El alcohol tiene un límite

02 de Marzo de 2014
Sheyla Mosquera

Consumir sustancias alcohólicas sin control puede convertirse en una adicción que puede ser fatal.

Desde las culturas más primitivas el consumo del alcohol ha sido el ingrediente de festejo para muchas situaciones de tipo religiosas y muy trascendentales de la vida. De tal manera que, poco a poco, se fue estableciendo una condición sociocultural para cualquier tipo de ceremonias.

Lamentablemente, explica el neuropsiquiatra Pedro Posligua Balseca, esta sustancia etílica puede generar conductas adictivas. La mayoría de las veces es la puerta de entrada para complicaciones mayores, sobre todo, cuando la empiezan a combinar con marihuana. “La persona se va convenciendo, en una forma autocomplaciente, de que estas conductas no encierran peligro”.

Para el médico clínico Jorge Gutiérrez Bajaña, en teoría ningún tipo de bebida alcohólica es recomendada, aunque en la práctica se emplean como parte de consumo de la vida social aquellas de bajo porcentaje de alcohol. “Muchos estudios pequeños recomiendan el vino tinto, con el concepto de tener ciertas sustancias antioxidantes y protección cardiovascular. La cantidad sugerida es de una copa por día”.

Sin embargo, agrega, se transforma en dañina cuando se sobrepasa la cantidad recomendada, es decir, más de dos copas diarias, dependiendo de cada organismo y las cantidades ingeridas. “El daño es a nivel hepático, gástrico, pancreático y células nerviosas. Y si se lo consume de forma rutinaria, se puede llegar a la adicción”.

El consumo de alcohol en la primera fase, explica Posligua, produce un efecto desinhibitorio antes que sedativo. La persona comienza a hablar más de lo normal y expresa sus emociones muchas veces reprimidas. También se muestra eufórico, jovial y le permite una situación más abierta en el contacto social con las otras personas.

En las reuniones sociales es común, por ejemplo, que las personas realicen brindis con bebidas alcohólicas como parte de su expresión emocional, ya sea para resaltar un hecho trascendental en sus vidas o por agradecimiento, aunque existen otras que no siguen este patrón de conducta porque consideran que no hay necesidad de emplearlas para festejar.

Bebidas como el whisky, ron, vodka, tequila, puro, entre otras, que tienen mayor graduación alcohólica, producen ese estado placentero –hedonista– mucho más rápido que la cerveza. Con esta última se necesita tomar algunos litros para poder lograr ese estado de complacencia, ya que la graduación alcohólica es mucho menor.

La mayoría de las veces el alcohol es la puerta de entrada para complicaciones mayores, sobre todo, cuando lo empiezan a combinar con marihuana”, Pedro Posligua Balseca, neuropsiquiatra

De placentero a depresivo

El alcohol, explica el neuropsiquiatra, actúa inicialmente en ciertos centros nerviosos que tienen que ver con el estado placentero. Esto, porque se produce la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina en los centros integrados del sistema de recompensa del cerebro.

Pero este efecto, asegura, dura muy poco. En la medida que la persona se va intoxicando con la bebida alcohólica, experimentará una situación de tipo sedativa. “En este momento el alcohol se transforma en un factor de tipo depresivo. La conciencia no tiene la misma libertad inicial, se hace difícil articular palabras y se puede entrar en un sueño profundo, a veces, paradójicamente, en estado agitativo con delirios y alucinaciones”.

El estado de embriaguez, menciona, se produce cuando los niveles de alcohol en la sangre son sumamente altos y la persona presenta una situación de intoxicación del sistema nervioso central. Sin embargo, muchas veces, algunas personas con buenas condiciones biológicas pueden manejar la bebida muy bien, porque a medida que la van ingiriendo la van eliminando a través de la glándula hepática, la respiración y la sudoración.

Otras, en cambio, cuando beben alcohol demasiado rápido experimentan la embriaguez más temprana y los estados de depresión se presentan enseguida.

Según Gutiérrez, hay personas que tienen mayor tolerancia al alcohol debido a que poseen más cantidad de enzimas encargadas de metabolizarlo. En cambio, hay otras, como los chinos y japoneses, que por tenerlas deficientes se intoxican más rápido. Incluso hay quienes son alérgicos al alcohol.

