En los Alpes: Los pasos de Goethe y Bond

02 de Junio de 2013
  • Montañas blancas llenas de nieve y paisajes de ensueño forman parte de la región de Oberland bernés en Suiza.
  • De mayo a octubre, el Oberland bernés se vuelve uno de los circuitos de esquí más desafiantes y hermosos de Europa Occidental.
  • El restaurante giratorio Piz Gloria permite, en una hora de giro completo, ver el paisaje de los alpes suizos.
  • El Valle de Lauterbrunnen se clasifica entre los destinos de esquí más populares en el Oberland bernés, Suiza.
Joshua Hammer - The New York Times

La zona de los Alpes suizos ocupa la mayor parte del territorio suizo, un lugar donde el poeta Goethe se inspiró y, el agente James Bond, ‘trabajó’ al servicio de su majestad.

Estamos ascendiendo a pie entre la niebla y la llovizna por las yermas laderas del monte Schilthorn, un pico de 2.971 metros de altura desde donde se domina el Valle de Lauterbrunnen en Suiza. Mientras avanzaba penosamente por un sendero estrecho, la neblina se disipó para revelar un largo descenso a cada lado hacia un abismo cubierto de peñascos. Me temblaron las piernas; mis pies reptaron sobre el suelo húmedo. Me estiré para tomar lo que parecía una soga tirante, solo para sentirla combarse debajo de mi puño tembloroso. Luego el sendero se amplió, me tranquilicé y continué mi arduo ascenso hacia la cumbre.

Durante la temporada invernal, el Valle de Lauterbrunnen se clasifica entre los destinos de esquí más populares en el Oberland bernés, una región en la parte de habla alemana de Suiza que comprende cuatro valles de gran altitud y tres de los picos más altos en los Alpes: Eiger, Monch y Jungfrau, todos los cuales se elevan más de 3.962,4 metros. Pero yo había venido aquí con un amigo que reside en Ginebra en el apogeo del verano para experimentar la región de manera diferente.

De mayo a octubre, el Oberland bernés se vuelve uno de los circuitos de excursionismo más desafiantes y hermosos de Europa Occidental. Las pistas nevadas se convierten en prados salpicados de flores silvestres. Los albergues de esquí en retiros para excursionistas, y los sonidos de los esquíes y las tablas de esquiar dan paso al correr del agua de docenas de cascadas y el tintineo de las campanas de las vacas.

Los pasos del poeta alemán

En 1779, Johann Wolfgang von Goethe caminó por el Lauterbrunnen, describiendo sus esplendores en su poema  El espíritu cantó sobre las aguas: “Descendiendo de la elevada pared rocosa/ Corre la brillante inundación,/ Luego se extiende gentilmente en nubes/ Sobre la lisa piedra”.

Uno puede pasar días, o incluso semanas, siguiendo las huellas de Goethe a través del Lauterbrunnen y los valles adyacentes, recorriendo 193,1 kilómetros de senderos bien marcados y cruzando pasos montañeses que siguen llenos de nieve todo el año. A lo largo del camino, chozas rústicas ofrecen alimentos y hospedaje tipo hostal, y la oportunidad de mezclarse con excursionistas de todo el mundo.

Mi amigo, Andrew Purvis, y yo comenzamos nuestra excursión de un fin de semana a fines de julio, viajando en tren tres horas hacia el este desde Ginebra hasta la localidad de Lauterbrunnen, luego por una vía estrecha y un tramo aéreo directo desde la base del valle hasta Murren. Situada en una meseta a 1.645,9 metros por encima del nivel del mar, este exasentamiento agrícola hoy es un centro de excursionismo y esquí, con 450 residentes permanentes y docenas de hoteles y albergues. Durante el verano, viajeros de un solo día llegan por miles para observar las imponentes vistas del Monch, el Jungfrau y el Eiger.

Dato

Suiza comprende
cuatro valles de gran altitud y tres de los picos más altos en los Alpes.
 

Cuando nosotros entramos al poblado, sin embargo, estaba desierto. Una niebla helada y una fuerte lluvia habían afectado a la localidad por dos días. Y la mañana anterior el teleférico Murren-Schilthorn se había descompuesto cerca de la cumbre del Schilthorn, forzando a docenas de turistas a hacer un traicionero descenso a pie para regresar a la aldea. El clima, combinado con el incidente, casi habían vaciado a la ciudad.

