Cáncer de ovario

10 de Noviembre de 2013
Sheyla Mosquera de Calderón

Detectarlo tempranamente ofrece a la mujer mayor posibilidad de sobrevida. También depende de la primera cirugía que el experto realice.

La ciencia médica avanza para descubrir un nuevo medicamento o técnica efectiva que trate el cáncer de ovario. Mientras los científicos están en grandes laboratorios investigando con tecnología de punta, los médicos oncólogos cumplen la tarea de tratar a la paciente para salvarle la vida.

Pero la responsabilidad no es solo de ellos. La principal la tiene la mujer, sobre todo si pertenece a una familia con antecedentes de cáncer. Una enfermedad maligna que se origina cuando las células se vuelven anormales y se reproducen rápidamente de forma anárquica, desordenada y con gran capacidad de diseminación.

La hija del actor irlandés Pierce Brosnan, el espía británico James Bond, es un ejemplo. En julio pasado, Charlotte falleció a los 41 años tras una lucha de tres años contra el cáncer de ovario, la misma enfermedad que mató a su madre hace más de 20 años cuando tenía 43.

Según el oncólogo clínico Luis Unda, jefe del departamento de Oncología del hospital Teodoro Maldonado Carbo, de Guayaquil, aún no se sabe exactamente cuál es el origen del cáncer de ovario. Pero considera que así como la medicina ha ido evolucionando con el cáncer de mama o de colon, en los que se habla de que hay alteraciones genéticas mutacionales, es probable que con el de ovario también existan.

Entre los factores de riesgo del cáncer de ovario que no se lo pesquisa, agrega, está la esterilidad. Hay mujeres que por alguna razón no pueden tener hijos y son sometidas a terapia para tratar de ovular con una vieja droga llamada citrato de clomifeno. Algunas lo logran, se embarazan y son madres, pero hay un grupo pequeño que no lo consigue y más bien este medicamento a la larga puede resultarle cancerígeno.

También, dice, juega un papel muy importante, aunque no directo, el consumo de tabaco, alcohol y café. Así como ciertos factores ambientales como el asbesto, que en nuestro medio casi no se lo tiene, y sus derivados contenidos en talcos.

Según la Sociedad Americana del Cáncer, también están en mayor riesgo de cáncer de ovario las mujeres obesas con un índice de masa corporal de al menos 30, las posmenopáusicas mayores de 55 años que tienen lesiones quísticas persistentes de más de 3 centímetros y las que solo reciben terapia con estrógeno sin progesterona por al menos cinco o diez años.

Chequeo a tiempo

El cirujano oncólogo Luis Péndola, del hospital de la Sociedad Ecuatoriana de Lucha contra el Cáncer (Solca), explica que en nuestro medio el gran problema de por qué no se detecta precozmente el cáncer de ovario, aunque es difícil, es porque las mujeres postergan el control médico con el ginecólogo o no van. Mientras unas prefieren darles prioridad a las enfermedades de la familia, otras desconocen que después de haber tenido la primera relación sexual deben chequearse.

Ellas, agrega, no prestan atención a síntomas como dolor en la pelvis, sangrados anormales, abdomen distendido, inflamación, llenura al comer y necesidad imperiosa de orinar; y cuando lo hacen, ya es muy tarde porque la enfermedad maligna está en etapa avanzada y reduce la efectividad del tratamiento.

Con el chequeo ginecológico a tiempo el médico puede palpar en el abdomen si hay acumulación anormal de líquido (ascitis) o si los ovarios, que son las células reproductoras localizadas en los órganos femeninos, están engrosados. De ser así, este indicará la necesidad de someterse a una ecografía doppler para descartar si se trata de un quiste (vejiga de agua) o un tumor (sólido).

Este examen mide los parámetros del flujo vascular que al estar alterado puede, a veces, dar sospecha de malignidad. Incluso, el quiste debe ser investigado y tratado, porque aunque parezca sano, en el interior puede tener vegetaciones (pólipos).

Desde el punto de vista histológico (tejidos), explica Unda, existe una gran variedad de cánceres de ovario, pero la mayoría es de origen epitelial, seguido del germinal. El primero empieza en el tejido que cubre el ovario en mujeres entre 40 y 65 años en adelante (etapa de la menopausia). Mientras que el segundo, en las células germinales dentro del ovario, en chicas menores de 20 años que están en etapa de maduración, aunque es infrecuente.

Cirugía clave

Las mejores posibilidades de sobrevida que tienen las pacientes con cáncer de ovario, asegura Péndola, son durante la primera cirugía que se realiza para determinar si el tumor es maligno. A este se le hace un corte por coagulación, se saca el tumor y se lo envía al laboratorio de patología para ser estudiado. El resultado suele estar en 15 minutos y si es positivo, se sigue con la cirugía.

“La técnica ideal es la panhisterectomía, que consiste en extirpar los dos ovarios, las trompas de Falopio, el útero, el epiplón (manto de grasa que cubre los intestinos) y los ganglios linfáticos cercanos”.

Incluso, agrega, si se ha propagado la enfermedad, se trata de extirpar la mayor parte posible del cáncer; y si el tumor está limitado a un solo ovario y no hay enfermedad en el otro lado, se hace una cirugía conservadora.

