¿Vendrá El Niño?: Difícil predicción

Por Paula Tagle
25 de Mayo de 2014

El pinzón de la isla Daphne Mayor, en Galápagos, es estudiado por científicos.“Un problema potencial es que las lluvias propician la propagación y éxito de algunas especies introducidas. Se comprobó durante 1997-1998 el aumento de la población de ratas y ratones introducidos, así como de las hormigas de fuego”.

Cada año cuando el clima se comporta de manera inusual se rumora que viene un evento El Niño. Es difícil predecir un fenómeno de estos, y menos los impactos que tendría, de ser confirmado que ocurra en las islas Galápagos. Sin embargo, podemos trasladarnos en el tiempo al último El Niño de 1997-1998, para recordar sus efectos en cierta flora y fauna del archipiélago.

Según una publicación de la Estación Charles Darwin de 1999, entre enero 1 de 1997 y 31 de diciembre de 1998, se recogió el 19% del total de toda la lluvia reportada en Galápagos desde 1965. A lo largo de la cuenca este del Pacífico tropical ese El Niño fue considerado como el evento más fuerte de la historia.

En general, El Niño se asocia con temperaturas anormalmente altas en la superficie del mar, debilitamiento de los vientos alisios del Este y aumento de la precipitación. Duran de ocho a doce meses y en los últimos cinco mil años se estima que han ocurrido con una periodicidad de 2 a 8,5 años.

Estos factores climáticos influyen en las interacciones ecológicas de las especies. Como patrón general las criaturas terrestres se benefician de la abundancia de vegetación, semillas e insectos, mientras que por las altas temperaturas en el mar, fallan los afloramientos de corrientes frías y ricas en nutrientes y por tanto escasea el alimento de aquellos que dependen de los océanos.

Como ejemplo citemos a los pinzones de Daphne Mayor, estudiados ininterrumpidamente desde 1973 por Peter y Rosemary Grant. Este par de científicos ha seguido el efecto de las épocas de sequía, así como de abundancia, en la vida de los pinzones de la pequeña isla.

Durante los últimos eventos El Niño (1982-83, 1987, 1991, y 1998) han estudiado factores tales como el número de huevos por nido, el éxito en la cría de los polluelos, el número de veces que la hembra procrea, probando que no hay dos ‘Niños’ que se parezcan. La suma total de estos componentes es lo que se conoce como producción anual, y en promedio esta es cuatro veces mayor en un El Niño que en un año no-El Niño.

Trasladándonos a los efectos en el mar, la especie de alga que sirve de alimento a las iguanas marinas (Ulva lactuta) escaseó a tal punto que se registró una disminución en la población de iguanas del 90% para la isla Seymour norte. El 90% de los lobos marinos nacidos en 1997 pereció por falta de alimento, al igual que el 67% de los machos adultos. La población de pingüinos de Galápagos decreció en un 65%, además de que no se reprodujeron ese año, ya que generalmente no lo hacen cuando la temperatura del agua es superior a 23 grados centígrados. Para las tres especies de piqueros, se reportó bajo rendimiento en las colonias reproductivas, con muy pocos polluelos llegando a la adultez.

Sin embargo, para la mayoría de especies terrestres el último evento El Niño fue época de plenitud. Como ejemplo los pinzones ya mencionados. Un problema potencial es que las lluvias propician la propagación y éxito de algunas especies introducidas. Se comprobó durante 1997-1998 el aumento de la población de ratas y ratones introducidos, así como de las hormigas de fuego.

Imposible predecir lo que podría ocurrir de haber un nuevo El Niño. En todo caso sabemos que es un evento natural, que así como perjudica a unas especies, beneficia a otras. Luego, durante los años fríos de sequía (los años de La Niña), las condiciones se invierten, y de esta manera se mantiene el equilibrio ecológico en el archipiélago.

nalutagle@yahoo.com

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