Tiempo de gigantes
De junio a octubre, el buceo nacional comparte el mar con asombrosas especies atraídas por la corriente fría de Humboldt. Y el extranjero nos atrapa con más vivencias profundas.
Las ballenas jorobadas suelen venir en estos meses a las aguas ecuatorianas para provocar la agitación de la industria turística costera.
Pero lo que pocos saben es que, junto con los cetáceos, cientos y miles de otros individuos subacuáticos sorprendentes se asoman como “turistas” para emocionar a los buzos que se aventuran a participar de esta fiesta de vida bajo el mar.
Eduardo Robalino, gerente de la operadora de buceo Ocean Reef, comenta que las invitadas más admiradas en esta tertulia marina son las mantarrayas gigantes (nombre científico: Manta birostris).
“El turismo de buceo en el Ecuador tiene el privilegio de contar con la migración masiva de esta especie a nuestras aguas. Llegan porque la corriente fría de Humboldt trae nutrientes que resultan un banquete para las mantarrayas, las ballenas jorobadas y otras especies”, señala.
Robalino lideró el sábado de la semana anterior un tour para confirmar la llegada de las mantarrayas gigantes. “Aún no pudimos observarlas, pero logramos ver gran cantidad de tortugas marinas que alegraron a todos los que nos sumergimos. Las mantarrayas llegarían durante este mes de junio”, dice sobre esa expedición turística que partió desde Puerto López hacia el sitio denominado Copé, ubicado a una hora y 20 minutos en bote en mar abierto.
Sin embargo, Robalino alerta que quizás no lleguen tantas como en otros años, debido a la posible presencia del fenómeno El Niño. “Pero los buzos sí podremos verlas hasta octubre o noviembre”, agrega.
‘Voladoras’ del océano
En la Isla de la Plata (Manabí) ya se han visto mantarrayas, indica Alexandra Cárdenas, instructora de buceo de las tiendas Bioélite y Subaqua. “Bucear con mantarrayas es como volar junto a grandes aves que extienden sus alas. Es mejor hacerlo cuando hay ‘quiebra’”, tal como se denomina al momento en que las corrientes no levantan sedimentos, por ello la visibilidad bajo el agua es mejor. “Suele haber una semana de quiebra y la siguiente con baja visibilidad”, agrega.
Esta migración anual fue descubierta hace poco en el país. “Es la agregación de mantarrayas gigantes más grande del mundo. Es una especie migratoria, así que en estos meses se reúnen en estas aguas”, comenta Michel Guerrero, director del Proyecto Mantas Ecuador, iniciativa científica que apunta a la conservación de esta especie y que desde el 2009 ha logrado identificar más de 1.300 individuos en aguas ecuatorianas. Esa cifra constituye un récord mundial, ya que en sitios como Brasil y Mozambique, donde tienen muchos más años en la misma labor, solo han podido identificar entre 100 y 300 animales de esta especie muy dócil y totalmente inofensiva, que puede medir hasta ocho metros de envergadura.
“Para identificarlos se les toma una foto en el vientre, el cual es como una huella digital distinta en cada individuo”, dice Guerrero.
Este biólogo marino considera que tal aglomeración puede resultar un importante imán del turismo submarinista, actividad que debería ayudar a promover su conservación. “Para ello el buzo debe guardar un código de conducta apropiado, por ejemplo, nunca tocarla ni acercarse demasiado, ni siquiera si la observa enredada en redes de pesca, ya que puede resultar peligroso para el buzo. También vale restringir el número de submarinistas en las zonas de avistamiento”, indica este biólogo capitalino.
Con el tiburón ballena
En estos meses también aumentan las posibilidades de bucear en Galápagos junto al tiburón ballena, el pez más grande del mundo.
Mathías Espinosa, buzo con más de 20 años de experiencia en las islas Encantadas, considera que ver a un tiburón ballena es “el sueño de todo buzo, y eso es posible en nuestro país”, indica este guía que trabajó para el Proyecto Tiburón Ballena. Esa iniciativa científica, que apunta a proteger a esa especie marina, ha identificado a más de 80 individuos en el norte de Galápagos, casi todas hembras. Espinosa describe que las reacciones de los turistas en las inmersiones son diversas: algunos se quedan inmóviles y otros se agitan emocionados bajo el agua.
“En una inmersión es posible localizar uno o dos ejemplares”.
El tiburón ballena puede llegar a medir 18 metros de largo y a pesar entre 50 y 60 toneladas, aunque el tamaño promedio en las Galápagos es de 14 metros y un peso estimado de entre 30 y 40 toneladas.
En la Reserva Marina de Galápagos (RMG), los tours suelen durar siete días, ya que para llegar hasta los sitios de avistamiento en las islas Darwin y Wolf toma hasta 14 horas de navegación. El costo es de unos $ 5.000. Pero esta aventura no tiene precio. (M.P.)
Contactos: Ocean Reef 288-2834, Subacqua 229-0198, Bioélite 600-7879, Tortuga Divers 511-5846. Un tour para buzos con licencia cuesta entre $ 80 y $ 120. Un curso de 6 días puede costar $ 320 (incluye licencia). El tour llamado Discovery ($ 110) permite un día de buceo básico, pero no ofrece licencia ni vivencias con mantarrayas. Galápagos: Scuba Iguana (05) 252-6497.
Antonio Quezada Pavón
En Cuba con tiburones
Amo el buceo deportivo, conocido también como submarinismo, deporte que cada vez cautiva más la atención de jóvenes y adultos de todas las edades. Y no es para menos, si el Ecuador tiene el privilegio de contar con uno de los diez más importantes sitios de buceo del mundo en las islas Galápagos.
