Eslovenia: El verde corazón medieval de Europa

03 de Marzo de 2013
  • Ptuj es una de las ciudades más antiguas de Eslovenia.
  • Castillo Predjama es el nombre que recibe un castillo que fue construido en el acceso de una cueva.
  • Sala de ceremonias castillo de Brezice.
  • Piran es una ciudad considerada monumento cultural urbano mejor conservado de la Istria eslovena.
  • En Liubliana está el Puente Triple, que en realidad son tres puentes en uno.
  • El puente de los Dragones está construido sobre el río Ljubljanica.
  • Bled es una población situada a orillas del lago del mismo nombre ubicada en los Alpes Julianos.
Teresa Gutiérrez Chávez (latitud-0-grados@wanadoo.fr) Fotos Germán Baena

Este país se sitúa en pleno centro del continente europeo. Sus múltiples rincones guardan vestigios de su pasado y la naturaleza es parte esencial de su turismo.

A principios de diciembre, un amigo me envió un artículo muy interesante sobre un científico colombiano –fundador y director del Centre for Global Health Innovation, de la Universidad de Toronto (Canadá)– que aborda el concepto de salud y bienestar desde otras perspectivas. El doctor Alejandro Jadad sostiene que, para sentirnos saludables, debemos identificar el verbo que nos hace felices y buscar luego la manera de conjugarlo con la mayor frecuencia posible. Tras definir que «viajar» era el verbo que mejor me representaba, decidí conjugarlo yéndome a pasar las fiestas de fin de año a Eslovenia.

Una capital de nombre
impronunciable

La jefa de cabina nos anunció que pronto aterrizaríamos en el aeropuerto de Ljubljana y, treinta minutos después, aún seguíamos en el aire. Cada vez que miraba por la ventanilla, creía reconocer el mismo extraño paisaje: aisladas casitas salpicaban un conjunto de picos nevados, que se elevaba muy por encima de una masa compacta de nubes. Una de dos, o las montañas descollaban por su altura o las nubes estaban a muy baja altitud. La voz del comandante me sacó de mis pensamientos. Si la visibilidad no mejoraba aterrizaríamos en Zagreb. Lo que efectivamente sucedió.

En el autobús de la compañía aérea, que nos transportaba de la capital croata a la eslovena, decidí averiguar cómo se pronunciaba «Ljubljana». Una simpática muchacha me explicó que la «j» en esloveno representa una «i». ¡Uf, qué alivio! Nos dirigíamos hacia Liubliana.

Liubliana en lengua
eslava significa «amada»

En lo alto de una colina se alza un castillo y, como no sabíamos que se podía llegar en funicular, lo alcanzamos a pie siguiendo un empinado y boscoso sendero.

Si bien la construcción original data del siglo IX, una buena parte de las edificaciones que hoy contemplamos se erigieron en los siglos XVI y XVII. Merecen particular interés la capilla gótica de San Jorge, por cuanto constituye uno de los pocos espacios eclesiásticos exclusivamente adornado con imágenes de escudos gubernamentales e imperiales, y la torre de guardia, pues desde su mirador se tiene una impresionante vista de la ciudad y sus alrededores.

Bajamos de la colina en funicular. Atravesamos un concurrido mercado al aire libre y llegamos al puente de los Dragones, llamado así porque sendas estatuas del alado animal engalanan cada uno de sus extremos. En los orígenes míticos de Liubliana se halla la explicación de por qué el dragón es su símbolo. Tras robar el Vellocino de Oro, Jasón, un personaje mitológico griego, y sus compañeros de aventuras, los argonautas, huyeron a través del mar Egeo, navegaron por el río Danubio hasta el Sava, y de ahí hasta el Liublianica. En los pantanosos terrenos circundantes moraba un terrible dragón. Jasón lo enfrentó y le dio muerte. En aquel lugar se fundó entonces la que sería capital de Eslovenia. Ironías del destino: el vencido monstruo sobrevivió en la memoria colectiva y los vencedores desaparecieron en los cenagales del olvido.

Acodados en la baranda del puente observamos el río. Sus verdes y transparentes aguas discurren entre álamos y encorvados sauces llorones. Hacia la izquierda, abrazando la curva de su cauce, se extiende un mercado cubierto cuyas formas arquitectónicas hacen pensar en un palacio grecorromano. Una tienda de recuerdos actúa como juntura y entrada al puente Triple. A la antigua construcción en piedra que existía desde el siglo XIX se le añadieron dos puentes suplementarios con accesos escalonados a cada lado a fin de crear un paseo peatonal a orillas mismas del Liublianica. Esos tres elegantes brazos de redondeadas balaustradas sirven de enlace entre la plaza municipal, situada en la parte medieval bajo el castillo, y la plaza Preseren, en la ribera opuesta. En la primera se levanta el Ayuntamiento y frente a él, una hermosa fuente: tres figuras masculinas de mármol blanco, a los pies de un obelisco, simbolizan los tres  principales ríos de la región. La rojiza fachada barroca de la iglesia franciscana de La Anunciación domina la segunda.

