La revancha del campeón
El esmeraldeño Óscar Bagüí ha conquistado la gloria con Emelec, con lo cual deja atrás un pasado difícil en Barcelona. Ahora quiere afianzarse en la selección y jugar el Mundial.
Nuestra selección nacional tendría un impulso anímico valioso en Brasil si la hinchada ecuatoriana lograra hacerse sentir con sus gritos desde las gradas.
El defensa lateral izquierdo Óscar Bagüí lo sabe, ya que ha sentido muy fuerte en la piel la motivación que recibe un futbolista gracias al estímulo de los fanáticos.
“Esta selección está para grandes cosas. Y los hinchas ecuatorianos lo conocen”, señala este futbolista de 31 años que tuvo su primera convocatoria al equipo nacional en el 2004 con el técnico Luis Fernando Suárez, mientras que con el profesor Reinaldo Rueda fue llamado en el 2010 y, luego de unos años sin ser convocado, regresó en enero del año anterior frente a un partido amistoso contra Portugal en ese país europeo.
“Me mentalicé que ese era el partido de mi vida y que de ese juego dependía que siga en la selección. Me esforcé mucho para hacerlo y gracias a Dios vinieron muchas convocatorias más y la clasificación al Mundial de Brasil”, señala sobre ese juego en el que Ecuador ganó 2 goles a 3. “No todos los días juegas contra estrellas como Cristiano Ronaldo, Nani o Meireles. Y les ganamos”.
“Bagüí, Bagüí, Bagüí”
Este jugador considera que la barra emelecista es “la mejor del mundo” porque provoca que situaciones inolvidables ocurran dentro del campo de juego.
Una reciente vivencia memorable de Óscar Bagüí y los aficionados tuvo lugar el domingo 8 de diciembre anterior, cuando Emelec jugaba su partido final del campeonato nacional contra el Deportivo Quevedo. “Nos marcaron una falta para penal y (Ángel) Mena agarró la pelota para patearlo. Yo me acerqué para pedírsela y la hinchada comenzó a gritar mi nombre. Le dije a Mena: ‘Escúchalos’. Entonces se acercó el arquero (del Quevedo): ‘Lo piden a Bagüí’, comentó. Mena me dio la pelota y marqué el gol de penal. Allí comenzó la fiesta de Emelec como campeón del Ecuador”, comenta en un viernes por la tarde desde la sala de su vivienda en la urbanización Villa Club.
A pocos metros lo escucha su esposa, Nancy Gamboa, quien sentada en silencio acurruca a su hija recién nacida, Dalmak, mientras Óscar cambia el tono de su voz para recordar que ese mismo impulso positivo de los fanáticos también puede transformarse en energía destructiva.
El 2008 le dejó esa triste lección como jugador del Barcelona. Era el partido de la Noche Amarilla (presentación del equipo ante la afición) y Bagüí debutaba con el club torero. “Era un juego amistoso, ni siquiera se disputaban puntos, y como soy humano me equivoqué y la hinchada me hizo la cruz; no maté a nadie, pero igual me castigaron”, comenta el jugador sobre esa experiencia que continuó con gritos de “Noooo” de parte de los fanáticos amarillos cada vez que él recibía la pelota.
Fue una actitud muy criticable de la barra de Barcelona que se extendió para los partidos futuros. “La prensa también me criticó mucho. Así que los hinchas escuchaban lo que decían algunos periodistas durante la semana e iban a desquitarse conmigo el domingo en el estadio”. Bagüí afrontó con valentía esa crítica, pero fue decisiva para que escogiera cambiar de equipo para la temporada del 2010, en la cual fue transferido a la Universidad Católica.
Así comenzaba su revancha, ya que debido a sus buenas actuaciones fue convocado nuevamente para la selección nacional y, para la temporada siguiente, fue contratado por el Emelec para iniciar un ciclo memorable con el Bombillo.
Nuevamente de pie
La fuerza mental de Óscar Bagüí lo ha ayudado a levantarse hasta coronarse en diciembre anterior como campeón del fútbol nacional con el Emelec, logrando ubicarse como un jugador de la total confianza del técnico Gustavo Quinteros.
“Soy terco, creo que eso me ayudó a recuperarme, yo creo en mis condiciones (como futbolista). Además, pensaba que si me contrataba un equipo como Emelec era porque no me había olvidado de jugar; el presidente Nassib Neme siempre me ha dado su apoyo”, comenta.