Fuera del país hay excelentes sitios cercanos, como la Isla de San Andrés en Colombia y por supuesto la Isla de Cozumel en México y sus alrededores: Playacar, Isla Mujeres, Cancún y los cenotes de la península de Yucatán. Honduras tiene las islas de Roatán y Utila con sus impresionantes arrecifes de coral. Todo el Caribe es zona de buceo, destacando las tres islas ABC: Aruba, Bonaire y Curazao, que son el paraíso de mar azul, transparente y cálido y un insuperable ambiente. Los Cayos de la Florida son siempre amigables y cómodos para el buzo, así como República Dominicana y Puerto Rico. Bastante más lejos se encuentra la inigualable isla de Bali en Indonesia, que es la meca de buzos y surfistas.
Sin embargo, para mí, Cuba atrapó mi salino y oceánico corazón con sus espectaculares y muy protegidos arrecifes de Jardines de la Reina, bautizados así por Cristóbal Colón, pues sus manglares asemejan los hermosos y verdes jardines palaciegos del Medioevo.
El turismo es ya la primera fuente de ingreso de la isla y los varios sitios importantes de buceo forman parte de un proceso de privatización que ya empezó.
Bajo el mar caribeño
Inicié mi experiencia cubana en la zona conocida como María La Gorda en el extremo septentrional de la isla, a dos horas de Pinar del Río; luego salté a Isla de la Juventud para mi primer encuentro con tiburones del Caribe; pero luego Jardines de la Reina (provincia de Ciego de Ávila) superó cualquier expectativa de buceo de aventura.
Desde la primera inmersión, uno se encuentra con docenas de tiburones del Caribe y tiburones nodriza. No hay barrera protectora, solo la experiencia del instructor y la obediencia de nosotros los buzos avanzados. Los diferentes arrecifes de coral están tan incólumes como lo estuvieron en el descubrimiento de América. Por obvias razones, Cuba estuvo cerrada al buceo por decenas de años y realmente los cubanos han cuidado y protegido al manglar y al coral de la irresponsable pesca y de la explotación depredadora. Excelente visibilidad, agua azul y cálida, y cada inmersión es una nueva experiencia para entender el respeto y la convivencia con estos depredados y respetables animales marinos que son los tiburones.
Uno cree que estos tiburones han sido entrenados para no atacar, jugueteando con inmensos peces que los instructores atan como carnada. Es impresionante ver los terribles mordiscos con los cuales un tiburón cercena un gran pez dorado, juego al que lo llaman “frenesí de tiburones” durante el cual uno realmente comprende lo peligroso de esta aventura.
En las siguientes inmersiones, los instructores juegan inmovilizando a los tiburones con lo que llaman “parálisis tónica”, que consiste en simplemente agarrarlos por la cola y la aleta dorsal, con lo cual el tiburón se paraliza. No hay duda de que los tiburones y los instructores se roban el show en tres inmersiones diarias durante seis días y uno es parte de ese espectáculo.
Cuba y su gente me enamoraron. Destaco su tenacidad y alegría ante el infortunio de los problemas políticos que han enfrentado.
Y bajo el agua tengo a los tiburones de Jardines de la Reina como dueños de mis mejores recuerdos de buceo deportivo.
Desde la primera inmersión, uno se encuentra con docenas de tiburones del Caribe y tiburones nodriza. No hay barrera protectora, solo la experiencia del instructor y la obediencia de nosotros los buzos avanzados”.
Cristina Posligua
Costa oriental de Australia
Soy una apasionada del buceo, junto con mi esposo, Eduardo Robalino. Con él viajamos a la costa oriental de Australia en el 2009. Buceamos en cuatro sitios; el primero estaba en el sur, en una zona llamada Manly, a media hora de Sídney. Allí hay un sitio cercado para realizar inmersiones desde la playa. El buceo es muy fácil, pero muy frío, ya que el agua está a unos 10°C. La principal atracción ahí son los caballitos de mar que nadan en un hábitat creado sobre una malla que protege la playa; el buceo se lo realiza por el lado externo de la malla.
El segundo sitio fue en la mitad de la costa oriental del país, donde hay un barco hundido: el Hmas Brisbane, un antiguo destructor que fue sumergido como atractivo en la zona de la Sunshine Coast (costa soleada, en el estado de Queensland).
El buceo sigue siendo algo frío, y con una visibilidad no muy buena, pero la experiencia de conocer ese barco hundido fue excelente.
Dirigiéndonos hacia el norte llegamos a otro barco hundido, el S.S. Yongala, en Queensland. Ese fue el primer buceo espectacular de Australia, en la parte sur de la Gran Barrera de Arrecifes.
Para llegar hay que navegar bastante; la única opción disponible era un barco para mochileros. El servicio era de nivel medio, pero el buceo fue increíble. El arrecife y el barco sumergido lucían imponentes. Esto fue tan solo un abreboca para lo que nos esperaba en la Gran Barrera.
Para esto reservamos en el barco Taka, el cual tenía todas las comodidades, con una calificación de 10 sobre 10 en servicio, y qué decir de los sitios de buceo: increíbles, con especies de todos los colores, almejas gigantes y un tipo de mero gigante llamado Potato Cod, con las escamas de colores similares a la piel de una vaca. Realizamos buceos en corales de diferentes tipos, peces y cardúmenes de muchas especies.
Algo increíble fue el encuentro con una sepia (parecido a un pulpo), un cefalópodo que infunde temor por su tamaño y tentáculos, y sus colores que cambian en cada segundo. Australia nos seguía sorprendiendo con sus maravillas.