Criaturas marinas: Enigmáticos delfines

Por Paula Tagle
02 de Marzo de 2014

En Galápagos se observan varias especies de delfines.

“En todo caso despliegan habilidades cognitivas, como imitación acústica y de comportamiento, comprensión de un lenguaje artificial, memoria, reconocimiento de su propio ser, de valores numéricos, entre otras cosas”.

Idealizamos a los delfines como criaturas sublimes, casi que de otro planeta. Además tendemos a generalizar, como si existiera una única variedad conocida, que imaginamos con la figura y personalidad del famoso Flipper, el heroico delfín nariz de botella de la serie de televisión de los años sesenta.

Sin embargo, existen al menos 48 especies descritas. Son mamíferos marinos dentro del suborden Odontoceti (ballenas con dientes). La mayoría se incluye en la familia Delphinidae (delfines oceánicos), pero también se los considera delfines a aquellos en las familias Iniidae, Pontoporiidae, Lipotidae y Platanistidae, a las que pertenecen delfines de los ríos Amazonas, Orinoco, de La Plata, Yangtzé y Ganges. Es decir, hay delfines de todos los tamaños y colores, desde la Orca (de hasta de diez toneladas) con hermosos contrastes de blanco y negro, hasta el delfín rosado amazónico.

Algunas culturas les otorgan dones curativos, infinita bondad. Para los antiguos griegos eran seres que cuidaban de los humanos en el mar y a Cupido se lo ilustraba cabalgando delfines. Para la gente del Amazonas brasileño, los delfines rosados se disfrazan de hombres para preñar a las jovencitas que osan bañarse solas en sus aguas turbias. En Mauritania, los delfines cooperan con los pescadores.

¿Buenos, malos, milagrosos o malévolos? ¿Es posible acaso catalogar a la especie humana como buena o mala? No se pueden utilizar absolutos para definir por entero a una criatura inteligente, y los delfines, más bien digamos los mamíferos marinos en general, son bastante inteligentes.

¿Qué es, pues, la inteligencia? Existen diferentes maneras de entenderla y de medirla. Algunos investigadores teorizan que la inteligencia de los mamíferos guarda relación con el número de células nerviosas en la corteza del cerebro. Los delfines nariz de botella tienen unos 5,8 billones, los chimpacés 6,2 billones y los humanos 11,5 billones.

En todo caso despliegan habilidades cognitivas, como imitación acústica y de comportamiento, comprensión de un lenguaje artificial, memoria, reconocimiento de su propio ser, de valores numéricos, entre otras cosas. Los delfines son sociables, viviendo en grupos de pocos a miles de individuos. Se los ha observado guiando a otros delfines heridos o enfermos, incluso ayudándolos a llegar a la superficie para que respiren, con un altruismo que va más allá de los de su propia especie: son múltiples los reportes de delfines nadando alrededor de humanos para protegerlos de tiburones.

Pero así como nos sorprenden y conmueven con su altruismo, pueden tener comportamientos bastante agresivos. He visto a los delfines rosados del Amazonas llevando una rama en el hocico y golpeándola con fuerza sobre la superficie del agua, como prueba de dominio sexual. A veces los machos se enfrascan en peleas casi mortales, en las que quedan malheridos, al punto de que en ocasiones optan incluso por exiliarse. Se han reportado violaciones de varios machos a hembras delfines, infanticidios, en fin, toda una gama de comportamientos que no compaginan con su dulce imagen.

En Galápagos se observan varias especies. Y pese a que he sido afortunada de avistarlas en diversos lugares del planeta, no puedo olvidar mis primeros delfines nariz de botella. Se acercaron a surfear las olas que creaba el yate en que navegaba. Al verlos disfrutando de la cercanía, al escucharlos comunicándose, empecé a llorar. Era mi primer contacto con lo que creía una criatura mágica, espacial. Hoy los considero igualmente mágicos.

nalutagle@yahoo.com

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