Un partido vital para ese regreso fue contra el Inter de Porto Alegre por la copa Libertadores. “Estaba nervioso, pero logré afianzarme porque pude sacar dos pelotas difíciles: una la despejé de chilena y otra la salvé casi de la raya (del arco eléctrico). Los hinchas comenzaron a gritar mi nombre para mostrarme su apoyo”, comenta el jugador esmeraldeño, destacando que cuando el público “te hace sentir que eres el mejor, actúas como el mejor; te superas”.
Óscar Bagüí comenzó a escuchar que era “el mejor” desde que jugaba en su natal Borbón, poblado en el norte de la provincia de Esmeraldas. Allí peloteaba con sus amigos sobre la tierra de la rústica calle 19 de Marzo, del barrio Artesanal, hasta lograr ser seleccionado escolar y colegial.
Eso permitió que el rector de un colegio lo escogiera, junto con otros siete compañeros, para llevarlo a Riobamba a probarse en las divisiones menores del equipo Olmedo. Pero no lo contrataron.
Luego jugó en el equipo sub-16 del Olímpico Riobamba y quedó goleador, tras lo cual ingresó a las divisiones menores del Olmedo y fue seleccionado sub-16 de la provincia de Chimborazo.
Pero su futuro inmediato no estaba en Ecuador. “En 1999 me fui a Argentina con 16 años. Fue complicado porque no conocía a nadie, era pleno invierno, con un frío que nunca había sentido en mi vida. Fui con ilusión teniendo la meta clara de ser profesional”, recuerda sobre la etapa en la cual jugó en All Boys, Ferrocarril Oeste y Argentino de Rosario.
“Fue difícil adaptarse al fútbol argentino, se trabaja mucho físicamente. Allá el fútbol es una fuente de trabajo y lo respetan mucho, por eso hay una competencia sana todos los días; trabajan al 100% y nunca regalan nada… Los entrenadores son fuertes con las palabras, pero te enseñan”, comenta Óscar sobre esa experiencia.
En el 2003 regresó al Ecuador para jugar en el Olmedo de Riobamba, que participaba en la serie B del campeonato. “Olmedo es un equipo al que le debo mucho; siempre me trataron bien”, comenta con entusiasmo sobre ese club con el cual ascendió a la serie A en ese año, y permaneció en él hasta el 2007.
Desde entonces ha vivido en las dos orillas del mérito deportivo: como villano y como héroe. “Con fe en Dios espero seguir rindiendo al máximo y ganarme la próxima convocatoria para Brasil 2014”.
Y para ello desea seguir demostrando partido a partido, domingo a domingo, que en el fútbol ecuatoriano hay jugadores que desean superarse en cada oportunidad para seguir sumando glorias para el país.
El hincha apoya desde las gradas
Jorge Aguirre
El fútbol es una fiesta que se vive plenamente en el estadio, y resulta mejor cuando puedo disfrutarla semana a semana con mi hijo Jorge Alberto, de nueve años. A su corta edad, él ya se siente hincha de Emelec, por ello sabe bien que hablar de Óscar Bagüí es hablar de uno de los mejores marcadores izquierdos del Ecuador. Desde que llegó a Emelec en el 2011, él ha sido de los jugadores que más partidos ha jugado en el campeonato.
La hinchada azul es muy exigente, pero le brinda su respeto y apoyo firme a cada jugador del equipo que suda la gloriosa camiseta azul y plomo. Como todo ser humano se puede errar en ocasiones. Recuerdo en un clásico en el estadio de Barcelona cuando en una salida desde el área eléctrica Bagüí resbaló, de lo cual se aprovecho nuestro vecino del Astillero y marcó gol. Eso le pasa a cualquier defensa de cualquier equipo del mundo, pero lo importante es seguir adelante para trabajar, trabajar y trabajar. Por eso Óscar Bagüí fue uno de los pilares fundamentales de la estrella 11 del Emelec. Resulta inolvidable lo ocurrido en el partido final del 2013 cuando 22 mil voces coreaban “Bagüí, Bagüí” para cobrar el penal contra Deportivo Quevedo. Por eso, él es serio aspirante a ser convocado para Brasil 2014 como justo premio. Los ecuatorianos estamos muy ansiosos porque llegue junio y poder ver los seleccionados para apoyarlos en el evento deportivo más importante del planeta: la Copa del Mundo.
* Socio 8274 del Club Sport Emelec.