Sensibilidad viajera

14 de Abril de 2013
Lorena León Velásquez

Cali, Buga y Popayán son algunas ciudades colombianas que se han convertido en importantes destinos para realizar viajes de tipo religioso.

En ocasiones es necesario dejar a un lado lo cotidiano y mimarse por dentro... ¡Desconectarse!

Los viajes suelen llenar el alma y hacen fijar la atención en los pequeños grandes detalles de la inmensidad de la vida.

Para algunos, ‘turistear’ en sitios marcados de religiosidad puede ser una opción para encaminarse, si se lo proponen, en una constante, pacífica y placentera reflexión.

Y no es un requisito esencial tener una creencia específica para estar dispuestos a conocer culturas únicas, lugares impregnados de sensibilidad y fe, historias de vida, arquitecturas antiquísimas, naturaleza viva y exquisita gastronomía tradicional.

Lo importante, como decía uno de los viajeros que recorrieron estos destinos en particular, “es sentirse agradecido por vivir experiencias únicas, por lo que a veces solo hay que abrirse, aligerar cualquier tipo de carga y estar dispuesto a no perder la capacidad de siempre asombrarse”.

Ciudades colombianas como Santiago de Cali y Guadalajara de Buga, pertenecientes al departamento del Valle del Cauca, y Popayán, capital del departamento del Cauca, son algunos de los destinos que tienen como importante motivación la fe católica, especialmente en Semana Santa, conmemoración anual cristiana de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.

En estos pueblos, nativos y foráneos de todas las edades viven este periodo con fervor. Y la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, por sus siglas en inglés) lo reconoce.

Las procesiones de Semana Santa de Popayán fueron inscritas en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el 30 de septiembre del 2009. Llevan realizándose 457 años sin interrupción alguna, puesto que ni siquiera un terremoto devastador en 1983, un Jueves Santo, las detuvo.

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Por 457 años se han realizado las procesiones en Popayán (Colombia) 

Mientras tanto, en Cali, por cuarto año consecutivo, la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) del Valle del Cauca y la Cámara de Comercio de Cali (CCC) promovieron la campaña ‘Cali, ciudad divina, el Valle te llena de gracia’.

Esta presentó un programa religioso, cultural, turístico y gastronómico que invitó a recorrer los 42 municipios del Valle del Cauca a finales de marzo. “(...) Nos queda la enseñanza de que unidos podemos más y la confirmación de que el Valle es una tierra fértil para el turismo. Cali seguirá siendo ‘ciudad divina’ por esta Semana Santa y todas las que vendrán”, dice la presidenta de Fenalco, Rosa Jaluf de Castro.

Proexport Colombia (Promoción de Turismo, Inversiones y Exportaciones) es otra de las entidades que se suman a esta campaña para dar a conocer internacionalmente estos pueblos llenos de verdor, hermosos paisajes, gente alegre, y de una encantadora paz.

Santiago de Cali
Ciudad alegre y devota

Es la capital del departamento del Valle del Cauca y está habitada por caleños, en su mayoría, amantes de la salsa, gustosos de los jugos (el lulo es uno de ellos y es lo que en Ecuador se conoce como la naranjilla), emprendedores y creyentes.

En Semana Santa ofreció una agenda variada y para todo tipo de público. Entre las actividades que se realizaron constan la tradicional Misa de Mi Pueblo en la iglesia de la Merced, templo representativo de la ciudad.

Otro lugar célebre en Cali es el barrio de San Antonio, en donde se encuentra una capilla con este mismo nombre (foto). Este espacio es visitado por personas que, desde ahí, admiran la increíble vista de esta urbe. Y, por supuesto, ingresan al templo para comunicarse con Dios.

En Miércoles Santo los caleños salieron a acompañar la procesión por el perdón, la reconciliación, la convivencia y la paz.

También se presentaron opciones culturales como la ópera cómica Gianni Schicchi en el Teatro Municipal. Asimismo, los espectáculos de salsa fueron infaltables, al igual que una oferta de “menús divinos” en varios restaurantes de la ciudad.

 

Guadalajara de Buga
Religiosa tranquilidad

La Basílica del Señor de los Milagros está situada en Guadalajara de Buga, ciudad del Valle del Cauca en donde se respira aire puro y se siente una tranquilidad que cala.