Después de pasar la noche en el hotel Jungfrau, un alberge placentero pero insulso, despertamos en otra mañana de clima lluvioso. Un funicular nos llevó unos cientos de metros más arriba al inicio del Sendero de la Cara Norte, una ruta popular desde los primeros días del excursionismo alpino. El principio del siglo XIX vio la primera afluencia de montañistas extranjeros en los Alpes suizos –la mayoría de ellos soldados británicos– quienes escalaron varios picos alpinos elevados, incluido el Jungfrau, con ayuda de guías locales. La invasión británica dio paso a hoteles y cabañas montañesas, y una industria de turismo alpino que actualmente aporta a Suiza miles de millones de dólares anualmente.

Las caminatas a gran altitud durante esos primeros días podían ser peligrosas, como nos recordó una placa a lo largo del sendero cubierto de nieve. “En memoria de Alice Charlotte, esposa del Capitán M. Arbuthnot, XIV Húsares”, decía. “Muerta por un rayo en el Alpe Schilthorn el 21 de junio de 1865, a los 23 años”.

Más allá de la placa, el sendero se dividió, una ruta descendía alrededor de un lago glacial de color aguamarina, el otro ascendía empinadamente a la cumbre del Schilthorn. Optamos por el segundo. El desierto sendero serpenteó por encima de la línea de los árboles, cruzando la tundra, laderas con rocas sueltas y una desnuda piedra negra y gris. El sendero se volvió más escarpado, requiriendo que usáramos las manos para ascender en varios sitios. Después de dos arduas horas, pudimos ver la cumbre del Schilthorn asomándose entre la neblina, marcado por la base del teleférico y un restaurante giratorio, Piz Gloria.

El agente 007 también

Los creadores de la cinta de James Bond de 1969 On Her Majesty’s Secret Service usaron este restaurante, entonces en construcción, como la guarida en la cima de la montaña del archivillano Ernst Stavro Blofeld, interpretado por Telly Savalas. (Fue el equipo de filmación el que dio nombre al establecimiento, usando una palabra para “pico” en un dialecto suizo que, de hecho, no se habla en la región) las laderas debajo de la cumbre fueron escenario de una de las persecuciones más espectaculares en la historia cinematográfica, con el Agente 007, interpretado por George Lazenby, un vendedor de autos usados australiano convertido en actor, escapando en esquíes de los pistoleros de Blofeld, hacia el valle debajo.

Piz Gloria sigue explotando su pasada gloria cinematográfica. A través de las ventanas de la tienda de regalos vimos placas conmemorativas, tazas, chalecos de esquí, playeras y otros artículos relacionados con Bond.

En la primera competencia de esquí Inferno anual, celebrada en 1928, el ganador necesitó hora y media para hacer el descenso desde Schilthorn a través de un estrecho cañón hasta la localidad de Lauterbrunnen; hoy esquiadores expertos pueden hacerlo en 30 minutos. Durante el verano, el descenso es mucho más laborioso. Seguimos senderos que regresaban a través de un paisaje lunar de lajas y rocas sueltas, y en cierto punto descendimos por una escalera de metal fija que estaba colocada en una cara del risco de granito.

Para media tarde, la niebla se había levantado, revelando todo el Valle de Lauterbrunnen. Debajo el macizo alpino yacía rodeado de colinas cubiertas de pastura verde pálido, atravesadas por riachuelos de agua glacial que brillaban de color plata bajo el sol. En un peñasco debajo de nosotros, una cabra alpina estaba de pie en una pose de estatua. Más abajo, mientras descendíamos por un campo de peñascos, roedores peludos salieron de debajo de las piedras.

A la mañana siguiente, miré hacia el norte al otro lado del valle ante una vista espectacular: los picos del Eiger, el Monch y el Jungfrau, enmarcados por un cielo sin nubes. Los glaciares se aferran a sus flancos grises, y manchas de nieve coronaban sus cumbres. Entablé conversación con una pareja del barrio de Allston en Boston, ávidos excursionistas que caminaban casi todos los veranos en las Rocosas y los Grandes Tetones. Este verano habían optado por una excursión de 10 días a través del Oberland, explorando los cuatro valles y durmiendo en un albergue diferente cada noche. Sin embargo, estaban saltándose el ascenso del Schilthorn. “Estamos tratando de que sea relajado”, dijo Calvin, un maestro retirado.

El sendero serpenteó hacia el oeste, siguiendo pasturas de alta montaña. El ganado lechero pastaba en las laderas, con sus campanas tintineando alocadamente. A nuestra derecha se elevaba una pared montañesa, cubierta con bosques de coníferas, y por encima, la roca desnuda estaba envuelta en nieve. Los excursionistas pasaron al lado nuestro con el saludo común en alemán suizo “Gruezi”. Luego, después de otro descenso agotador para las rodillas, pudimos ver la meseta que se extendía ante nosotros. Con una sensación de alivio –marcada por el arrepentimiento– alcanzamos terreno plano, y emprendimos el tramo final de regreso a Murren.

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