‘Nunca fui una bolsa de boxeo’

09 de Diciembre de 2012

Hace diez años volví de Caracas, Venezuela, donde me había ido, con el mejor de los ánimos, para buscar un mejor futuro para mis padres, ya que soy hija única. Allá trabajé muy duro, sin encontrar recompensa alguna, hasta que un día me enamoré y me casé con un hombre que al principio fue amable, amoroso y el más respetuoso. Pero resultó muy celoso y me maltrataba verbal, física y psicológicamente. Un día, estando embarazada de nuestro hijo, intentó agredirme. Tomé fuerzas y le di un golpe que dañó su nariz y su ego machista. Se fue de la casa y luego, llorando, me pidió perdón, decía que me amaba. Lo perdoné, después empezaron las agresiones verbales y psicológicas. Así seguí con mi gestación, el parto se me adelantó y el médico me dijo que mi hijo corría el riesgo de no nacer con vida. Le supliqué a Dios que no muriera y escuchó mis suplicas. Al llegar a casa todo fue una algarabía, pero luego comenzaron las agresiones, me deprimí mucho y ofreció cambiar, pero no fue así. Un 22 de diciembre me maltrató otra vez y en presencia del niño. Por eso decidí irme de ese país por vía terrestre, y de frontera en frontera regresé a Ecuador. Lo hice porque nunca fui una bolsa de boxeo para ser maltratada. Toda mujer debe entender que el maltrato deja muchas huellas que jamás se borran y secuelas dolorosas que pueden terminar en muerte. Mi hijo ahora tiene 11 años, es un excelente hijo y con la guía de Dios será el más maravilloso esposo y padre.

Aura,
Guayaquil

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