Virus furtivo

06 de Abril de 2014
Jane E. Brody / The New York Times

Un nuevo tratamiento está siendo probado contra la hepatitis C en Estados Unidos. Este régimen sería más efectivo para curar pacientes y funcionaría mucho más rápido.

Pasaron varias décadas antes de que se descubriera una infección viral que al principio se llamó hepatitis (no A, no B), siendo identificada correctamente en 1989 como hepatitis C.

Al poco tiempo se desarrolló un estudio que posibilitó revisar todos los productos de la sangre en busca del virus de la hepatitis C. Sin embargo, eso de ninguna manera puso fin a la infección. La transmisión persiste por el abuso de drogas intravenosas con agujas compartidas, relaciones sexuales y particularmente las de tipo anal, y, entre trabajadores del sector salud, pinchazos accidentales con agujas u otro contacto con sangre infectada.

“Con base en estimados, hay 3,2 millones de personas infectadas en Estados Unidos, pero la gran mayoría de ellas no lo sabe”, dijo en una entrevista el Dr. Mark. S. Sulkowski, especialista del hígado por la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

A lo largo de varias décadas, solo a personas de alto riesgo para esta infección se les aconsejaba que se sometieran a pruebas de detección. Es decir, cualquiera que se hubiera inyectado alguna vez drogas ilegales; personas que recibieron transfusiones de sangre o trasplantes de órganos antes de 1992, o de concentrados de factor coagulante producidos antes de 1987; niños nacidos de madres infectadas; pacientes que se hubieran sometido a diálisis de riñón a largo plazo; cualquiera infectado con el VIH o con síntomas de enfermedad hepática o una prueba con resultados anormales de enzima hepática; quienes recibieron trasplantes de órganos y cuyos donadores, se sabría después, tenían el virus; así como trabajadores de salud posiblemente expuestos a sangre infectada.

Diagnóstico temprano

Mucha gente de alto riesgo se muestra reacia a identificarse para revisiones. Otros no están conscientes de que pudieran estar infectados. En más de la mitad de las personas infectadas, la anormalidad no se presenta en pruebas de sangre de rutina hasta que ha ocurrido un daño serio. Una infección crónica puede causar cirrosis y cáncer de hígado, y con frecuencia requiere de un trasplante de hígado.

Al reconocer que las muertes por hepatitis C están aumentando y más de tres cuartas partes de las infecciones se están diagnosticando en personas de la generación de posguerra, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. ahora recomiendan que todo aquel nacido entre 1945 y 1995 se someta a una revisión de detección del virus.

Thomas Carley, residente de 39 años en Mahopac, Nueva York, y padre de gemelos de 7 años, conoce el valor de la detección temprana. Al parecer infectado con hepatitis C en su infancia, le diagnosticaron cirrosis hepática de nivel 4 cuando aún no cumplía los 30 años, Luego necesitó un trasplante de hígado.

En aproximadamente el 20% de los casos, el virus desaparece por sí solo a los seis meses del comienzo de la infección. Sin embargo, en el 80% restante es posible que desarrolle hasta una infección crónica que puede destruir el hígado lentamente.

“Mientras más joven es la persona cuando se infecta, más tiempo le toma padecer cirrosis”, destacó Dr. Hillel Tobias, especialista del hígado en el centro médico de la Universidad de Nueva York. “Podrían pasar 25 años o más en alguien infectado a los 20 años. Sin embargo, una persona de 50 años puede presentar cirrosis en apenas 10 a 15 años”.

Nuevo tratamiento

Hasta fines del año pasado, el tratamiento estándar para una infección de hepatitis C era un régimen de 48 semanas de inyecciones semanales con interferón y uno o dos fármacos antivirales (ribavirina y un inhibidor de proteasa). El tratamiento casi invariablemente causaba fatiga, depresión, irritabilidad, náusea y otros debilitantes efectos secundarios, impulsando a muchos individuos infectados a rechazarlo a menos que hubiera ocurrido un daño claro al hígado.

Sin embargo, con dos fármacos que acaban de ser aprobados y unos pocos más en ciernes, una nueva era en el tratamiento de hepatitis C está al alcance de la mano. Estos regímenes son más efectivos para curar pacientes y por lo general funcionan mucho más rápidamente que tratamientos anteriores.

La hepatitis C tiene una diversidad de formas genéticas: cuando menos, seis. La mayoría de los pacientes en Estados Unidos está infectada con el genotipo 1. Los nuevos tratamientos deben ser elegidos cuidadosamente para cada paciente, ya que algunos fármacos son más efectivos que otros en contra de genotipos particulares.

Los nuevos medicamentos, sofosbuvir (Sovaldi) y simeprevir (Olysio), están aprobados individualmente para usarse con interferón y ribavirina para tratamiento de la infección de genotipo 1. Sovaldi ya puede usarse sin interferón inyectado para tratar a personas con genotipos 2 y 3, aproximadamente una cuarta parte de todos los pacientes con hepatitis C en EE.UU.

Se prevé que la Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU., la FDA, apruebe un tratamiento farmacológico totalmente oral para la infección del genotipo 1, sin interferón, hacia fines de este año. Sin embargo, muchos pacientes ya están tomando combinaciones orales de antivirales más nuevos, prescritos sin etiqueta por sus médicos u obtenidos en ensayos.

Un nuevo e importante estudio de los nuevos fármacos, llamado Cosmos, arrojó que eran efectivas incluso en pacientes que no pudieron curarse con tratamientos previos. John DiFazio, de 62 años de edad, veterano de Vietnam y bombero retirado que vive en la ciudad de Nueva York, dijo que desde fines de los 90 había probado media docena de tratamientos diferentes para la hepatitis C, todos diversas combinaciones con interferón, y ninguno había eliminado el virus. Empezó con los nuevos fármacos en enero, y a los siete días su conteo viral había bajado a 938 por milímetro respecto de 2,8 millones. Luego de seis semanas está en 104 por milímetro.

“No he tenido un solo efecto secundario”, destacó DiFazio. “Puedo hacer todo lo que yo quiera”.

 

Sobosfuvir y simeprevir

Son antivirales orales. El primero interfiere en la multiplicación del RNA del virus de la hepatitis C, reduciendo su cantidad. El segundo bloquea las enzimas que el virus requiere para madurar. La FDA recomienda combinarlos con otros fármacos.
 

Síntomas

Algunos infectados con el VHC presentan fiebre, fatiga, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolores abdominales, coloración oscura de la orina, heces de color grisáceo, dolor articular e ictericia (coloración amarilla de piel y el blanco de los ojos).
 

 

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