La nueva ola

08 de Enero de 2012
  • Los destinos de surf son adecuados para practicar el sup. (Foto: Zorritos, Perú. Cortesía: Luis Fernando Rodríguez).
  • Parque del Lago, en la vía a la costa, es un lugar apacible para esta actividad en que se puede remar de pie, arrodillado o sentado. El 16 y 17 de enero, Fernando Heinert planea realizar excursiones de sup en el océano de Manabí con deportistas de Hawái.
  • Los ríos de la Costa y la Amazonía (como el Napo, foto) son escenario de balseros que han heredado la técnica que también emplea el sup.
Moisés Pinchevsky

Una innovadora modalidad de surf afianza la relación del ser humano con el océano… con una buena dosis de diversión y relax.

El surfista ama dominar la ferocidad de las olas con inquietante equilibrio. El velerista anima su corazón navegando entre vientos y entusiasmo. El buzo dedica su aliento de vida a la extraña dimensión de lo profundo.

Pero si ese surfista, velerista o buzo es, además, un “hombre de mar”, su alma inquieta también se agitará con cualquier otra actividad que lo aleje de tierra firme para humedecer su piel, refrescar su espíritu y alimentar esa búsqueda de nuevos lazos con la inmensidad del agua. Porque no se trata sencillamente de un amor al deporte… el romance es con el océano mismo.

Así dice entenderlo el guayaquileño Fernando Heinert, de 46 años, quien es uno de los precursores en el país de una joven versión del surf: el stand up paddle board (tabla de remo en pie), o “sup” según sus siglas en inglés.

Fernando, amante del surf desde los 10 años de edad, conoció el sup en el 2006 gracias a un amigo de Hawái, Jim Hayes, quien es uno de los mayores fabricantes de tablas sup en esas islas. “Fui a su tienda en Honolulú buscando tablas de colección y en su lugar salí con estos gigantes de más de tres metros”, comenta Heinert sobre ese deporte similar al surf que, al sumarle un remo, parece convertir a sus practicantes en una singular versión de surfistas-balseros, ya que los pone a remar en el oleaje.

Una ola que avanzó rápido

“Me sigue gustando el surf, pero esta es una gran alternativa ya que no requieres de olas para ir al agua, y cuando las olas están pequeñas y nadie consigue surfear, ahí estás tú corriéndolas todas y disfrutándolas con igual intensidad; también puedes practicarlo en ríos y lagos”, indica este abogado de profesión que, al conocer ese deporte, adquirió tablas en Hawái para continuar la actividad en el balneario de Playas (Guayas).

“Entonces las personas comenzaron a preguntarme qué deporte era este, y cuando les explicaba me pedían que los ayudara a traer tablas de Hawái, y así he traído 25 equipos bajo pedido”, explica Fernando sobre cómo están naciendo los primeros deportistas de sup en Ecuador.

Una de ellas es Isabel Márquez de la Plata, de 14 años, quien recuerda su emoción cuando por primera vez observó en Playas a Fernando, vecino de la familia, navegando las olas con la tabla sup. “Me encantó porque puedes surfear y remar al mismo tiempo, además es muy relajante. Puedes remar de pie, pero cuando corre mucho viento me gusta arrodillarme para sentirme más cómoda”, señala esta adolescente que gusta de los deportes que le permiten conectarse al océano. “Porque la playa no es solo para bañarse. Hay mucho por hacer”, señala.

Luis Fernando Rodríguez, gerente general de una empresa de lubricantes, conoció el sup también en Hawái, en la playa de Waikiki, en el 2009. “Siento que es una evolución del surf, que es un paso adelante. Pero al mismo tiempo me gusta porque permite regresar a la esencia del surf, que es el contacto del hombre con el oleaje rodeado de tranquilidad, eliminando esa carga de agresividad y competitividad que se impone en el surf moderno”, señala este deportista de 44 años que ha practicado el surf desde los 10 años.

