Persistencia: clave para atender el dolor vaginal

21 de Octubre de 2012
Jane E. Brody New York Times

Existen tratamientos efectivos y con enfoques complementarios que alivian los malestares vaginales. Las mujeres no deben sentirse avergonzadas, menos demorar en usarlos.

Millones de mujeres experimentan incomodidad vaginal, a veces dolor paralizante, por una diversidad de razones, con mayor frecuencia por la pérdida de algún estrógeno. La resequedad vaginal resultante y atrofia pueden hacer una dolorosa pesadilla de las relaciones sexuales, un examen pélvico o incluso sentarse, caminar o andar en bicicleta.

Además de las mujeres cerca o después de la menopausia, también se incluye a las que dieron a luz en fecha reciente o están amamantando, incluso a las que fueron atendidas con fármacos que suprimen estrógeno contra el cáncer de mama o que les administraron quimioterapia o radiación pélvica para otros cánceres, así como aquellas cuyos ovarios hayan sido removidos quirúrgicamente.

Actualmente las mujeres viven más de un tercio de sus vidas después de la menopausia y cada vez más sobreviven al cáncer, los problemas sexuales vinculados con la caída de estrógeno son cada vez más comunes.

Sin embargo, tan solo un cuarto de las mujeres con dolor vaginal informa en algún momento el problema a un profesional de la salud. Y quienes efectivamente lo hacen, a menudo reciben información –incorrectamente– de que no se puede hacer nada y que deben aprender a vivir con este malestar.

No causa sorpresa que tantas mujeres con dolor vaginal se sientan aisladas y avergonzadas y piensen que son mercancía dañada”
Nancy Fish

 

Entre las muchas pacientes atendidas por la Dra. Deborah Coady, ginecóloga y escritora de Nueva York, con Nancy Fish, de Healing Painful Sex (Curando el sexo doloroso), están quienes reciben consejo de otros médicos que les dicen: “Todo está en su cabeza”, “Tan solo necesita relajarse”, “Debe haber algo mal en su relación” o “Usted no tiene nada mal físicamente”. Un médico incluso le sugirió a una paciente que le dijera a su novio que se consiguiera otra novia.

No causa sorpresa que tantas mujeres con dolor vaginal se sientan aisladas y avergonzadas y piensen que son mercancía dañada, dijo Fish, psicoterapeuta y también paciente de dolor sexual.

“Sin consideración a la edad, cuando tienes dolor sexual, todo tu sentido de identidad es menoscabado”, dijo en una entrevista. “Sin importar la causa, para muchas mujeres puede ser una condición que altere la vida”.

Ella exhortó a las mujeres a que no se sientan avergonzadas y que empiecen a hablar al respecto como un crucial primer paso, enfocado a poner un tratamiento efectivo a disposición ampliamente.

La conexión con la hormona

A medida que la mujer se acerca a la menopausia, baja la producción de estrógeno, y después se detiene por completo, o casi, a medida que los ovarios se van cerrando. Cuando los ovarios son removidos quirúrgicamente antes de la menopausia, o cuando mujeres premenopáusicas con cáncer reciben tratamiento con fármacos que suprimen el estrógeno o con radiación pélvica, la pérdida de estrógeno es abrupta. A menudo, las mujeres no están preparadas para las consecuencias.

Es improbable que médicos enfocados a tratar el cáncer consideren los efectos sobre la sexualidad de una mujer. Sin embargo, Coady dijo que existe una nueva y casi especialidad llamada “oncosexología”, la cual está intentando educar con la mayor efectividad a los oncólogos con respecto al manejo de este efecto colateral.

La atrofia vaginal, también conocida como vaginitis atrófica, tiene que ver con un adelgazamiento, resequedad e inflamación de los muros de la vagina a raíz de la pérdida de estrógeno. Los síntomas pudieran incluir resequedad y sensación de ardor, acortamiento del canal vaginal, ardor urinario, urgencia e incontinencia y frecuentes infecciones del tracto urinario.