Unda asegura que esta cirugía debe ser realizada solo por el ginecólogo oncólogo o por un cirujano oncólogo, porque son quienes comprenden cuáles son las principales vías de diseminación de la enfermedad, conocen muy bien la anatomía de la zona y las características del cáncer del ovario, por lo que saben con exactitud lo que tienen que resecar”.

La paciente operada, agrega Péndola, permanece hospitalizada por tres días, al quinto se la cura y en dos semanas que se obtienen los resultados del estudio del tumor se determinará el tratamiento con quimioterapia. “Siempre se realizan juntas médicas para con el oncólogo clínico chequear y tratar de manera efectiva”.

Uso de terapias

Actualmente hay pacientes que viven largo tiempo con quimioterapia, porque ayuda a cronificar la enfermedad. Pero si tienen un cáncer diseminado en el abdomen, las posibilidades de vida no son muy altas.

“El manejo de los medicamentos contra el cáncer de ovario ha cambiado bastante. Desde hace dos décadas se usan los taxanos, pero ahora el esquema ideal sugiere asociarlos con sales de platino durante seis ciclos”.

También se administra la terapia biológica, para estimular el sistema inmunitario del cuerpo para que actúe contra las células cancerosas. Esta es apropiada contra el cáncer de ovario que se disemina hacia el pulmón o el hígado, por vía sanguínea, linfática y a través de las membranas mesoteliales.

Estudios determinaron que esta enfermedad tiene un factor de crecimiento de endotelio vascular que estimula el desarrollo de vasitos nuevos y que a través de estos va creciendo, pegándose en otros y va formando nidos en otras estructuras. Entonces, la terapia lo que hace es bloquear ese receptor para que no se formen más o se necrosen. “Esto ha provocado que las pacientes con metástasis hayan sobrepasado los doce meses de sobrevida”, asegura.

Por último, cada tipo de tumor de cáncer de ovario está siendo sometido a un estudio genético para comprender por qué no responden por igual, ya que cada mujer tiene un número de células diferentes, un código mutacional distinto y el tratamiento va hacia allá. Investigadores creen que en los próximos cinco años existan tratamientos para subgrupos de pacientes bien definidos como las que tienen mutación BRCA o los tumores serosos de alto grado.

 

Conexión con otro cáncer

Según el genetista Juan Carlos Ruiz Cabezas, se ha visto en la práctica médica que existen familias en las que el cáncer de mama y de ovario son diagnosticados con más frecuencia que en otras familias. Esto llevó a pensar que había algún o algunos genes que estarían vinculados con esta patología o con la predisposición a ella.

Desde 1995 se sabe que en ambos cánceres están asociados un par de genes, el BRCA1 y BRCA2 (abreviaturas de las palabras en inglés Breast Cancer 1 y 2), y que están mutados en buena parte de estas pacientes. Se calcula que una mujer positiva para tales mutaciones tiene un riesgo del 60% al 90% de sufrir cáncer de mama y de l 20% al 50%, cáncer de ovar io.

Esta prueba, agrega, no se aplica en el medio porque no se trata de un estudio ordinario, pues debe ser ordenado dentro del contexto de “consejería genética” que incluye la preparación psicológica a la paciente para aceptar un resultado positivo para mutaciones y tomar decisiones que podría incluir métodos quirúrgicos.

“Incluso se trata de un estudio de alta tecnología, por lo tanto es caro y al no haber estudios de nuestra población, no sabemos si existen alguna o algunas mutaciones especialmente importantes”.

Este examen, dice Ruiz, está dirigido a toda mujer con familiares directos o a aquellas que se les haya diagnosticado cáncer de mama o de ovario antes de los 30 años. Pero a mayores de edad no se la recomienda y en algunos países lo prohíben a menores de edad.

 

Chequeo de control

Si una paciente ha sido operada de cáncer de ovario, tiene que ser chequeada cada cuatro meses durante los primeros dos años con estudios de imágenes, radiológicos o de sangre. Luego, cada cuatro a seis meses por dos años más y después una vez al año, según el cirujano oncólogo Luis Péndola.

 

Marcador tumoral CA-125

Es una prueba en sangre aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los EE.UU. para controlar la respuesta de la mujer al tratamiento de cáncer de ovario y determinar si la enfermedad ha regresado después del procedimiento, según el Instituto Nacional de Cáncer de los EE.UU.

 

Píldoras anticonceptivas

Según la Sociedad Americana del Cáncer, las mujeres que usan píldoras anticonceptivas por más de tres a seis meses tienen un menor riesgo de cáncer de ovario e incluso mientras más tiempo las usen, pero aun así el riesgo menor continúa por muchos años después de suspenderlas.

 

Madres, hijas o primas

Las mujeres con historia familiar de cáncer de ovario o de mama, sobre todo de primer grado familiar (madre, hija, hermana), tienen una mayor probabilidad de presentar cáncer de ovario. También tienen mayor riesgo de padecer cáncer epitelial de ovario aquellas mujeres con baja paridad e incluso infértiles.

 

 

Radioterapia

Está recomendada en pacientes en las que podría quedar un pequeño remanente de enfermedad pélvica, la persistencia de ganglios regionales o en casos en que el tumor infiltra muñón vaginal o vagina y la paciente tiene sangrados recurrentes ginecológicos, según el oncólogo Luis Unda Vernelle.

 

 

 

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