Luis Fernando, quien hoy suele practicar el sup con su hijo Nicolás, de 15, considera que este deporte se impondrá con mayor fuerza en el Ecuador, que seguirá creciendo porque cada persona que observe cómo se practica “sin duda se sentirá tentada a subirse a la tabla, a tomar el remo y navegar”.

De ser así, nuestro país también sería presa de una tendencia mundial en el campo de los deportes acuáticos, ya que el sup está poco a poco diseminándose en los océanos, ríos y lagos del mundo. Un reciente estudio de la Outdoor Foundation, fundación sin fines de lucro que estudia la participación de los estadounidenses en los deportes de exteriores, señala que en el 2010 hubo un millón de personas de ese país que por primera vez practicaron el stand up paddle board, lo cual lo ubica como el deporte acuático de más rápido crecimiento.

Ese estudio señala que los aficionados tienen desde 6 años de edad hasta adultos mayores, lo cual exhibe otra característica que apoya el despunte de ese deporte: cualquiera puede practicarlo. Así es la visión del guayaquileño Raúl Cabrera, surfista trotamundos que lleva veinte años residiendo en diversos países del planeta.

Por  email Raúl escribe desde Copenhague (Dinamarca) que el sup crece porque “puede ser practicado por todo tipo de personas, no necesitas saber surfear. También debido a su reducido factor riesgo, por ejemplo, en Costa Rica ofrecen excursiones ecoturísticas de sup que te mantienen en forma y te llevan a lugares que son solo accesibles en bote.

En Europa sueles ver a gente en los canales y ríos practicando o en competencias”, indica sobre esa tendencia que requiere una inversión de unos $ 2.000 en equipos (tabla, remo, quillas, forro, cordón para amarrar el tobillo a la tabla, y otros accesorios).

El sup también puede ser un estilo de vida. Raúl comenta que el campeón europeo, el danés Casper Steinfath, “vive cerca del Círculo Ártico, y anualmente cae mucha nieve y a veces el océano está congelado. Por ello, Casper toma su tabla de sup y navega entre los pedazos de icebergs como si anduviera en bicicleta”, porque tiene solo 18 años.

Fernando Heinert destaca el ejercicio físico que requiere esta actividad, que fortalece, sobre todo, el abdomen, las piernas y los brazos, además de que ayuda a quemar como mil calorías al día y mejora el sentido de equilibrio y la concentración.

Pero lo principal es que pone al hombre o mujer en contacto con el agua, a dominar sus olas, a tomar el aliento de vida que proviene de la brisa marina y a sumergirse en sus  dimensiones turquesas por el solo placer de hacerlo. Todo esto por un encuentro puro en el gigante del planeta… por el placer de sentirse un “hombre de mar”.

Contacto:  fheinert@estudioheinert.com

“El ‘hombre de mar’  no se impone límites;  su búsqueda lo lleva a encontrar  nuevas formas de compartir en cuerpo y espíritu con el océano y su inmensidad”.
Fernando Heinert

 

Remando sobre la balsa

Hoy aún puede verse a los balseros de Playas o de los ríos del Litoral y Amazonía ecuatorianos. Ellos, al igual que los practicantes del sup, lucen como herederos de los antiguos navegantes de esta zona del continente.

El arqueólogo guayaquileño Javier Véliz señala que la evidencia material más antigua de hombres remando, no sobre balsa, pero en canoa, está en la cultura Chorrera, para fines del periodo Formativo (1.000 a.C.). Además, “evidencias indirectas y aceptadas por investigadores de México indican que los antiguos habitantes de la cultura Valdivia-Machalilla llegaron a esas costas para el año 1.500 a.C. y su viaje con seguridad fue en una nave balsa, propuesta hecha por el arqueólogo Julio Viteri Gamboa en el año 1963”.

La gran habilidad  de los antiguos navegantes de este territorio, en la Costa y Amazonía, está bien registrada por los cronistas que dan tributo a la importancia de la balsa, dice el experto.

 

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