Alerta: ‘¡No tengo hambre!’

13 de Noviembre de 2011
Sheyla Mosquera de Calderón

La disminución de las ganas de comer en algunos bebés o niños no siempre es un problema, pero sí preocupa mucho a los padres.

Desde que Alejandro era un bebé hasta que llegó al jardín de infantes comía todo tipo de alimentos y a las horas apropiadas, pero ahora que tiene 7 años sus hábitos alimentarios han cambiado.

En las mañanas no desayuna y cuando sus padres le insisten que lo haga durante el trayecto hacia la escuela, se pone a llorar. Dice que no quiere comer y que lo hará más tarde, sin embargo, todos los alimentos que lleva en la lonchera, como sánduches, frutas, galletas, huevos, los regresa intactos.

Sus padres también han optado por variarle el tipo de comida y su presentación para motivarlo a desayunar, sin embargo, no surte efecto. Incluso han sugerido a los profesores que no lo dejen salir al recreo hasta que coma, pero tampoco funciona y más bien regala el lunch a sus compañeros.

“A pesar de que Alejandro toma mucha agua, suda bastante y piensa solo en jugar, creo que permanecer sin comer desde las once de la noche hasta las dos de la tarde, aunque esté sano, es un hábito irregular, sobre todo porque los especialistas en nutrición siempre han dicho que desayunar es el alimento principal para tener energías”, dice Xavier, su padre.

Mala percepción de adultos

Para la doctora Ana Cristina Gómez, especialista en Pediatría y máster en Nutrición Clínica Pediátrica, la mayoría de las veces un niño inapetente o anoréxico casi no existe y es solo una mala percepción de los adultos.

“Los padres deben conocer que el periodo de inapetencia de los niños aparece después del primer año. Antes no, porque el niño va creciendo en una tasa tan alta que sus requerimientos alimentarios son mayores, pero a partir de los doce meses, aunque el crecimiento sigue siendo alto, su necesidad nutricional es menor, por lo que algunos disminuyen sus ganas de comer como un proceso normal”.

También hay que considerar que empieza otra dimensión importante en la vida de un niño y lo que quieren es conocer el mundo a medida que van creciendo, “la vida no es solo comer y dormir”, asegura Gómez.

El desconocimiento de por qué se origina la inapetencia en los niños, dice el pediatra Antonio Viteri Larreta, hace que algunos padres crean que sus hijos tienen falta de apetito e inician una verdadera batalla forzándolos a comer.

Muchas veces, agrega, hay niños que no comen en la escuela o llegan inapetentes al hogar porque consumen alimentos “chatarra”, ricos en carbohidratos, grasas y con sabor agradable, pero de bajo valor alimentario. Por ello, es mejor que les preparen un lunch saludable en casa.

Otros factores que pueden causar inapetencia, dice Viteri, son las alteraciones en el horario, en viajes largos o ante situaciones que generen estrés. También existen causas psicológicas que van de leves a severas, pero queda a criterio del pediatra marcar el límite o referir al niño al psiquiatra o al psicólogo.

“Puede presentarse en hijos únicos, niños al cuidado de personas anticuadas, la aparición de un hermano, el niño maltratado o depresión, entre otras”, afirma.

La inapetencia o anorexia, agrega, también puede deberse a causas orgánicas como infecciones (amigdalitis, neumonía, otitis, tifoidea, hepatitis); parasitosis, neoplasias (leucemia, linfoma); dietéticas (exceso de vitaminas A y D, cafeína). Además, por anemias, cardiopatías congénitas o insuficiencia cardiaca, entre otras.

Instinto de conservación

La mayoría de consultas que Gómez atiende por inapetencia son de niños que crecen muy bien. “No es posible que no estén comiendo nada, porque el que no come, no crece. Así que no hay por qué preocuparse, solo si de manera excepcional algunos no comen y no existe alimento que le sea agradable”, asegura.

Además, dice Viteri, cualquier ser vivo tiene el instinto de conservación que lo lleva a alimentarse para seguir viviendo. Por lo tanto, si un niño dice que no quiere desayunar o almorzar es porque obtiene algún beneficio con esta conducta.

También, agrega, hay que considerar que los niños, además de tener necesidades físicas, destacan las psicológicas como amor, protección y sentir que son tomados en cuenta. Entonces “los padres deben aprender a reconocer tales requerimientos y darles mayor tiempo para las comidas, retirarles los platos cuando transcurre un tiempo prudente y hacerlo con tranquilidad, sin mostrar preocupación o angustia. Esto debe repetirse varias veces hasta que el hambre lo lleve a comer”, recalca.

Entre los 2 y 6 años la mayoría de los niños pasan por episodios de inapetencia que se resuelven solos.

Incentivar el desayuno


Hay que transmitirle al niño el beneficio del desayuno y destinar tiempo suficiente para ello en compañía de los padres. Además, procurar que sea variado y sencillo, según el pediatra Antonio Viteri.
 

 

Estimulantes del apetito


Son medicamentos que en los niños tienen poco fundamento y podría justificarse como última herramienta. El más usado es la ciproheptadina, que produce deseo por carbohidratos y aumento de peso, dice el Dr. Viteri.
 

 

Enseñarles a comer


Hay que respetar el gusto personal del niño por determinados alimentos, pero enseñándole a comer progresivamente de todo. Consumir frutas, por ejemplo, por sus pocas calorías, estimula el apetito.
 

 

Reciente o habitual


La inapetencia es reciente si aparece cuando el niño sufre una enfermedad aguda y desaparece al resolverse el cuadro; y es habitual cuando se prolonga en el tiempo y puede ser falsa o verdadera.
 

 

  Deja tu comentario