El pasado de Lima, hoy

La decana de la Facultad de Marketing y Comunicación de la Universidad Ecotec, Gilda Alcívar G. de Gilbert, viajó a Lima en noviembre junto con una delegación de doce estudiantes de esa entidad educativa para asistir al VI Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Carreras Universitarias de Relaciones Públicas. 

En esa ciudad hubo un lugar especial que la deslumbró particularmente por ser ruinas de 1.160 años, aproximadamente, que contrastaban con la modernidad del sector residencial de Miraflores.

“La Huaca Pucllana es una zona arqueológica protegida y restaurada, caracterizada por una pirámide truncada de 25 metros de altura que fue levantada a base de miles de adobes hechos a mano por los aborígenes de la cultura Lima, para vigilar un vasto territorio que originalmente era de 20 hectáreas, de las cuales ahora solo se mantienen 6 hectáreas”, explica.

Esta construcción albergó a los sacerdotes y autoridades de la cultura Lima y, posteriormente, de la cultura Wari. “La pirámide fue construida de forma antisísmica, debido a la colocación vertical (en lugar de horizontal) de los adobes, lo cual le permitía flexibilidad ante movimientos de la tierra. Además, en su estructura tenía diversos sitios y plazas para sacrificios humanos ofrendados a sus dioses de la luna y el mar, y, asimismo, lugares para enterrar a sus muertos, junto a sus pertenencias”. 

Al llegar a la cúspide de la Huaca Pucllana, ella y su esposo, Cristian Gilbert, pudieron apreciar la extensión del territorio que los aborígenes dominaban, hoy en gran parte cubierto por la ciudad de Lima. Desde allí, ellos observaban también “los movimientos del mar y la llegada de los enemigos. La Huaca Pucllana era como un ‘centro administrativo’ de la época, y quienes la construyeron no fueron esclavos, sino personas comunes y corrientes que debían pagar sus tributos con este tipo de trabajo”.