“A medida que desciende el estrógeno, se dan enormes cambios ambientales en la vagina”, dijo Coady en una entrevista. “Células en la superficie del canal vaginal no maduran, lo cual da como resultado piel delgada”.

La vagina se vuelve menos ácida, agregó. Las bacterias buenas que suelen predominar, lactobacilos, desaparecen y con frecuencia son reemplazados por bacterias dañinas y hongos. El resultado pudiera ser una secreción amarillenta que puede ser irritante. Además, el revestimiento vaginal se parte con facilidad, lo cual puede conducir a infecciones.

Cuando las paredes vaginales son frágiles, la penetración y la presión durante las relaciones sexuales, incluso si son posibles, pueden ocasionar diminutos desgarres. Cuando el sexo duele, una mujer pudiera tratar de evitar la intimidad por completo, lo cual puede poner en peligro una relación existente o impedirle entrar a una nueva.

“Irónicamente, las mujeres que están en forma y son esbeltas tienden a padecer más de una pérdida de la función ovárica, debido a que las mujeres con muchas células adiposas producen más estrógeno en su grasa corporal”, dijo Coady.

Los efectos de la pérdida hormonal también son mayores entre mujeres que fuman y las que nunca han dado a luz vaginalmente.

El tratamiento es posible

Coady exhorta a las mujeres con dolor sexual a que no renuncien, sin consideración a la edad que tengan o cuántos médicos pudieran haberles dicho que no se podía hacer nada para aliviar su incomodidad. Es importante que no se demore el tratamiento: mientras más tiempo persista el dolor sexual, mayores son las probabilidades de que resulte en dolor de nervio y disfunción del suelo pélvico, ocasionando que sea incluso más difícil atender el problema.

Además, es importante tener paciencia. Puede requerirse de semanas o incluso meses alcanzar los beneficios plenos de un tratamiento efectivo, que pudiera involucrar varios enfoques complementarios. Entre los tratamientos que se sabe son útiles están un anillo vaginal de estrógeno (Estring) que se reemplaza cada tres meses; una tableta de estrógeno (Vagifem) usada a diario durante dos semanas, después dos veces por semana de ahí en adelante o crema de estrógeno vaginal (Estrace, Premarin y otros similares) aplicada a diario durante unas cuantas semanas, después dos veces por semana en lo sucesivo. Usados en pequeñas cantidades y siguiendo las instrucciones, estos productos resultan en muy poca absorción de estrógeno a lo largo del cuerpo. Estriol, estrógeno menos potente, es considerado seguro para mujeres que han tenido un cáncer susceptible al estrógeno.

Sin embargo, la inserción de un estrógeno en la vagina hace muy poco por aliviar “la entrada con penetración”, dijo Coady, así que también es crucial atender la abertura vaginal.

Ya sea que la incomodidad vaginal sea leve o severa, el uso con regularidad de un lubricante como K-Y Jelly (de ambos socios) o un humectante vaginal como Replens puede contribuir a volver más placentero el sexo. Coady ha descubierto que la aplicación de una capa de aceites naturales como vitamina E o azafrán, coco u olivo tres o cuatro veces al día, durante uno o dos meses, pueden hidratar la piel vulvar, fortalecerla e incluso sanar fisuras.

La terapia física también puede ser un importante componente del tratamiento. El dolor sexual con frecuencia se relaciona con cambios debajo de la superficie: tejidos conectores más cortos y músculos debilitados que contribuyen a la incomodidad sexual. Coady destacó que el uso de un dilatador o vibrador puede incrementar el flujo sanguíneo al área vaginal, en tanto un anillo suave de dona en la abertura vaginal puede alargar el canal vaginal.

Aunado a esto, ejercicios como el yoga, pilates, qigong y otros que fortalecen el piso pélvico e incrementan la flexibilidad pueden ser de mucha utilidad, concluyó Coady.

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