¿Quién manda en casa?

17 de Marzo de 2013

¿Quién manda en casa? La jefatura del hogar no solo está en manos del hombre, ahora la mujer está ganando terreno.

Sabía que aunque haya una casa no significa que exista un hogar. En el primer caso es solo una estructura física en donde algunos miembros de la familia conviven y comparten espacios. Pero el segundo, es la construcción de la relación filial en la que todos se respaldan, defienden, respetan y viven a plenitud.

¿Pero quién debe mandar en el hogar? Según la psicóloga clínica Liliam Cubillos, existen distintas posturas. Anteriormente se pensaba que el hombre era quien mandaba por ser el proveedor de las necesidades básicas de los miembros del hogar, mientras que la mujer tenía asignado el rol de educar y criar a los hijos. Pero en las últimas dos décadas la figura masculina se ha debilitado y es la femenina que comparte la jefatura familiar o la asume por completo.

La razón, agrega, es que las mujeres cada día se están preparando más profesionalmente y ocupan plazas de trabajo que las hacen exitosas, y con sueldos que muchas veces superan al de los maridos. También influye la existencia de mucho deterioro del sistema familiar. El 40% de este es considerado monoparental o biparental, mientras que el 60% está diluido entre madres solteras, viudas o abuelos que crían a los nietos debido al fenómeno de la migración.

Para el psicólogo clínico Samuel Merlano, por la crisis socioeconómica a nivel mundial, el hombre y la mujer llevan la carga familiar de manera conjunta, donde ambos son responsables de un presupuesto único para satisfacer las necesidades familiares. Pero, el tema de quién gana más puede generar conflictos, ya que para nuestra cultura el que tiene poder económico es el que debe ejercer el mando.

De ahí, agrega, la importancia que como pareja se cree un fondo común y a base de este se lo distribuya según las demandas que se genera en la familia. En caso contrario, si no existe el fondo, habrá abuso de poder por el nivel de ingreso que recibe la persona. Esto crea autoritarismo, crítica, rechazo y, sobre todo, “gozar de más privilegios que el otro”.

Jefatura compartida

Según Cubillos, “lo ideal es que la jefatura del hogar la ejerzan ambos actores mediante consenso y una consulta familiar en donde los hijos sean partícipes de las decisiones importantes que previamente se han tomado”.

Dato

Antes de los 3 AÑOS de edad se deben imponer límites para evitar hijos mandones

La ventaja del acuerdo es que se ahorra el fraccionamiento de la autoridad o la competencia del hijo con respecto a cuál de los padres manipula más. Entonces al existir entre los progenitores esta unión, una visión de jefatura, las pautas de crianza que impartan tendrán el mismo discurso.

También, agrega, sirve para educarlos en la contemporaneidad, en el sentido de que entiendan que en esta realidad socioeconómica es difícil la práctica de un modelo de familia en donde la mujer se queda solo en la casa y el hombre sea la cabeza del hogar.

Asimismo, dice Cubillos, es fundamental considerar la opinión de los diferentes movimientos religiosos, ya que cada uno tiene su postura al respecto de quién debe ser el jefe de familia. Hay quienes sostienen que el hombre es la cabeza del hogar y que la mujer debe estar sometida a su decisión y que, por lo tanto, es una extensión de él.

Para el pastor Félix Valencia, hay dos puntos importantes que considerar: uno es lo que debería ser y otro es la realidad. De acuerdo con la Biblia, el que debe mandar en la casa es el hombre, pero en la práctica quien lo hace es la mujer, porque es facilitadora, al estar más pendiente de las necesidades del hogar e incluso, en muchos casos, es la que aporta. “A diferencia del pasado, ahora a la mujer se le da el valor que merece”.

 

Foro

¿Quién debe  mandar en el hogar?Participe

Conforme a Merlano, ha existido una mala interpretación del texto bíblico donde dice que el hombre es cabeza del hogar. Se pensaba que el varón era superior a la mujer y que ella debía cumplir un rol pasivo de obediencia, sumisión y en casos extremos, de esclavitud. Pero, en realidad, el concepto de que el hombre sea cabeza del hogar era, sobre todo, el de fomentar liderazgo y trabajo en equipo, es decir que todos los integrantes son importantes, y cada uno cumple un rol y una función para el éxito familiar.

Lo ideal, dice Cubillos, es poder contar con la pareja, donde la jefatura del hogar tenga equidad de género, estén al mismo nivel y pueden consensuar con afectividad, firmeza, comprensión y respeto. “Es una ventaja porque se puede educar a los hijos con una visión más proactiva y ajustada a lo que la realidad pide”, asegura.

Mando sin diálogo

Cuando en una familia el tutor, sea padre, abuelos o tíos, manda y no dialoga con los hijos, explica Cubillos, es normal que se produzca el debilitamiento de los valores y el rompimiento de la norma.

Realmente, agrega, no es fácil lograr la obediencia en los chicos de hoy y es un reto poder hacerlo. Por eso es necesario entrar a lo particular de ese hijo o hija desobediente y descubrir, con ayuda profesional, qué es lo que produce que el tutor no logre llegar a él.

Además, agrega, en Ecuador existe un paternalismo desmesurado, porque los hijos son especialistas en reclamar sus derechos y los padres unos expertos en satisfacerlos, facilitándoles mucho la vida, sin cultivar en ellos el área de las responsabilidades.

Incluso, dice Merlano, los chicos que crecen en hogares disfuncionales tienen: rebeldía, problemas de carácter, apatía, no compromiso e irresponsabilidad. Además, vidas edónicas (entregados al placer) y no poseen un norte, ni sentido de vida.

“Una posibilidad de ayudarlos sería sintonizarse y crear empatías con ellos basados en los fundamentos afectivos, sin gritos y sin autoritarismo, para comprenderlos y hacerlos sentir importantes al interno de la familia”.

Hijos mandones y cómodos

Otro fenómeno que se da actualmente en los hogares es que hay muchos padres que son mandados por sus hijos por varias razones: por no haberles puesto límites, por falta de liderazgo y por dejarles las cargas económicas a los hijos.

De acuerdo con Cubillos, no les pusieron límites antes de los 3 años, cuando hacían berrinches, manipulaban y exigían. Entonces llegan a la adolescencia con serios problemas de conducta. “No se adaptan a nada y siempre van a romper las normas, fenómeno que va creciendo en intensidad, conforme avanza en edad”.

Otro conflicto, agrega, que algunos padres experimentan con los hijos, entre 22 y 26 años, es que estos se quedan en el hogar y quieren imponer sus normas, ritmos y reglas. Además, quieren gozar de las comodidades como si fueran los dueños de casa, pero sin asumir lo que significa mantenerla.

Esto se produce, explica Merlano, porque existe una acefalea visible dentro del hogar, ya que los padres no quieren seguir asumiendo su rol y le lanzan las cargas a los hijos porque están en una buena posición económica. Los padres se vuelven pasivos y dependientes de ellos. Entonces los vástagos al tener poder económico, poco a poco van ganando terreno y autoridad o don de mando. Se ha visto casos donde los hijos les dicen a los padres qué actividades o diligencias tienen que hacer o cumplir”.

La solución, dice, está en que los padres siempre sean la cabeza y los líderes del hogar. Que hagan partícipe a todos los miembros de la familia para el trabajo de equipo y que establezcan normas y reglas claras desde que son niños. Sobre todo, que creen un ambiente de armonía basado en el afecto y el amor donde todos se sientan importantes y se fomente la unidad. (S.M.de.C)

 

  Deja tu comentario