“Si la persona consume bebidas alcohólicas en grandes cantidades, el hígado y el páncreas pueden conllevar, a corto plazo, a padecer falla hepática aguda, cirrosis hepática, pancreatitis aguda y crónica, gastritis y úlcera péptica”.

 

Consumo empieza en casa

Según la Organización Mundial de la Salud, existen unos 320 mil jóvenes de entre 15 y 29 años que mueren cada año por causas relacionadas con el consumo de alcohol, lo que representa un 9% de las defunciones en ese grupo etario.

En cambio, en Ecuador, de acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), de los 912 mil ecuatorianos que consumen bebidas alcohólicas, el 2,5% son jóvenes de entre 12 y 18 años.

Según la psicóloga clínica María Quinde, el consumo de alcohol en los jóvenes empieza en sus casas, porque puede haber conflictos familiares entre sus padres o hermanos y en muchos casos pérdidas o duelos. Sus padres o familiares no tienen herramientas para educarlos sobre el control del consumo de alcohol. También los grupos de amigos influyen para encontrar una salida a estos problemas.

Enfermedad alcohólica

Cuando la persona continúa bebiendo a causa de una adicción al alcohol, a pesar de los problemas con la salud física, mental y las responsabilidades sociales y familiares, significa que entró a padecer una enfermedad llamada alcoholismo crónico.

Para que el varón, dice Posligua, la padezca, el proceso le toma entre ocho y diez años, según la cantidad de alcohol y la forma rutinaria como lo esté consumiendo. En cambio, en la mujer se da de cinco a seis años, porque socialmente le ha estado prohibido ingerirlo en bares o cantinas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cualquiera que sea el nivel de consumo de alcohol las mujeres presentan un riesgo superior, siendo las diferencias en la magnitud del riesgo variable entre varias enfermedades. Esto probablemente se deba al hecho de que, en comparación con los varones, las mujeres tienen una menor proporción de agua corporal en relación con su peso.

Posligua agrega que las mujeres ingieren alcohol a escondidas dentro de su propia casa y sin control, debido a las insatisfacciones morales producto de la infidelidad de su pareja. Lo hace para ahogar sus penas, además no consume el alcohol puro, sino combinado con sedativos.

“Esta combinación potencializa el efecto del alcohol en su aspecto depresivo. La mujer pasa durmiendo mucho, cansada y fatigada. Además, se multiplica el riesgo a la conducta adictiva”.

También hay alcohólicos, varones y mujeres, denominados semaneros. Ellos beben siempre los fines de semana para no alterar su régimen laboral. En ellos el cuerpo tiene tiempo de depurar o limpiar el alcohol ingerido siempre y cuando la función hepática esté en buen estado.

Asimismo, menciona el neuropsiquiatra, existen quienes padecen una conducta denominada disomanía. “La persona toma por varios días seguidos y, muchas veces, está en peligro de muerte, porque generalmente no se hidrata ni ingiere alimentos durante las crisis del consumo alcohólico agudo; y el organismo no es capaz de metabolizar el alcohol. Incluso se puede, por el efecto sedativo de la bebida, producir una parálisis respiratoria y entrar en coma fácilmente”.

También existen personas que no se dan cuenta de que están entrando en una condición de alcoholismo. Son aquellas que toman, en forma intermitente, varias dosis de alcohol fuerte todo el día. Nunca se embriagan, pero están generando un cuadro de alcoholismo crónico peligroso porque no le da descanso al organismo.

Y como una complicación, el paciente puede presentar daños en el cerebro que pueden conducirlo a la demencia por alcoholismo (denominada Wernicke-Korsakoff).

 

Tratamiento especializado

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con síntomas de dependencia pueden ser asistidas en centros de atención primaria si aceptan abstenerse de consumir alcohol, aunque piensen que no son dependientes.

 

Problema mundial

El consumo nocivo de bebidas alcohólicas es un problema de alcance mundial que pone en peligro tanto el desarrollo individual como el social. Causa 2,5 millones de muertes cada año y daños físicos y psíquicos del bebedor, según la OMS.

 

 

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