El templo religioso mencionado posee grandes dimensiones y es visitado por personas que hacen filas que regularmente doblan las calles para encontrarse con la imagen del Señor de los Milagros.

Algunos también aprovechan para comprar rosarios, pulseras, collares y demás accesorios con detalles religiosos en los distintos locales externos. Y otros, simplemente caminan con sus familias o solos por la plazoleta aledaña para respirar aire fresco y reflexionar.

La fiesta principal del Señor de los Milagros es el 14 de septiembre y a esta acuden autoridades eclesiásticas de Colombia y otros países.

Buga se encuentra a 73 km de Cali, su población se acerca a los 120.000 habitantes y cada año recibe cerca de 3 millones de turistas.

 

Popayán
‘La Jerusalén de América’

Ubicada al suroccidente de Colombia, la consideran una de las ciudades insignes que viven con devoción la Semana Mayor.

Además es conocida por haber sido una preponderante urbe en la época de la Colonia, tierra en donde han nacido artistas, próceres, presidentes de esta nación y también porque ha afrontado con esfuerzo fuertes movimientos telúricos.

Actualmente tiene un conservado y atrayente centro histórico que cuenta con blancas edificaciones e iglesias visitadas por creyentes de todas las edades con especiales agradecimientos y peticiones.

Su clima es templado y queda situada a dos horas de Cali en carretera, tiempo en el que se observan árboles con llamativas hojas de colores, cultivos de caña de azúcar y lugares para probar el pandebono, pan característico de la región del Valle del Cauca que se elabora principalmente con harina de maíz, almidón de yuca y queso, y se acompaña con el infaltable café.

Al llegar y conocer a los payaneses uno se da cuenta de que en cada actividad que realizan llevan como bandera una vibra espiritual que nace de su corazón.

Felipe Patiño, estudiante universitario de 26 años, es un ejemplo de ello. Él lidera el grupo de jovencitos de la Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán, entidad encargada de las procesiones y tiene, como característica que llama la atención, callos en los hombros: “símbolos de orgullo”.

Patiño es uno de los cargueros de los pasos (imágenes) que muestran la Pasión de Cristo. Algunos de los más conocidos son los patronos de la ciudad, La Virgen de los Dolores y el Amo Ecce Homo. “Nuestras procesiones, que iniciaron en 1556, no son reconocidas por su joyería, imaginería, carpintería, sino porque son un patrimonio que ha pasado de generación en generación. Que han generado un léxico propio, una vestimenta particular, el surgimiento de personajes como las sahumadoras (mujeres que queman los inciensos y plantas aromáticas en símbolo de sacrificio), el moquero (niño que, vestido de carguero, lleva una vara provista de una cuchilla para raspar los mocos o cera derretida de las velas que adornan los pasos), tradiciones que se mantienen”, dice Patiño.

El Santuario de Belén, la Catedral Basílica Nuestra Señora de la Asunción, la Iglesia de San Agustín, con sus arquitecturas majestuosas, son algunos de los escenarios espirituales en los que además se organizan las vehementes procesiones que congregan a familias enteras.

“(En Semana Santa) la Luna se encuentra con miles de luces de cirios llevados por fieles, que acompañando al Todopoderoso, a su Madre y a sus santos, desbordan las calles para formar una serpiente de fuego que recorre 20 cuadras”, relata Patiño.

Al término de la Semana Mayor, los payaneses dan inicio a la ‘Semana Santa Chiquita’, en la que los niños repiten con mucha fe lo que hicieron los adultos anteriormente.

Alrededor de estas actividades también se llevan a cabo otras que presentan a Popayán ante el mundo, como la visita al Rincón Payanés (versión a escala de los principales atractivos turísticos de esta urbe), al Museo Arquidiocesano de Arte Religioso que tiene una bóveda que guarda custodias religiosas con valiosa joyería, y además en este lugar se exponen creaciones, por ejemplo, del arte quiteño.

Asimismo, organizan el Festival de Música Religiosa y realizan muestras artesanales y de orquídeas. “Estar aquí es llenarse de una especial espiritualidad”, expresa una turista. Y es verdad, mirar a un niño payanés orando denota que para él aún hay esperanza, que no se ha olvidado de creer.

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