¡Atención mamá!

13 de Mayo de 2012
Sheyla Mosquera de Calderón

Sin quererlo, algunas madres se equivocan  a la hora de educar a sus hijos. Muchas creen que actúan con ellos correctamente cuando están equivocadas, producto de sus traumas o problemas personales. Siete psicólogos analizan las diez fallas más frecuentes.

Sobreprotegerlos

Es el concepto erróneo que tienen muchas madres al pensar que amar es lo mismo que sobreproteger. Según el psicólogo clínico  Samuel Merlano, ellas creen que así van a cuidar a sus hijos para que no les pase nada malo en lo físico, emocional o psicológico.

De ahí que están pendientes exagerada y obsesivamente por ellos, desde cómo deben vestirse, caminar o hacer los deberes escolares, entre otros. Pero lo que la mayoría no sabe es que están dañándoles fuertemente la autoconfianza, autoestima e independencia sana, creando a través del tiempo personas inmaduras, indecisas e inseguras.

Así que para evitarlo, Merlano sugiere, por ejemplo, dejar que los hijos hagan los deberes solo con el monitoreo de ellas o que tengan pequeñas independencias: sobre la ropa que les gusta ponerse, el caminar solos o el cepillarse los dientes, entre otras.

Desautorizar al padre

Según el psicólogo clínico Óscar Nieto, toda madre debe tener claro que una relación de pareja requiere equilibrio, tanto en el amor que se brinda como en las actitudes y acciones que manifiesta  el uno para el otro. En relación con la educación de los hijos, ambos deben estar de acuerdo y no contradecirse. La donación, el acto de darse a sí mismo, enteramente, es parte de esta reciprocidad que implica ir creciendo en el amor, en la atención, la dedicación y la exclusividad. Luego vienen los hijos, que las   toman de los dos, padre y madre, quienes no tienen reemplazo, incluso  pese a las ausencias físicas cualquiera que sea el motivo.   Padre y madre son uno en el corazón de su hijo y romper esta unidad con palabras contra el padre o viceversa es romper este corazón y empujarlo, en ocasiones, al fracaso, la adicción, la frustración, la depresión e incluso  la muerte. Sobre todo si es un  varón que necesita tomar al padre como el hombre de su vida o su fuerza. Lo que los hace felices es que ambos padres se amen y se respeten, aunque la relación haya terminado.

Compararlos

Las personas somos únicas e irrepetibles y tenemos necesidades emocionales que deben ser cubiertas principalmente por los padres, entre estas se encuentran: la de ser amados y valorados. La psicóloga clínica Mónica Llanos de Mora  explica que desde pequeños necesitamos la aprobación de lo que somos y hacemos, además, afirmarnos a nosotros mismos y esta viene de las palabras de aprobación, admiración, amor y reconocimiento de los padres. Si la madre, agrega, comete el error de no respetar la individualidad y características propias de cada hijo, terminará comparándolos y pretendiendo que todos sean de la misma manera. Esta comparación constante lo que hace es afectar emocionalmente a los hijos, produciendo en ellos sentimientos de inseguridad, baja autoestima y falta de aceptación de sí mismos. Por ello, “las madres debemos mostrar amor incondicional, buscar el bien de cada hijo, aprender a conocer a cada uno, demostrar el amor en expresiones de afecto, valorar sus características particulares y disfrutar de ellas”.

No escucharlos

Según la psicóloga clínica Rosita Sánchez Laserna, las razones para que haya madres que no escuchan a sus hijos son múltiples y variadas que van desde personales hasta culturales, sociales y generacionales. Entre las más comunes se encuentran aquellas madres que no fueron escuchadas tampoco por sus propios padres y repiten igual comportamiento, así no lo deseen; pues hay un patrón que las hace actuar de una manera inconsciente, pero conocida. También hay mamás que tienen tanto ruido y falta de paz en sus mentes y espíritus que se les dificulta oír otra voz que no sea la de su interior. Incluso otras madres tienen exceso de actividades y concentración en los dictámenes de una sociedad consumista, que se preocupan más por el exterior que por lo que sucede en el interior de sus hijos. Entonces, el resultado de no escucharlos es que se sienten poco amados, valorados, inseguros e inadecuados. Por lo tanto, su autoestima se ve muy afectada. Por lo general desarrollan conductas desadaptativas, creen que hay algo malo en ellos, se sienten culpables y se vuelcan a buscar en el exterior lo que no encuentran en sus casas.

