Saludable como cayéndose a pedazos

12 de Abril de 2015
Jane E. Brody | The New York Times

La gente es capaz de “funcionar con plenitud y una sensación de bienestar” incluso cuando tiene una enfermedad.

Cuando me piden en una forma médica que evalúe mi salud general, registro ‘saludable’ de manera invariable. Pero a veces me pregunto cuán preciso es eso.

Después de todo, sí tengo artritis que requirió de un doble reemplazo de rodilla hace diez años, y encuentro cada vez más difícil abrir contenedores diseñados para frustrar a un niño de 2 años de edad. Mi columna es un caos y la espalda me duele de cuando en cuando.

Tengo acúfenos y un poco de pérdida auditiva en un oído. Fui atendida por cáncer de mama hace 16 años. Tomo una estatina para reducir un nivel de colesterol que desafió medidas conservadoras de dieta y ejercicio. Además, constantemente tengo que practicar para recordar los nombres de la gente.

Así que, casi a los 74 años de edad, ¿cuán saludable estoy? Bien, camino también 5 kilómetros y nado 1,2 km casi a diario. He asumido la mayoría de los deberes que mi difunto marido desempeñó en otra época. Paleo y barro mi acera, cocino la mayoría de las comidas y atiendo a un activo cachorro que es paseado cuatro veces al día y corre libre en el parque cada mañana.

Aún no me retiro y trabajo a tiempo parcial escribiendo una columna semanal, aunque he resistido la tentación de hacer otro libro, y he optado más bien por gozar más del teatro, la ópera, conciertos y mis nietos, así como entrenar al cachorro para que sea un perro para terapia. Todo lo cual invita a la pregunta cómo definimos la salud.

Patrones de enfermedad

En 1948, la Organización Mundial de la Salud describió la salud como “una etapa de total bienestar físico, mental y social, no la ausencia de enfermedad o falta de firmeza”.

Con base en esa definición, millones de estadounidenses como yo a lo largo del espectro de la edad reprobarían, dejando “a la mayoría nada saludables la mayoría del tiempo”, como notó Richard Smith en el blog BMJ en el 2008.

Sin embargo, los patrones de enfermedad han cambiado desde 1948. La mayoría de la gente, como yo, envejece con enfermedades y discapacidades crónicas, pero sigue funcionando de manera independiente.

La vieja definición de salud “le resta importancia al papel de la capacidad humana para manejar autónomamente los desafíos físicos, emocionales y sociales, en cambio constante”, escribieron Machteld Huber y sus colegas en BMJ, en el 2011.

Además, la definición no logra reconocer que la gente es capaz de “funcionar con plenitud y una sensación de bienestar” incluso cuando tiene una enfermedad o discapacidad crónica, agregaron.

Después, Huber y sus colegas destacaron que la capacidad de seguir participando en la sociedad pudiera revestir mayor importancia que progresos medidos en salud. La capacidad para manejar los padecimientos de la vida pudiera ser una medida más importante y realista de salud que la recuperación total. (I)

 

GRAN EFECTO EN LA SALUD

La OMS ahora reconoce que los siguientes factores pueden tener un gran efecto sobre nuestra salud:

• Ingresos, estatus social y educación; mientras más altos, más saludables.

• Ambiente físico: agua segura, aire limpio, lugares de trabajo saludables, hogares seguros y comunidades bien diseñadas.

• Redes de apoyo social, incluyendo familia, amigos y comunidad.

• Genética: influye sobre la extensión de la vida y el riesgo de padecer ciertas enfermedades.

• Género: hombres y mujeres enfrentan diferentes riesgos de salud en edades diferentes.

• Conducta personal y habilidades para manejarla, incluyendo tabaquismo, alcoholismo, comida, actividad física y manejar la tensión nerviosa.

 

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