.
RIDLEY SCOTT: Los cuentos de si Harrison y yo no nos llevábamos bien, no (eran) verdaderos por completo. Estaba muy metido en mi propia cabeza y es difícil, cada hora y cada minuto, explicar por qué hay una maldita lluvia y por qué está jodidamente oscuro. Y en algún momento terminaba diciendo: “Porque así lo quiero, hazte para atrás, carajo”. Y ahí quedaba, porque me hartaba tener que explicarme a mí mismo.
Las reseñas en un inicio no eran muy buenas, pero con el paso del tiempo se volvió algo atesorado. ¿Cuándo te diste cuenta de que la película había tocado una fibra?
SCOTT: Veía MTV mucho y de repente caí en cuenta: “Espera, acaba de pasar una toma de Blade Runner“. Se había escapado e influenciado a cineastas y artistas de rock. Me llamó Bob Dylan, –le pidió a su abogado que me contactara– y pasé toda una noche con Bob Dylan porque le encantaba Blade Runner. Entonces supe que había dejado huella.
Como fanáticos, ¿qué significado tiene Blade Runner para ustedes?
RYAN GOSLING: Creo que tenía dos años cuando salió, pero la vi a los 12 o los 14 años. Fue una de las primeras películas que vi donde no tenía claro cómo debía sentirme al final. Hace que te cuestiones realmente la idea del héroe y el villano, de lo que significa ser humano.
DENIS VILLENEUVE: Está muy vinculada al nacimiento de mi amor por el cine. Creo que no habíamos visto antes esa combinación de noir fílmico con ciencia ficción, y es la primera vez que alguien se tomó la molestia de realmente crear el futuro. Intentaron proyectar los años ochenta hacia el futuro y verlo todo desde un punto de vista sociológico, demográfico, tecnológico. Las visiones del futuro en el cine en ese momento eran más fantasiosas, ¿sabes? No iban tan en serio.
¿Por qué ahora es el momento para una secuela?
SCOTT: Siempre pensé que era el momento, en cualquier momento de los últimos treinta años. Me llamaron de Alcon (la productora) para decirme: “Vamos a comprar esto, ¿crees que hay algo ahí?”, y les respondí: “Hay algo grande”, porque se trata de la inteligencia artificial. Le marqué a Hampton y nos sentamos y lo debatimos. La base fundamental de la historia es la idea de una inteligencia artificial convertida en una inteligencia artificial con emociones, lo cual se vuelve muy peligroso porque se va a descontrolar en un abrir y cerrar de ojos en cuanto se dé cuenta de que es superior a su creador.
Esa idea es aún más relevante ahora que en 1982.
VILLENEUVE: De cierto modo es una historia muy clásica de un humano que quiere jugar a ser Dios, como Frankenstein. No es de una época. Ahí están las mismas preguntas, pero cada vez nosotros mismos somos más y más híbridos. Nuestra relación con nuestra memoria, la fe y las comunicaciones ha evolucionado mucho desde entonces.
GOSLING: Lo que lo vuelve incluso más surreal es que la película original ya está implantada en nuestra memoria. Conforme empiezas a retirar las capas de esa memoria, pues Denis y yo nos encontrábamos de nuevo en la original, porque es parte de nuestras memorias.
Entonces ¿cómo diferencias a la versión nueva?
VILLENEUVE: No tenía miedo de ser diferente, pero intenté mantener ciertos elementos de la primera. Un cierto ritmo o el ambiente. Esta película viaja a las afueras, se mueve por los suburbios y los alrededores de Los Ángeles. La primera está ambientada en 2019 y, como sabes, no hay coches voladores ahora. No hay un Steve Jobs en la primera Blade Runner ni celulares. Entonces tuvimos que realmente crear el futuro de esa primera entrega.
Y es por eso que, por ejemplo, todavía existe Atari.
VILLENEUVE: ¡Exacto! Nos fijamos en todas las empresas que terminaron en bancarrota, como Pan Am, que no sobrevivieron el tiempo transcurrido entre las dos películas, y las mantuvimos vivas en este universo paralelo. También la URSS está vivita y coleando en la película.
¿Y cuál fue el papel de Ridley?
VILLENEUVE: Me dio todo lo que sabía y luego me dijo: “Eres libre, es tu película. Si me necesitas, avísame”. Fue la primera vez y, honestamente, la única, que yo haría eso; meterme así en los zapatos de alguien más. El adoptar el sueño de otra persona e intentar volverlo mío fue, sin duda, lo más difícil que he hecho.
SCOTT: Denis entendió el ambiente y lo respetó; me parece que fue algo muy bueno.
Hay un debate antiguo sobre si Deckard es un replicante; Ridley dice que sí y Harrison ha dicho por mucho tiempo que no.
VILLENEUVE: Harrison y Ridley todavía pelean al respecto. Fui testigo de una discusión durante una cena en Budapest y estaba fascinado. La idea de no estar seguro de si fuiste diseñado o si eres un ser humano real, esa tensión es muy interesante. No me interesa la respuesta. Me gusta el que las películas explotan esa ambigüedad en vez de que quede de un lado.
FORD: Normalmente sale el tema cuando nos terminamos el segundo trago. Cuando hicimos la primera película la conversación era solo entre Ridley y yo. De alguna manera se volvió un diálogo generalizado porque la gente tenía curiosidad.
SCOTT: Deckard es un maldito replicante. Harrison ya no puede estar en desacuerdo porque la premisa de esta nueva película está basada en el hecho de que es un replicante. Eso me divierte más que nada.
GOSLING: En Comic-Con había esta experiencia de realidad virtual en la que podías caminar por el mundo de Blade Runner y las máquinas te leían y decían si eras o no un replicante. Entramos y vi lo que le dijeron a Harrison. No puedo revelarlo, pero yo sé qué es.