Andrew Garfield se convierte en soldado y jesuita

12 de Febrero de 2017
  • El actor interpreta en Hasta el último hombre a Desmond Doss, el primer objetor de conciencia de la historia en recibir una Medalla de Honor.
  • Junto a un barbudo Mel Gibson, Andrew Garfiled durante la promoción de Hasta el último hombre.
  • Andrew Garfield en su papel de Rodrigues en la película Silencio, dirigida por Martin Scorsese.
  • En la tercera parte de la laureada y polémica Angels in America, Garfield se mete en la piel de un homosexual.

Andrew Garfield se apuntó para protagonizar Hasta el último hombre y Silencio, películas dirigidas por dos cineastas oscarizados.

En la vida no se puede tener todo. Esto lo descubrió al actor Andrew Garfield por partida doble. Primero, cuando fue la entrega de los premios Globo de Oro en enero pasado y estuvo nominado en la categoría mejor actor de drama por el filme Hacksaw Ridge (Hasta el último hombre), pero no lo consiguió. Este año, al anunciarse los elegidos para el Óscar 2017, tales asignaciones generaron –como siempre– sentimientos encontrados entre actores, directores, productores, audiencia, ya que filmes que lucían como sólidos aspirantes finalmente fueron ignorados en casi todas las categorías. El otro filme protagonizado por Garfield, Silencio, fue un ejemplo y el actor no se aguantó y expresó su descontento, según él, no porque no lo tomaron en cuenta como actor, sino porque, a pesar de que está dirigido por Martin Scorsese, solo alcanzó a nominarse en la categoría mejor fotografía de Rodrigo Prieto.

En The Hollywood Reporter, Garfield aprovechó para manifestar su alegría por las nominaciones de Hasta el último hombre, pero también para mostrar su tristeza por Silencio, tras asegurar: “Por supuesto que me siento decepcionado. Pero solo porque creo que es una obra maestra”.

El actor también reconoció la labor y exitosísima trayectoria de su director, tras recordar que “¡es Martin Scorsese! Él sabe quién es y nadie puede quitarle eso”.

Finalmente, el británico desató la polémica al asegurar que Silencio “es una de esas películas que perdurarán con el paso del tiempo. Es una de esas películas que calan en la conciencia del público y cambiarán profundamente la perspectiva de la gente, a diferencia de otras cintas que obtienen reconocimientos inmediatos, pero son menos impactantes con el tiempo”.

‘Silencio’

Scorsese regresó a la gran pantalla después de casi cuatro años desde la exitosa El lobo de Wall Street (2014). Silencio se basa en la novela histórica (1966) de Shusaku Endô sobre la persecución del catolicismo en el Japón del siglo XVII. Un libro que le tomó al cineasta casi una vida realizarla (casi tres décadas) y a la que fue monaguillo y seminarista, además de cinéfilo. “Hubo muchas razones. La primera y principal es que no estaba preparado para escribir el guion, no entendía lo que realmente representa la apostasía. Pero también hubo problemas legales y financieros demasiado complejos. Volvía al proyecto cada varios meses, aunque también llegó un momento en el que supe que tenía que vivir mi vida: disfrutar de mis relaciones, de mi familia, del placer de hacer otras películas. Sin embargo, el proyecto siempre estuvo ahí. Y se hizo posible el día en que Ang Lee me sugirió que rodara en Taiwán. Eso y recortar el presupuesto hasta casi 44 millones de dólares, para un rodaje rápido de 72 días”, dijo Scorsese a el pais.com.

La novela de Endô retrata a dos jóvenes jesuitas portugueses (interpretados por Garfield y (Adam Driver) que viajan a Japón para localizar a su mentor y propagar la cristiandad entre los habitantes de la región, pero terminan enfrentando una violenta persecución. Era el siglo XVII, un periodo en el que el cristianismo no era del todo bien visto en el país asiático. Garfield –un actor judío que ha tenido que encarnar últimamente a varios personajes cristianos, como el adventista de la última película de Mel Gibson– para interpretar su papel en Silencio tuvo que hacer un retiro de treinta días de ejercicios espirituales con el jesuita James Martin. Tenía que darse cuenta de que “estaba andando, hablando, rezando, sufriendo con él”.

“Fue genial conocer esa experiencia de ayuno, hambre, realmente fue una oportunidad asombrosa de conocer eso. Lo que me reveló, porque no solo era lo de esta pérdida de peso, es la realidad de los personajes, no hay comida en la isla y los habitantes racionan todo, comen incluso menos que nosotros. El viaje a Macau habría estado lleno de disentería y todo tipo de enfermedades y casi nada de comida, por eso el hambre era tan importante”, contó Garfield en una entrevista.