Perderse por las calles de Liubliana es como jugar con un caleidoscopio: fachadas de casas, iglesias, museos, bibliotecas, teatros y edificios de diversos estilos y colores van creando sucesivas y contrastadas fisonomías de la ciudad.

Una escapada a Bled y a los Alpes Julianos

A 55 km de Liubliana se encuentra Bled, una plácida localidad alpina construida en torno de un lago que abriga en su centro un islote coronado por una antigua iglesia. Los paisajes parecen sacados de una tarjeta postal: frondosos bosques, azules montañas, cisnes que cual blancos nenúfares se deslizan silenciosamente sobre las glaciales aguas y un castillo medieval que monta la guardia desde la prominente cima de un rocoso acantilado.

La soleada mañana se presta para que le demos la vuelta al lago. Tomamos el sendero que lo bordea y empezamos a caminar bajo árboles que el languideciente otoño había teñido de verdes profundos y tonalidades rojo marrón. Nos detenemos en la cafetería de una plazoleta y pedimos un capuchino y una kremsna rezina, un delicioso postre lugareño en el que se superponen capas de crema entre dos láminas de hojaldre.

Al terminar nuestro recorrido, nos acercamos al embarcadero. Un pequeño bote de madera nos conduce al islote y nos deja frente a una escalinata de piedra de 99 peldaños. Subimos a la iglesia, un emplazamiento donde antaño se honraba a Ziva, la diosa eslava del amor y la fertilidad y que, cuando la región se convirtió al cristianismo, devino en sitio de peregrinaje mariano.

El templo actual se remonta al siglo XV y está consagrado a Santa María de la Asunción. En su interior, una cuerda colgaba desde el techo y caía cerca del altar. Cuando tiramos de ella, descubrimos que se trataba de la cuerda de una campana. Alguien nos explicó que si la hacíamos repicar tres veces seguidas y pedíamos un deseo, este se cumpliría. Nada se perdía por creer en la leyenda.

Al día siguiente nos dedicamos a conocer la región. Majestuosas montañas y una naturaleza pródiga en parajes de ensueño nos acompañaron durante nuestro recorrido.

No sé cómo describir el color de las aguas de un río que serpenteaba junto a la carretera, eran de un clarísimo y cristalino verde jade como el de una exquisita pieza china de alguna milenaria dinastía.

Cerca del lago Bohinj, el más grande de Eslovenia, hay una estación de esquí a la que se accede mediante un teleférico. Mi duda de cuando me hallaba en el avión quedó resuelta: las nubes en este país son de baja altitud, ya en el primer tramo del recorrido, el teleférico las había sobrepasado y, en el segundo, dejado muy atrás. En frente nos esperaba una inmensa explanada de nieve y los picos de los Alpes Julianos que refulgían en la lejanía.

Castillos y ciudades medievales

Tomamos rumbo hacia el noreste. Maribor y Ptuj son dos pequeñas ciudades con remanentes medievales muy hermosos. Bajamos al sur e hicimos una parada en el castillo de Brezice, pues deseábamos admirar su sala de ceremonias, un espacio completamente recubierto con frescos de la mitología griega y romana. Seguimos la ruta en dirección oeste hasta el castillo de Predjama, un recinto fortificado de vertiginosa ubicación: al borde de un precipicio de 123 m de profundidad e incrustado en la roca, semeja una piedra de luna a punto de desprenderse del engaste que la sostiene.

Llegamos a la costa adriática. Tres ciudades despliegan su pasado veneciano en los 47 km de Litoral esloveno: Koper, Piran y Portoroz. De entre ellas destaca la amurallada Piran por sus estrechas callejuelas y apretadas casas sobre una pendiente, sus elegantes fachadas de colores frente al puerto, sus plazas e iglesias, su centro histórico, sus restaurantes al pie del mar o escondidos dentro del trazado medieval.

Conjugando el verbo viajar

Finalmente pasamos la Nochevieja y recibimos el Nuevo Año en Trieste, una ciudad de la costa adriática italiana a pocos kilómetros de Koper. En su bella plaza central, rica en imponentes palacios y abierta al mar, esperamos junto con la multitud la explosión de los juegos pirotécnicos. Las doce campanadas de medianoche me trajeron, como en un eco, el resonar de otros tañidos, los tres que inundaron la iglesia de Santa María de la Asunción cuando hice redoblar su campana. Mientras miraba caer sobre la plaza la lluvia de luces y estrellas, alcé mi copa de champán y brindé porque el 2013 conjugara mi deseo.

  Deja tu comentario