Artista y naturalista: Fascinado por las aves

Por Paula Tagle
01 de Febrero de 2015

“No hay niño de ninguna cultura del mundo que no viva fascinado por el arte y la naturaleza, y en cierto sentido, yo nunca crecí, porque a mis 84 años sigo fascinado y me he pasado toda la vida haciendo cosas de niños”.

Robert Bateman es un famoso naturalista y artista canadiense que tiene a su haber varios libros, celebradas pinturas y litografías en edición limitada. Ha visitado Galápagos

en múltiples ocasiones, y en su ultimo viaje, en diciembre del 2014, tuve la suerte de compartir un embarque con él y su esposa, Birgit.

Cincuenta personas habían reservado este crucero para recorrer las Encantadas en su compañía, y al final de la expedición, tuvieron la oportunidad de comprar una pintura, en subasta, que el artista fue creando a medida que transcurría la semana.

Robert recuerda que a los 8 años se quedó maravillado con un pajarito (chickadee) que descubrió en el jardín de su casa, en las afueras de Toronto. Nos dice: “No hay niño de ninguna cultura del mundo que no viva fascinado por el arte y la naturaleza, y en cierto sentido, yo nunca crecí, porque a mis 84 años sigo fascinado y me he pasado toda la vida haciendo cosas de niños”.

Cuando cumplió doce, su madre le regaló un libro que cambiaría su vida: la guía de campo de identificación de aves de Roger Peterson, la biblia para un pajarólogo.

Robert se dedicó a hacer sketches de animales varios, pero decidió estudiar geografía y geología, en lugar de arte, en la Universidad de Toronto. “Los biólogos son mi tipo de especie, no los artistas, a los que encuentro un tanto extraños”. Durante varios veranos realizó prácticas en lugares remotos de Canadá, levantamientos topográficos, estudios geológicos, pero siempre dibujando. Al principio se inclinó por el impresionismo; “una pintura impresionista es realmente realista, solo que hecha a través de un lente borroso. Muestra la atmósfera del sitio mejor que una pintura realista, por tanto, es más realista todavía”.

Luego se dedicó al arte abstracto hasta que en la década de los sesenta, a los 36 años de edad, decide por fin pintar con pinceles delgados, que solo así, entiende él, se puede plasmar en detalle la naturaleza.

Robert Bateman ha creado su propia fundación dedicada a inspirar un compromiso positivo del hombre con la naturaleza. Trabaja por unir el poder del arte, con información inteligente y un mejor acceso a los parques y sitios no urbanizados. El dinero de la subasta de su cuadro en Galápagos irá en un 50% a los proyectos de conservación en las islas.

Una de sus aspiraciones como artista es mostrar la belleza de lo natural tal cual, sin interferencia humana. Por ejemplo, nos enseña la pintura de unas manzanas con puntitos negros, como crecen normalmente en la naturaleza. No es necesario tener una fruta estéticamente perfecta, “se debe crear conciencia de que se hace demasiado daño al planeta por cambios cosméticos, innecesarios”.

“Lo más importante de una pintura es la idea, y esta llega de la nada, tal como funciona la intuición femenina”.

Robert Bateman se dedica a pintar desde horas tempranas de la mañana hasta las 10 de la noche, todos los días. Durante nuestro crucero se perdió varias actividades por encerrarse en su cabina a trabajar. La pintura era “top secret”, ni las camareras podían verla, hasta que finalmente el ultimo día la develó para la subasta. Se trataba de un flamingo en la playa de Bachas, observado en nuestra primera caminata.

Para Robert Bateman “el arte empieza donde termina la naturaleza”. Sus cuadros con un encuentro cercano con las hermosas criaturas de nuestro planeta, son una continuación de la naturaleza. (O)

nalutagle@yahoo.com

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