Parte del rodaje fue también Taiwán, lugar que Garfield no pudo disfrutar mucho del entorno: “Estaba lejos de la gente y todas las cosas que quiero, los lugares y no poder comer, no poder salir. No socialicé, me aislé tanto como pude”. A pesar de las duras condiciones, reconoce que aprendió lecciones de vida: “Me dio mucha claridad sobre lo que era importante para mí en la vida, sobre quién era importante y sobre qué tipo de comida echaba de menos y los restaurantes que más ilusión me haría visitar después”.

Los protagonistas vivirán de primera mano la violenta persecución que sufren los cristianos japoneses en el país nipón y la clandestinidad con la que deben actuar para no poner en peligro sus vidas. Ambos tendrán que hacer frente a grandes peligros que les llevarán a cuestionar incluso su propia fe.

‘Hasta el último hombre’

Pero no todo ha sido ausencias. Hasta el último hombre, película dirigida por Mel Gibson, logró seis nominaciones al Óscar, incluida una para Garfield en la categoría mejor actor, interpretando a Desmond Doss (1919-2006), quien en la vida real tomó dos decisiones: la primera fue alistarse de manera voluntaria para el peor conflicto de la historia de la humanidad. La segunda: lo haría sin armas. Se marchó al corazón de la Segunda Guerra Mundial dispuesto a no disparar ni una sola bala. Al principio, sus superiores trataron de tumbar las certezas de aquel insensato. Se encontraron, sin embargo, con creencias (personales y religiosas) más sólidas que el temor de la muerte o el acoso de sus compañeros. Acabaron dándose por vencidos y le asignaron el rol de médico. Así sirvió Doss en el frente del Pacífico, y así se convirtió en el primer objetor de conciencia de la historia en ganar una medalla de honor.

“Me fascina cómo siguió siendo fiel a sí mismo, pese a una presión enorme para que se volviera algo que no era”, dijo Andrew Garfield en el pasado Festival de Venecia.

“Lo mejor del cine es cuando logras una trama que merece la pena contar, con un grupo comprometido y con el talento necesario para hacerlo bien. Lo peor, en cambio, son los pesos superfluos: si pudiera cambiar algo, sería que se hablara más de las historias y no de qué actores están en ellas, sus vidas, los posibles premios o el presupuesto”, comentó el actor.

Garfield tiene tablas, currículo y nominaciones como para ser tomado en cuenta. El actor también ha aprovechado su fama para posicionarse a favor del matrimonio homosexual o en contra del racismo y la desigualdad de la sociedad occidental. Aunque prefiere que sus filmes hablen por él. “Mi manera de protestar es contar historias que puedan cambiar las mentes y los corazones de las personas, y quizás inspirarlas para que sean más ellas mismas”, defiende.

Por eso se sumó a Hasta el último hombre. Por Gibson. Y porque algo en su interior se lo pidió. “Leí el guion y me pareció muy poderoso. Pensé: ¡que nadie lo haga, quiero ser yo!’ A veces llegan proyectos que te golpean y te piden subir a bordo. Normalmente, yo no escojo sino que dejo que mis entrañas elijan por mí”, agrega.

Desde que se pusiera el traje de Spiderman, su carrera también ha escalado sin parar. Los críticos han empezado a notar cada vez más ese joven larguirucho con una enorme capacidad emotiva. Para su nuevo proyecto. Mel Gibson ha apostado por un guion de Andrew Knight (El maestro del agua) y Robert Schenkkan (El americano impasible).

Mel Gibson

Luego de Apocalypto (2006), su último trabajo como director, Mel Gibson vuelve a la carga con este retrato romántico y brutal del soldado Desmond Doss. El ganador del Óscar a mejor director por Braveheart (1995) y nominado en la misma categoría por Hasta el último hombre, vuelve tras las cámaras, algo que no hacía desde hace más de diez años. En su nuevo trabajo, el cineasta australiano reclutó también a Vince Vaughn, Teresa Palmer, Sam Worthington y Rachel Griffiths.

En el teatro

Andrew Garfield está imparable. Del 11 de abril al 19 de agosto estará en la sala Lyttelton del National Theater de Londres con Angels in America, del dramaturgo Tony Kushner. La obra, dirigida por Marianne Elliott, tiene una duración de siete horas y está dividida en dos partes: Millennium Approaches y Perestroika. Los fanáticos del teatro deberán comprar una entrada combinada para ver la primera parte en sesión matinal y la segunda por la tarde, aunque también puede acudir en días diferentes. El libreto está ambientado en Nueva York durante la administración del ex presidente estadounidense Ronald Reagan, en pleno azote del sida, y presenta a una serie de personajes, entre ellos el de Garfield: Prior Walter, un homosexual que batalla con la sexualidad, la religión, la soledad y la muerte. (A.C.J.) (E)

Fuentes: elpais.com, NYTimes y agencias

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