Decir mentiras

Muchas madres caen en este problema como un mecanismo de defensa que se da a nivel inconsciente como consciente. Ella se refugia en la mentira, porque le cuesta aceptar la verdad sobre algo que está viviendo en casa o fuera de ella. Según Samuel Merlano, posiblemente tiene serios problemas con su pareja y cuando le preguntan sus familiares o amigos cómo le va con él, siempre dice que todo está muy bien y que tiene la pareja perfecta. Incluso puede tener inconvenientes con su hijo y niega la realidad, mintiendo, al decir que él está muy bien y que se llevan de manera excelente.

Algunas madres, agrega,  también mienten a sus hijos al prometerles incentivos, premios o paseos, entre otros,  si se portan bien o sacan buenas notas; y cuando ellos logran los desafíos, las madres tienden a decirles que es su obligación hacerlo, y no cumplen con lo prometido. Eso crea una fuerte frustración en los hijos y desánimos en ser excelentes en las distintas áreas de su vida y, por ende, la madre pierde respeto y admiración por no ser de palabra y engañarlos con falsas promesas. Para corregir el error, las madres deben tomar en cuenta unos pasos claves:
- Aceptar la realidad que está viviendo sea cualquiera la naturaleza del problema.
- Aceptar su verdadero Yo, con sus fortalezas y debilidades, y de igual manera aceptar a los demás, para no vivir de apariencias o fantasías.
- Cumplir con los compromisos e incentivos a sus hijos.
- En caso que no poder cumplir con sus hijos por factores económicos, pedirles perdón  por no darles en el tiempo indicado el incentivo  y que apenas pueda les cumplirá,  así los hijos entenderán que la mamá tiene la mejor voluntad y siempre será  respetada.
- Asistir a un grupo de ayuda, ya sea espiritual o psicológico, para trascender en la vida, y enfrentar la negación  que tienen las madres  sobre el mentirse a sí mismas.

Despreocuparse por la salud

Hay madres que no se preocupan por la salud de sus hijos. Según el neuropsicólogo Eduardo Santillán, esto se da por varias razones: 1) No identifican su rol materno con las responsabilidades implícitas, entre ellas, las de preservar la integridad sanitaria de sus vástagos, tanto en el plano fisiológico  como en el psíquico y emocional. Se trata de mujeres inmaduras que no han logrado a desarrollar sus factores afectivos y, por lo tanto, no asumen su rol materno. 2) Otras madres han quedado viudas, divorciadas o abandonadas por sus cónyuges y no hallan equilibrio entre atender sus necesidades humanas como mujeres y  el rol doble materno/paterno que tienen que afrontar ante sus circunstancias, razón por la  que algunas se inclinan por su atención propia y desatienden a sus hijos en sus padecimientos patológicos y/o en la prevención de las enfermedades. 3) La velocidad y exigencia que demanda nuestra sociedad para incentivar a poner en primer lugar los resultados laborales, sociales y comerciales  antes que el interés por nuestros hijos. Razón por la cual se los descuida y enferman, padeciendo en no pocos casos de enfermedades perdurables o crónicas. 4) Otras causas: enfermedades mentales y afectivas sin tratamiento adecuado y atención sistemática como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión posparto, hipocondría, etcétera. Impiden el cumplimiento materno coherente. Debemos anotar también a aquellas madres que en su rol de hijas sufrieron severos descuidos por parte de sus madres y así aprendieron a “descuidar”.  5) No podía faltar el egoísmo, aquellas “madres” hedonistas que desean solo experimentar el placer propio, dando prioridad a sus propias tendencias en lugar de atender las necesidades de salud de sus hijos. No pudiendo olvidar a aquellas que solo se identifican en su rol de esposas o amantes, atendiendo sobremanera a su compañero y descuidando atrozmente a sus hijos, a los cuales los perciben como un estorbo. Un caso aparte son las mujeres que han sido violadas y descuidan a sus hijos por considerarlos consecuencia de su tragedia.

