Alcohol y cáncer de mama

02 de Julio de 2017

¿Cuánto alcohol podría consumir una mujer a diario sin exponerse? A menor cantidad, menor riesgo, afirman los investigadores.

El consumo de una copa de vino o una cerveza al día (10 g de alcohol), puede aumentar el riesgo de cáncer de mama un 5% en mujeres premenopáusicas y un 9% en mujeres posmenopáusicas, según el informe del Instituto Estadounidense para la Investigación del Cáncer (AICR) y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF), que analizó 119 estudios de todo el mundo, que comprendían aproximadamente 12 millones de casos, más de 260 mil de ellos con cáncer de mama.

La Dra. Susan K. Boolbol, jefa de la división de Cirugía de Mama del hospital Beth Israel Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos, dijo que si bien se conocía de la relación entre alcohol y cáncer de mama, no habían podido confirmar hasta ahora la cantidad exacta de la bebida con la cual la mujer entra en riesgo.

¿Cuánto se puede beber?

Esta es una actualización a la opinión médica actual, que sostiene que el consumo diario y excesivo de alcohol (o más bebidas de este tipo al día) aumenta la incidencia de esta enfermedad. La explicación es que el metabolismo descompone el etanol del alcohol ingerido y lo convierte en acetaldehído, una sustancia que daña el material genético. “Y si fuma, la incidencia es en mayor proporción”, detalla la doctora Melba Torres Córdova, especialista en oncología ginecológica y patología mamaria.

El tejido mamario comparte con el tejido hepático la capacidad de transformar el alcohol en acetaldehído y radicales libres. “De esta manera, un proceso metabólico de vía directa aumenta la incidencia de cáncer de mama”.

Por tanto, sugiere Torres, la mujer puede tomar una copa 3 veces por semana como protector cardiovascular, siempre y cuando haya sido correctamente valorada, no padezca otras enfermedades y realice actividad física.

¿Qué tipo de actividad?

Ejercicio vigoroso, dicen AICR y WCRF, y mencionan el correr o hacer ciclismo rápido como ejemplos de buenas prácticas para mujeres pre y posmenopáusicas. El segundo grupo también se beneficia del ejercicio moderado (caminatas y jardinería), pero hacen notar que en esta etapa de la vida el efecto positivo es ligeramente menor.

A esto se suma mantener un peso saludable a lo largo de la vida. Torres da una lista todavía más minuciosa, que empieza por conocer bien los factores de riesgo. “Hay que evitar que los errores en la alimentación de las niñas a los 15 años se conviertan en problemas para las mujeres a los 40”, indica. El ejercicio suave, al retrasar la primera menstruación, disminuye las probabilidades de cáncer.

Ella aconseja:

1. Un embarazo no tardío.

2. Practicar la lactancia materna.

3. Consumir una dieta baja en grasa y rica en frutas, legumbres y vegetales.

4. Sustituir grasas saturadas por monoinsaturadas (aceite de oliva).

5. Tomar vitaminas y ácido fólico.

6. Evitar tratamientos hormonales con altas dosis que sean innecesarios o prolongados.

7. Promover campañas de cribaje para toda la población a partir de cierta edad.

8. Hacer autoexamen de mamas.

9. Acudir a la exploración clínica y mamográfica periódica.

La edad más vulnerable

Tener menos edad no equivale a menos riesgo. Las mujeres en etapa de premenopausia deberían estar conscientes de que esta es la edad más vulnerable. La conducta tanto en ese momento como en la posmenopausia debe ser la misma, con exploración y control sistemático. Pero quienes tienen familiares directos con cáncer de mama antes de la menopausia deben programar mamografías anuales a partir de que cumplan 5 años menos de la edad que tenía la pariente cuando le fue diagnosticado el cáncer. “Hay que tener presente”, enfatiza Torres, que el cáncer en premenopausia es más agresivo precisamente por haberse presentado a temprana edad”.

Peso y altura

Además de la actividad física y el consumo de alcohol, el sobrepeso repentino o sostenido en la edad adulta es otro factor muy estudiado por poner en peligro a las mujeres posmenopáusicas. El análisis de AICR y WCRF contiene evidencia de que los factores de desarrollo que conducen a un mayor crecimiento (la estatura alcanzada en la adultez) aumentan el riesgo. (D.V.) (I)

EL PAPEL DE LOS FOLATOS

Se ha demostrado el papel protector del folato, que disminuye la incidencia del cáncer de mama. Las mejores fuentes son las verduras de hojas verdes, el fréjol, algunas frutas (cítricos, plátano), así como pastas y granos fortificados.
 

AUMENTE EL EJERCICIO

Cual sea su nivel de actividad física, trate de aumentarla en tiempo o en intensidad, sugiere la directora del Programa de Nutrición de AICR, Alice Bender. Sustituya las papas fritas y las galletas por zanahorias, pimientos y ensalada verde.
 

 

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