Organismos galapagueños: Conservación y políticas

Por Paula Tagle
07 de Diciembre de 2014

“Sin ciencia no hay conservación; sin conservación no seremos ejemplo de manejo para el mundo, Galápagos perderá su mayor atractivo, no habrá visitantes, y sin turismo, ¿de qué viviría la población?”.

Es la historia de tres entidades que fueron creciendo una junto a la otra, en una relación simbiótica que benefició a las tres por igual. Originalmente eran indistinguibles; la gente que vino a las islas para laborar en el Servicio Parque Nacional Galápagos fue poblando Santa Cruz, así como los que llegaron a la Estación Científica Charles Darwin. Puerto Ayora creció de migrantes; ambas organizaciones ofrecían trabajo, directa o indirectamente, y de un pueblito fundado por un puñado de noruegos, surgió una ciudad.

Parece que vamos olvidando nuestros orígenes; intereses políticos manipulan sentimientos y surge una xenofobia que ni siquiera tiene sustento. Varios pobladores de las islas califican a la estación como entidad extranjera, innecesaria, y apoyan el cierre de su tienda de recuerdos. Cuando el 80% de los empleados de la Estación Darwin son ecuatorianos y 63% residentes permanentes de Galápagos (solo hay un total de 10 extranjeros).

Desde 1992 la Estación ha becado a 155 estudiantes, todos ecuatorianos, y ha tenido 2.236 voluntarios, 62% ecuatorianos. Pero su principal compromiso ha sido con la ciencia. Si hemos logrado repatriar más de cinco mil tortugas a las diferentes islas donde estaban en alto peligro de extinción, si se pudo controlar el avance del pulgón que amenazaba las plantas de Galápagos, si pudimos criar 15 pinzones de manglar en cautiverio, de los que quedan apenas 80 individuos en todo el mundo, ha sido gracias al trabajo de investigación de la Estación Darwin en conjunto con el Servicio Parque Nacional, que es la organización gubernamental con el poder de ejecutar acciones en las islas.

Sin ciencia no hay conservación; sin conservación no seremos ejemplo de manejo para el mundo, Galápagos perderá su mayor atractivo, no habrá visitantes, y sin turismo, ¿de qué viviría la población? Estación, parque, pueblo, son tres cuerpos que dependen uno de otro.

Al juzgar a un organismo, lo que importa son los resultados y aportes en el largo plazo. No se lo condena, tácitamente, por errores que pudieran haber cometido sus funcionarios. Si bien la crisis actual debe aprovecharse para replantear estrategias de manejo financiero, modelos de gestión y aplicar correctivos, la Estación Darwin es una institución respetada a nivel internacional, de medio siglo de existencia, con una labor que se puede cuantificar, real. Pero hoy corre peligro de extinguirse, al igual que ocurrió con la especie del Solitario Jorge, y por los mismos motivos: visión humana limitada, mezquindades.

La estación vive de donaciones, y estas van a proyectos específicos. Pero no puede funcionar sin pagar los $ 84.000 anuales de electricidad e internet, o los $ 144.000 por mantenimiento de sus instalaciones. Durante veinte años estos gastos fueron cubiertos por el flujo de caja de la tienda de la estación.

Sin embargo, esta ha sido clausurada por el Municipio de Puerto Ayora, y si para este diciembre no se logra reunir un millón de dólares, tendrá que cerrar sus puertas. Así ¿quién va a mantener los 40.000 especímenes de la fantástica colección de entomología, patrimonio ecuatoriano, que la estación ha financiado con $ 300.000 al año? ¿Dónde quedará la investigación para salvar las aves terrestres de Galápagos o el programa de monitoreo de tiburones? ¿El turismo? Porque el posible cierre de la estación generaría desconfianza a nivel mundial sobre el manejo de las islas.

nalutagle@yahoo.com


Donaciones: Fundación Charles Darwin, cuenta de ahorros 103886251, Banco del Pacífico. RUC: 1790985105001. Una vez hecho el depósito enviar correo a sofia.darquea@fcdarwin.org.ec.

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