Adaptación al cambio

31 de Mayo de 2015
Sheyla Mosquera

Un enlace conyugal reciente debe llegar a acuerdos en relación con las costumbres y decisiones de cada miembro de la pareja.

El matrimonio viene luego de un periodo de enamoramiento en el cual, por lo general, no se conoce a profundidad a la persona amada, solo aquello que nos ha mostrado y lo que nosotros mismos hemos querido dar a conocer. Por eso, dice la psicóloga clínica Mónica Llanos, es en la convivencia cuando se empieza a descubrir con quién nos hemos casado, sus defectos y virtudes e incluso sus reacciones y actitudes ante los buenos y malos momentos de la vida.

Los dos primeros años de matrimonio, agrega, es una etapa de descubrimiento en el cual la pareja se da cuenta en el otro, de una serie de costumbres, hábitos, comportamientos y valores que antes o no se conocía o no se había prestado atención. Las personas difieren mucho unas de otras aun cuando tengan varios puntos en común, y lo importante en esta etapa es la aceptación del otro con sus características positivas y negativas, pues no existen personas perfectas y por lo tanto tampoco parejas perfectas.

“El tiempo de adaptación a la vida matrimonial toma uno a dos años, pero también es cierto que continuamente debemos estar en un proceso de acoplamiento puesto que somos diferentes y las circunstancias de la vida a lo largo de los años nos enfrenta a nuevas situaciones y por lo tanto a nuevas reacciones”, asegura.

Para la psicóloga clínica Silvia Cordero Encalada la convivencia de la pareja de recién casados puede resultar muy difícil, porque se encuentra en una etapa de adaptación en todos los sentidos. Esta se llena de expectativas de todo tipo (cómo será vivir con mi pareja, voy a ser feliz, tendré libertad...).

Después del matrimonio la etapa del noviazgo, que es transitoria y de conquista, pasa a la fase de la convivencia que permite vivir un “real conocimiento” de las características de la personalidad de la pareja, de las actitudes, objetivos, deseos y necesidades personales.

“El matrimonio debe ser la continuación de la fase romántica de cortejo y afectividad que se vive en la etapa del noviazgo, la cual no debe perderse. Por ello, es necesaria la disposición y amor de cada una de las partes para salir adelante de los posibles contratiempos que pueda tener esta unión”.

Incluso, agrega, las relaciones sexuales en el matrimonio son un aspecto muy relevante y la adaptación en una pareja de recién casados va a depender de cómo fue manejado el aspecto sexual durante el noviazgo (si tuvieron relaciones prematrimoniales o no).

“La frecuencia de las relaciones sexuales cambia de una pareja a otra, porque todas las personas tienen distintas respuesta o apetito sexual. Lo recomendable es instruirse en cómo es la respuesta sexual femenina/masculina, en fuentes de orientación como libros, y tratar de no caer en la monotonía”, indica Cordero.

Y las costumbres

Todos sabemos que cada persona se forma en un hogar con costumbres propias de ese núcleo familiar y que la cultura familiar influye mucho en nuestra personalidad, por lo tanto, explica Llanos, sus hábitos suelen repetirse en algunos casos en forma voluntaria y en la mayoría, de manera involuntaria.

Lo que para un miembro de la pareja, agrega, puede ser inadecuado para otro no lo es, como por ejemplo a la hora de comer: si se come viendo televisión o no; si se come en la mesa del comedor o en el dormitorio; el orden y ubicación de las cosas dentro del hogar; la preparación de alimentos y otras tantas cosas que parecen triviales, pero que en la convivencia se suman y crean malestar.

Es importante que exista una comunicación permanente y oportuna, en la que cada uno de los miembros de la pareja exprese sus desacuerdos de la manera más cordial, observando los comportamientos, pero no atacando a la persona. Además es necesario llegar a acuerdos en los cuales cada uno ceda un poco y sacrifique un poco, es lo que se conoce como el ganar-ganar. De esta manera ninguno de ellos sentirá que está dando todo de sí y que el otro está imponiéndose.

Otro factor importante que debe existir es la tolerancia y aceptación, no impacientarse porque las cosas no se hacen a nuestra manera. Hay que respetar la individualidad de la pareja y aceptar que somos diferentes y que lo que es importante para nosotros para el otro no lo es.

Tampoco hay que desgastarse emocionalmente en cosas que no tienen trascendencia, es decir, diferenciar entre aquello que es irrelevante con lo que es trascendental para la familia, es especial para la formación de los hijos cuando lleguen al hogar.

¿Cuesta el cambio?

Hoy en día hay muchas personas que no aceptan su nueva condición - la de casados-, pretenden continuar viviendo con la libertad e independencia de cuando eran solteros, se manejan en forma independiente sin pensar en su pareja, temen asumir compromisos y tener que dar cuentas por su inseguridad. Estas personas, refiere Llanos, suelen aún tomar decisiones por su propia cuenta y disponer de su tiempo sin involucrar a la pareja en su vida. Por lo general, esto sucede con las personas egoístas e inmaduras, que no están dispuestas a compartir y construir una relación en la cual el nosotros debe reemplazar el yo.

También los amigos suelen ser una fuerte influencia, ya que no solo acaparan el tiempo y atención de los miembros de la pareja, sino que influyen en la manera de comportarse y los compromisos, estos por lo general restan tiempo y atención a la pareja.

Según Cordero, hay que concienciar que existen varios factores para que la convivencia se dificulte en la pareja y genere conflictos si no se aprende a manejarlos como, por ejemplo, caracteres difíciles, incompatibilidad, celos, infidelidad, machismo, malos hábitos, problemas económicos, personas que han vivido solas durante mucho tiempo y que les resulta muy difícil la convivencia y las diferencias culturales. (S.M) 

Puntos primordiales

La psicóloga Mónica Llanos da algunas recomendaciones para adaptarse a una vida matrimonial:

• La comunicación es el factor primordial, los miembros de la pareja deben aprender a comunicar aquello que les está afectando del otro, también se debe aprender a escuchar y ser empático con la pareja.

• Se deben hacer acuerdos en cuanto a ciertas costumbres, hábitos o comportamientos que afectan a la pareja. Debe haber un compromiso mutuo para su cumplimiento.

• Estar dispuestos a formar una vida en común, esto significa integrar a las amistades de cada uno de los miembros a la relación de pareja, es decir tener amigos en común.

• La pareja debe ser la persona más importante y tener prioridad sobre las otras personas.

• Tomar decisiones en común.

• Hacer actividades y tareas del hogar juntos: cocinar, lavar...

• Cada miembro de la pareja necesita un tiempo que le permita compartir con sus amigos, familia, o a solas. Pero es importante que sean conocidos por la pareja.

La psicóloga clínica Silvia Cordero sugiere:

• Fortalecer su espiritualidad conjuntamente con su pareja.

• Identificar sus emociones y estados de ánimos que pueden generar malestares en su matrimonio y de acuerdo con ello empezar a trabajarlos.

• Fortalecer los valores de la honestidad, la tolerancia, el respeto y la prudencia, y ponerlos en práctica.

• Motivar a su pareja, no de desanimarlo/la.

• Hacer sentir importante a su esposo/a.

• Ser romántico/a y detallista, sin importar cuántos años cumplan juntos.

• Amar a su esposo/a y hácerselo saber de distintas maneras.

• Mantener su intimidad con su esposo/a en secreto. No tiene por qué contarla a otros. (F)

  Deja tu comentario