Agredirlos

Hay madres que agreden a sus hijos en varias formas: verbal y psicológica, física, sutil o violenta.  Según Óscar Nieto, la relación de amor no soporta la agresión que viene acompañada de humillación, de la pérdida del equilibrio y la seguridad para la vida. Con esta se ponen de manifiesto las carencias de la madre, el dolor, la ira e incluso el temor respecto de su propia madre o padre. Como agresora guarda en su corazón un enorme sentimiento de rabia contra quienes le dieron la vida.  Es una cadena que va de una generación a otra, por eso las madres deben concienciar el daño que se hacen y que al mismo tiempo provocan en sus vástagos al comportarse de manera agresiva. La solución la tienen ellas mismas, quienes pueden devolver la salud y la tranquilidad. La forma es mediante el análisis de dónde vienen las frustraciones o los vacíos afectivos respecto del padre o de la madre, para sanar el dolor, la ira y la culpa que genera la agresividad contra ellos, y recuperar el amor  y la paz que solo pueden venir del reconocimiento de quienes dieron la vida, más allá de lo que hayan hecho bien o mal.  Padre y madre son lo que son, lo mejor, los únicos, los verdaderos, la raíz, el cimiento, la fuerza, el impulso hacia la felicidad.

Educación escolar

Según la psicóloga educativa Soledad Ramírez Manrique, existen madres que tienen una visión equivocada de las escuelas y de los docentes al considerarlos unos asalariados que tienen que prestar un servicio en forma eficiente y a los que se les ha de exigir resultados. Por lo tanto, a los hijos los “endosan” en las escuelas y estas tendrán que cumplir con todas sus exigencias porque para eso pagan una pensión, deslindando toda participación y seguimiento en la educación de sus hijos. Pero la colaboración y una sana relación de respeto entre padres y maestros  es fundamental para que los hijos logren sus metas en la escuela, en especial la madre. “Es su deber involucrarse en la tarea diaria de educar desde el hogar y también participar en las actividades de la escuela. El niño crecerá rodeado de un sano ambiente emocional en donde prime el respeto por sus mayores”.

Falta tiempo de calidad

La sociedad actual ha llevado a un acelerado ritmo de vida en el cual las madres trabajan fuera de casa y no cuentan con el tiempo necesario para compartirlo con sus hijos, especialmente en los años de su formación, pero eso es fundamental para su sano desarrollo emocional. Mónica Llanos de Mora refiere que si las madres pudieran pasar los primeros años con sus hijos todo el tiempo sería lo ideal, pero si la realidad lo impide, es necesario darles tiempo de calidad y cantidad en la medida de lo posible, esto significa crear espacios y oportunidades dentro y fuera de casa para compartirlo y mantenernos en contacto con ellos aun desde nuestro trabajo, es decir, estar pendientes todo el tiempo. Deben hacer juntos actividades como ir al taller, al supermercado, de compras, además, tener semanalmente un tiempo especial solo para ellos.

Hablar mal  de otros

Es un error bastante frecuente y común que cometen algunas madres y padres. Según la psicóloga clínica Glenda Pinto Guevara, esto tiene su origen en la manera como fueron educados, y hay dos razones: a) Pretender mostrar ser mejor que los demás (complejo de superioridad) y criticar para avergonzar o ridiculizar a otros y así persuadir sobre lo que no es correcto. Sin embargo, el mensaje que imprimen en los hijos es otro: “Si no eres perfecto, no sirves” (perfeccionismo) o “No debes equivocarte, sería terrible” (poca aceptación). Esto origina en los hijos  impotencia, inseguridad, vergüenzas y culpas. En esta situación, ningún niño puede construir una autoestima sana, aprende a criticarse, a no confiar, a mentir y a negarse a sí mismo. Necesitará de una permanente aceptación de los demás y desarrollará una personalidad codependiente sin responsabilidad ajustada. Las mamás deben evitar el error.

¿Cuál es la falla más común que cometen las madres a la hora de educar a sus hijos? Coméntenos

  Deja tu comentario