Riqueza musical para los niños

28 de Enero de 2018
Dayse Villegas

Para su bebé, aprender música podría ser tan natural como adquirir el lenguaje: no formalmente, sino desde el contacto afectivo.

Deténgase a escuchar la música a la que están expuestos sus niños pequeños. ¿Usted la eligió de manera consciente? ¿Qué cree que está aportándoles a sus hijos?

La música es más que simple entretenimiento, es una herramienta importante para el desarrollo cerebral en las diferentes etapas de la vida.

Y en el caso de los infantes (0-5 años) y niños, precisa la musicoterapeuta neurológica Cecilia Jurado, del centro de atención neuropsicológica y neurorrehabilitación Cognimedica, “varios estudios demuestran que la música beneficia el desarrollo de la corteza auditiva, favorece la discriminación de los sonidos en el ambiente e incrementa la capacidad y velocidad de procesamiento”.

La música estimula, además, las áreas del lenguaje y prepara a su niño para que pueda comprender y expresarse a medida que crece. También fomenta la coordinación motriz y el control de las extremidades, informa Jurado, “ya que el cerebro está programado para detectar secuencias o patrones rítmicos, y responde a ese estímulo sincronizando nuestros movimientos con el ritmo”, como ocurre de manera involuntaria cuando movemos la mano o el pie al escuchar una canción.

Variedad y expansión

Los beneficios no están sujetos a un tipo de música en especial. Jurado sugiere una variedad de estilos, ritmos, melodías y tonalidades, que darán al niño una mayor capacidad para reconocer distintos timbres o sonidos, responder a diferentes ritmos e incluso familiarizarse con sus emociones y formas de expresión.

Como menciona Camila Avella, música profesional y profesora de Educación Musical Temprana del método Music Learning Theory (MLT, por sus siglas en inglés), “exponer a los niños solo a música infantil sencilla por miedo a que otros estilos sean difíciles es equivalente a conversarles con un vocabulario limitado, con palabras que ya conocen”. Eso restringe la posibilidad de expandir conocimientos.

Empiecen temprano

La MLT fue desarrollada en la década del 80 por el investigador, músico y pedagogo Edwin E. Gordon. Dentro de sus hallazgos está que, al nacer, el niño está en su mayor potencial de aprendizaje musical, y que esto va decreciendo hasta estabilizarse a los 9 años. “Pero hay un momento crucial entre los 0 y 18 meses en que los sentidos están abiertos a la estimulación”, explica Avella. “Deberíamos dar riqueza musical a los niños desde el nacimiento, en la misma forma en que damos el lenguaje”.

La psicóloga clínica Alsacia Maridueña estima que, según las investigaciones neuropsicológicas y pedagógicas, la estimulación puede iniciar incluso antes, desde los primeros meses de gestación, para beneficiar el cerebro del bebé que se está formando.

Beneficios de la música

  • Estimula la concentración, coordinación manual, codificación y decodificación (Maridueña).
  • Permite expresar las emociones de manera estética.
  • Ayuda en la expresión de sentimientos, favorece la memoria, atención, coordinación, ritmo, equilibrio y motricidad gruesa y fina (León).
  • Incrementa el lenguaje, la interacción entre niños, el vínculo entre padres e hijos, la comprensión.
  • Incide en el estado de ánimo.
  • Establece rutinas para el niño, al relacionar una canción o un género musical a una actividad: hora de comer, hora de dormir, hora de jugar.

Escuchen en familia

Avella aplica este concepto en Guayaquil, mediante el programa de educación musical temprana Claro de Luna. Allí, los niños y sus padres son expuestos a todos los modos y métricas musicales. “Para el adulto es difícil, para el niño no. Lo hacemos para que desarrollen su instrumento interno, sus funciones cognitivas, emocionales, físicas, de comunicación y sociales”. Y todo empieza por el vínculo afectivo: mientras el niño se siente más amado, aprende más.

Por eso, las clases son en familia, con instrumentos y canto en vivo, sin grabaciones, con movimiento, con formas de comunicación que no necesariamente pasan por la palabra. Estudiantes de Música de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil visitan el espacio, “para que los niños estén expuestos a instrumentos que de otra manera nunca verían” y porque, reflexiona Avella, los espectáculos de música profesional rara vez tienen horarios o escenarios apropiados para llevar a los chicos.

Cuiden volumen y contenido

Pero no se trata de exponer a los niños al nivel de ruido que suelen preferir los adultos. Dependiendo de la edad, su hijo puede tener mayor sensibilidad en la cóclea, inmadurez del sistema auditivo e incluso falta de estrategias para compensar el ruido, dice Jurado.

El volumen debe ser aquel con el que se puede mantener una conversación sin elevar la voz, recuerda María de Lourdes León, directora del Consultorio Psicopedagógico, en Guayaquil. “El oído de los niños es mucho más delicado que el de los adultos. Si la audición se afecta, el aprendizaje y el lenguaje también. Es mejor no utilizar audífonos”.

Jurado pide, además, poner atención a qué estamos utilizando para alimentar las capacidades cognitivas de los pequeños, “y esto incluye la música que escuchan. Así como no los alimentaríamos solamente con comida chatarra, sino que les daríamos a probar la mayor variedad de alimentos para expandir su repertorio y aprovechar sus beneficios, también debemos comportarnos de igual manera con la música que les brindamos”.

La música adecuada, considera León, es aquella que se ha compuesto o arreglado pensando en los niños. “Cada canción tiene un mensaje, dirigido a un público diferente; en la música de adultos hay palabras y expresiones que no deben ser utilizadas por un niño”.

La música influye en los sentimientos, emociones y conducta; por tanto, la actitud y forma de comportarse de su hijo se ven reflejadas en el tipo de música que escucha y por lo que aprende a través de ella.

Cuide el tipo de música que permite escuchar a sus hijos, dice la psicóloga Maridueña, “pues en ocasiones las letras no aportan ningún mensaje constructivo para la edad del niño, quien la repetirá sin comprender lo que dice”.

Inteligencia musical: ‘Audiation’

Este término acuñado por Edwin Gordon describe la inteligencia musical o capacidad de pensar música y de captar la lógica interna que tienen los sonidos. “Gordon decía que los sonidos tienen una inteligencia en sí mismos, y que esta resuena en el cerebro y activa una comprensión intuitiva”, dice Avella, quien añade que el propósito no es que los niños sean genios musicales, sino que tengan una herramienta más de expresión, de manera que si a los 4 o 5 años quieren aprender un instrumento o componer, lo puedan hacer con mucha más naturalidad.

 

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