La Défense en París: Primer barrio de negocios de Europa

10 de Junio de 2012
  • Panorámica del distrito de negocios: a la izq. el Arco de La Défense y La araña roja (der.) de Calder, una estructura de acero de 15 metros de alto.
  • Monumento La Défense de París, obra del artista Louis-Ernest Barrias.
  • Ejecutivos se reúnen en La Défense. Atrás, la escultura Dos Mounstruos de Joan Miró.
  • Otra escultura que se destaca en el distrito de negocios es El Pulgar, de César Baldaccini.
Teresa Gutiérrez Chávez (latitud-0-grados@wanadoo.fr) Fotos: Germán Baena

Es un moderno barrio de negocios situado al oeste de París y uno de los más importantes de Europa. Se extiende sobre 160 hectáreas y está constituido por un conjunto de torres y rascacielos de oficinas, que una vasta explanada peatonal comunica entre sí.

Jardines colgantes y alrededor de 60 obras de arte contemporáneo, algunas de considerable tamaño, hacen de la plaza de La Défense un verdadero museo al aire libre y un agradable paseo para los turistas, pero también para quienes trabajan o residen en el lugar.

Algo de historia

Durante el siglo XV, los reyes de Francia tenían el Palacio del Louvre como residencia principal, y en los frondosos bosques del Castillo de Saint-Germain se dedicaban a la caza de jabalíes y venados.

El nacimiento del eje histórico de París –que parte del Louvre, atraviesa la Plaza de la Concordia y el Arco del Triunfo y desemboca en el Arco de La Défense– se remonta a 1599, cuando el rey Enrique IV ordenó trazar una carretera que uniera el palacio con el castillo. Después de que su carroza cayera al agua en una de las travesías del transbordador que cruzaba las comitivas reales desde Neuilly hasta la colina de Chantecoq, el Rey encargó a su intendente la construcción de un puente de madera.

En 1667, a petición de Luis XIV, André Le Nôtre rediseñó el jardín del Palacio de las Tejerías. El primer jardinero del rey echó abajo el muro oeste y creó una avenida arbolada de olmos. Con aquel simple gesto, Le Nôtre acababa de establecer el punto de partida del eje clave de la capital.

En honor de Luis XV se transformó el terreno baldío entre las Tejerías y los Campos Elíseos en una inmensa plaza y se entronizó su estatua ecuestre. Los revolucionarios de 1789 la derribaron y pusieron en su lugar una guillotina. Al término de un largo periodo de violencia y de terror, la original Plaza de Luis XV pasó a llamarse Plaza bde la Concordia. Décadas más tarde se colocó en su centro el obelisco procedente del templo de Luxor que Mehmet-Alí, gobernador de Egipto, había donado al rey Luis Felipe I en 1931.

A Luis XV asimismo se le debe la reconstrucción en piedra del antiguo puente de madera de Neuilly, la prolongación del llamado Camino de la Corte hasta la cima de Chantecoq y la construcción de una plaza redonda siguiendo el modelo de la Plaza de l’Étoile, que recibió el nombre de Étoile de Chantecoq (Estrella de Chantecoq) o de la Demi-Lune (Media Luna).

La vía real se convirtió en imperial cuando Napoleón Bonaparte, al volver de Austerlitz, ordenó que se irguiera un arco de triunfo a la gloria de su ejército. Se lo ubicó en la Plaza de l’Étoile con la finalidad de que pudiera ser divisado desde lejos. En 1854, bajo las consignas de Haussmann, gran urbanista reformador del paisaje parisino, el monumento se volvió el punto de convergencia de 12 avenidas.

Un segundo, llamado Arco del Triunfo del Carrusel, se alzó por orden de Bonaparte entre el Louvre y el jardín de las Tejerías.

Napoleón III inauguró en 1863 la totalidad del eje histórico. La estatua de Napoleón Bonaparte, que coronaba la columna de Vendôme, se desplazó a la plaza de la Media Luna, rebautizada Rond-Point de l’Empereur (Glorieta del Emperador). En 1870, la guerra contra Prusia exigió resguardarla y, 8 años después, se la reemplazó con otra estatua. El Consejo General del Sena decidió rendir homenaje a los defensores de París y organizó un concurso para elegir la escultura que expresara mejor el espíritu de resistencia al invasor. Se seleccionó La Defensa de París (La Défense de París), de Louis Ernest Barrias, y la obra dio nombre a la glorieta y al futuro barrio de los negocios.

Un barrio destinado a los negocios

Desde el siglo XIX, la colina de Chantecoq empezó a abandonar su paisaje bucólico y acoger decenas de fábricas de todo tipo, granjas y barrios humildes. La idea de crear una zona de negocios en el sector nació en 1958 con la instauración del EPAD, entidad pública encargada de realizar infraestructuras y equipamientos públicos, promover y administrar el barrio. Aquel mismo año se inauguró el CNIT, el Centro de Nuevas Industrias y Tecnologías. La audacia de su bóveda triangular de 50 m de alto apoyada en tres puntos y sus fachadas de cristal transparente le valieron el calificativo de “catedral de los tiempos modernos”.

La EPAD dividió el perímetro de La Défense en dos zonas: la A, de 130 hectáreas, sería un barrio de negocios y la B, de 620 hectáreas, estaría destinada a la vivienda y abarcaría una parte de la ciudad de Nanterre.

Se proyectó asimismo que el barrio de negocios tuviera dos niveles. El primero, subterráneo, comprendería servicios de comunicación, aparcamientos y áreas de servicios; y el segundo, al aire libre, se consagraría a los peatones, edificios y jardines.

Choque generacional

La primera generación: El plan de edificación de 1964 impuso a todas las torres de oficinas el respeto de las mismas normas con miras a brindar al conjunto una coherencia arquitectónica. Las torres de la primera generación obedecían a un modelo similar: una base de 42 x 24 m, una altura máxima de 100 m y una superficie de 30.000 m².

La segunda generación: En la década de los 70 aparecieron edificios de cien mil m², el más alto culminaba a 184 m y contaba con 44 pisos. Sin embargo, la crisis económica frenó las expectativas de desarrollo, al punto que durante cuatro años no se vendió ni un solo metro cuadrado de oficinas. A las gigantescas torres de la segunda generación se les reprochaba la ausencia de iluminación directa y problemas de insonorización y climatización.

La tercera generación: A comienzos de los años 80 la apertura de Les Quatre Temps, un centro comercial de 105.000 m² de superficie, en aquella época el mayor de Europa, fue como un disparo de fuegos pirotécnicos, pues lanzó el auge de los edificios de la tercera generación. Se llevaron a cabo proezas técnicas que ofrecían inéditas formas visuales: se jugaba con las curvas, los volúmenes, las alturas, los espacios y la luz natural. Los arquitectos e ingenieros además tomaban en cuenta los nuevos retos medioambientales, e incluso iban más allá de los criterios impuestos para hacer de La Défense un barrio precursor en materia de construcción sostenible.

El Arco de La Défense o Gran Arco de la Fraternidad

A fin de marcar simbólicamente el final del eje histórico de París con una obra monumental, la EPAD organizó en julio de 1982 un concurso. Se recibieron 424 proyectos, y el jurado se decantó por el de Johan Otto von Spreckelsen, un arquitecto danés desconocido en Francia. Se trata de un cubo hueco de 110 m de altura, 108 de ancho y 112 de profundidad, en el que cabría la catedral de Nuestra Señora de París. Está construido en mármol de Carrara y granito recubierto con placas de vidrio, y pesa 300 mil toneladas.

Se lo inauguró en 1989, cuando se conmemoraba el bicentenario de la Revolución francesa.

El Gran Arco y su explanada desde 1990 son el escenario de megaconciertos (el concierto del compositor de música electrónica Jean-Michel Jarre atrajo a 2,5 millones de espectadores), festivales de jazz, ferias navideñas y fuegos artificiales.

La Défense 2015

El proyecto Défense 2015 prevé un plan de desarrollo que implica la edificación en diez años de 850.000 m² de oficinas, 100.000 m² de nuevas viviendas y una torre de 400 metros de altura.

Entre las torres futuristas merecen destacarse dos. La T1 tendrá la forma de una hoja plegada en dos, como la vela de un barco henchida por el viento, y la Granite está siendo equipada con lo último en materia de ahorro energético.

Un rincón de sosiego

Si una discreta cruz en uno de los accesos de entrada no indicara que estamos frente a un sitio religioso, creeríamos que la iglesia Nuestra Señora de Pentecostés es la versión en maqueta de uno de los muchos rascacielos que la rodean. En la planta baja hay un espacio de encuentros y una librería, mientras que en la planta superior se encuentra la capilla. Al ingresar sorprende tanto su minimalismo como modernidad.

Un cubo de acero con 12 cortes que semejan rayos o lenguas de fuego tiene la función de altar; las láminas también de acero del púlpito se enrollan y se superponen evocando el arbusto ardiente; y dos esculturas ensambladas forman el tabernáculo.

Un hermosísimo bronce a base de figuras geométricas independientes sugiere el recogimiento de la Virgen María en el momento de recibir al Espíritu Santo. La tamizada luz del recinto invita al sosiego y la meditación.

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